Una pequeña rana con un cantar único es uno de los símbolos más arraigados para los puertoriqueños. Las noches en la isla caribeña están sonorizadas por el particular sonido de “ko-kii”, que resuena fuerte en los bosques tropicales de Puerto Rico.
Aunque el eco del croar llena el espacio, este anfibio solo mide entre dos y cinco centímetros de largo y pesa de 57 a 113 gramos, según la National Wildlife Federation. Esta pequeña es tan emblemática que incluso se menciona en canciones: el grupo Menudo la usó como musa para su canción homónima Coquí; el cantante de reguetón Wisin también la menciona en Vamo’ a celebrar (Lo que nos une); y Álvaro Díaz ocupa el canto de la coquí como parte de su canción Brilloteo.
Debido a su popularidad, en el estreno del álbum Debí tirar más fotos, de Bad Bunny, también se pensó que esta ranita era el símbolo característico, sin embargo, el animal que protagoniza este material discográfico es en realidad el sapo concho (Peltophryne lemur), otro anfibio estrella de Puerto Rico y el único sapo endémico del lugar.
Antes de aparecer en canciones, esta rana ya era plasmada en las artesanías y leyendas de los lugareños. Pese a ser un emblema de la isla, la rana coquí enfrenta graves problemas debido al cambio climático y la huella de la vida humana, por lo que ahora es un animal declarado en peligro de extinción.
Una rana en peligro de extinción

Este símbolo natural y cultural de Puerto Rico enfrenta hoy una alarmante disminución en sus poblaciones debido a múltiples factores ambientales y humanos. Entre las amenazas que la encaminan a su desaparición se enlistan el cambio climático, la pérdida de hábitat, enfermedades infecciosas y desastres naturales, como el huracán María ocurrido en 2017.
De acuerdo con la agencia de noticias EFE, las consecuencias del huracán María fueron devastadoras para los ecosistemas de Puerto Rico. En el Bosque Nacional El Yunque, por ejemplo, donde se realizaban estudios de seguimiento de la población de coquíes, se observó una desaparición masiva de ejemplares marcados antes del huracán. Según investigadores de la Universidad de Puerto Rico, no se logró recapturar ninguno de los más de 350 coquíes previamente registrados, lo cual sugiere una pérdida sustancial de individuos.
Debido al mismo huracán, hubo una destrucción del dosel forestal, así como la alteración de estructuras vegetativas fundamentales para el apareamiento y anidación, lo cual impactó profundamente el ciclo reproductivo de estas ranas.
La herpetóloga y profesora de Biología en la Universidad de Puerto Rico (UPR), recinto de Río Piedras (San Juan), Patricia Burrowes, dijo a EFE en 2018 que la especie coquí sufre una disminución del número de ejemplares juveniles de hasta un 60%, lo que pone en peligro la regeneración de la especie a largo plazo. Esta merma también se agrava por sequías prolongadas, como la registrada en la isla en 2015, que afectó negativamente la humedad ambiental necesaria para la supervivencia de estos anfibios.
Otro desafío ineludibles es el calentamiento global. Especies como el coquí de montaña (Eleutherodactylus portoricensis) han comenzado a desplazarse hacia altitudes más elevadas en busca de condiciones más frescas, lo que provoca un fenómeno denominado por los científicos como “extinción de la cima de la montaña”. Una vez que estas especies alcanzan los límites superiores de su hábitat, no tienen posibilidades de continuar adaptándose, quedando atrapadas en un entorno en constante deterioro.
Por otro lado, el coquí también ha sido objeto de preocupación en países como Colombia, donde la especie Eleutherodactylus johnstonei (coquí antillano), originaria de las Antillas Menores, es catalogada como exótica invasora.
Según un reportaje conjunto de Mongabay Latam y El Tiempo de Colombia, esta rana llegó al territorio colombiano en la década de 1990 y posiblemente fue introducida de forma intencional. Ahora, se expande rápidamente por regiones urbanas del país, donde encuentra condiciones favorables para reproducirse sin intervención humana. Su canto agudo incluso se ha convertido en una molestia para algunas comunidades, además de representar una amenaza para anfibios locales debido a su potencial para desplazar a otras especies y alterar la dinámica ecológica.
Aunque hay diferencias morfológicas entre el coquí común y el antillano —principalmente en el tamaño—, ambas comparten una gran capacidad de adaptación y reproducción, lo que las hace exitosas colonizadoras en ambientes alterados.
El canto del coquí y una leyenda taina
El distintivo canto de la rana coquí ha sido durante siglos una melodía representativa de las noches puertorriqueñas. Esta llamada nocturna, ejecutada exclusivamente por los machos, cumple una doble función: el primer sonido, “co”, sirve para defender el territorio, mientras que el segundo, “quí”, está destinado a atraer a las hembras para el apareamiento.
Actualmente, se reconocen 17 especies de coquíes en Puerto Rico, de las cuales tres ya se consideran extintas, las cuales son el coquí palmeado, el coquí dorado y el coquí de Eneida, cuyos últimos avistamientos se registraron en 1976, 1981 y 1990, respectivamente. Entre las especies restantes destacan el coquí de las hierbas, coquí martillito, coquí caoba, coquí de Hedrick y el coquí grillo, entre otros, muchos de los cuales habitan en ecosistemas específicos como el Bosque Nacional El Yunque o la Sierra de Cayey, según explica National Geographic.
Una de las características más notables del coquí es su desarrollo directo, ya que sus huevos, depositados en tierra, dan lugar a pequeñas réplicas del adulto sin pasar por la fase acuática de renacuajo. Esta particularidad, sumada a su capacidad para trepar gracias a los discos adhesivos en la punta de sus dedos y a su falta de membranas interdigitales, lo convierten en un anfibio singular dentro de su clase.
En la cosmovisión taína, la rana coquí tiene un significado espiritual y emocional profundo. Según una antigua leyenda, una diosa creó a esta rana para que entonara eternamente el nombre de su amor perdido. Desde entonces, el canto del coquí simboliza el lamento perpetuo de un amor inconcluso, convirtiéndose en una metáfora de la conexión entre la naturaleza, los afectos humanos y la identidad insular.
ultimas
Indy, el gato que sobrevivió al estado de coma y ahora tiene una nueva vida
Una inesperada emergencia médica transformó la vida de Indy, dejándola con desafíos permanentes que enfrentó con extraordinario espíritu y fuerza

El rescate de más de 150 perros y gatos revela condiciones extremas de hacinamiento en un hogar de EEUU
El hombre que tenía a los animales quería ayudarlos al darles una casa, pero además de no contar con los recursos suficientes, padece de problemas de salud mental

Félix, el oso que pasó 34 años de sufrimiento en un restaurante de Eslovenia, es trasladado a un santuario
En el país europeo, los osos tienen una población extensa; sin embargo, muchas personas cazan a los osos para colocarlos como atracciones o para ocupar sus pieles y su carne para productos exóticos

La conmovedora historia de Grey, el perro que perdió una pata, fue rescatado y tuvo un inesperado reencuentro
La vida de este can estuvo marcada por la tragedia, sin embargo se llenó de esperanza gracias al apoyo de un refugio en Europa del Este y un apoyo emocional inesperado

Los chimpancés tienen ritmo; el hallazgo que podría cambiar lo que sabemos sobre la evolución de la música
Un nuevo estudio señala cómo estos primates hacen percusiones con estructuras predecibles, sugiriendo procesos cognitivos avanzados y conexiones culturales inesperadas
