
Cada 27 de noviembre se conmemora el natalicio de uno de los poetas más importantes y enigmáticos de la literatura colombiana. José Asunción Silva nació en 1865 y en menos de 30 años consiguió gestar una de las obras más originales de la poesía latinoamericana del siglo XIX.
Si bien su obra conocida es breve, pues mucho de lo que escribió se perdió con el tiempo, tras su muerte adquirió una relevancia capital para las letras colombianas, así como su figura de “poeta maldito” que terminó, incluso, en la memoria colectiva de los bogotanos con leyendas sobre su suicidio y teorías de la conspiración alrededor de un posible asesinato e intentos de terceros por destruir su imagen, mientras aún estaba vivo.
Son alrededor de 150 poemas los que se han registrado tras su deceso, una serie breve de notas críticas y una novela titulada De sobremesa.
Entre sus poemas, probablemente los más famosos sean sus Nocturnos, especialmente el número 3, el cual llegó a aparecer, incluso, en uno de los billetes de 5.000 pesos que el gobierno colombiano imprimió durante un buen tiempo.
Una noche
una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de música de alas,
Una noche
en que ardían en la sombra nupcial y húmeda, las luciérnagas fantásticas,
a mi lado, lentamente, contra mí ceñida, toda,
muda y pálida
como si un presentimiento de amarguras infinitas,
hasta el fondo más secreto de tus fibras te agitara,
por la senda que atraviesa la llanura florecida
caminabas,
y la luna llena
por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca,
y tu sombra
fina y lángida
y mi sombra
por los rayos de la luna proyectada
sobre las arenas tristes
de la senda se juntaban.
Y eran una
y eran una
¡y eran una sola sombra larga!
¡y eran una sola sombra larga!
¡y eran una sola sombra larga!
De los distintos conjuntos de poemas que se han publicado, tan solo uno fue organizado y supervisado por el propio Silva, quizá el de mayor calidad y coherencia: El libro de los versos. Lo dejó listo para publicar antes de su muerte. Apareció en 1923 y comprende gran parte del trabajo que realizó entre 1891 y 1896.
Uno de los aportes más notables de Silva a la poesía es la experimentación y la readaptación de la metrica tradicional, la variación de ritmos y acentos, y de estrofas y medidas, con el propósito de minimizar la rigidez del verso, consiguiendo así una mayor musicalidad y expresión de lo que quería hacer sentir.
Quien lo haya leído aunque sea una vez, no puede negar la fuerza en cada una de las palabras de Silva. No es solo la autenticidad de su poesía o su actualidad lo que hacen que aún hoy se hable y se discuta su obra, sino la profunda humanidad que expresa. En últimas, eso es lo que termina haciendo que un escritor se convierta en clásico.

El tiempo pasa y el enigma de la muerte del poeta sigue generando preguntas. Según la leyenda, en la madrugada del 24 de mayo de 1896, José Asunción Silva se disparó en el corazón con una Smith & Wesson. Supuestamente, poco antes se había hecho pintar una cruz por su médico, Juan Evangelista Manrique. En la habitación en la que se quitó la vida se encontró un libro titulado El triunfo de la muerte. Tenía apenas 31 años cuando se suicidó.
Si ocurrió así o no, es algo que todavía no tiene respuesta. Ni siquiera Enrique Santos Molano, que le dedicó alrededor de 1.000 páginas a la escritura de la biografía del poeta, está realmente convencido. De hecho, escribió la biografía pensando en entender por qué se había matado el poeta y lo que pasó fue que quedó con más dudas.
Pasarán más siglos y la obra de José Asunción Silva seguirá más vigente que nunca, de eso no hay duda. Quizá, también, el misterio de su muerte, pero esa es otra historia.
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