
El jueves próximo, Cristina Fernández de Kirchner se sentará frente a la webcam de su computadora en su departamento de la calle San José de Constitución, donde cumple condena con inhabilitación para ejercer cargos públicos por la causa Vialidad.
Enfrentará otra acusación de corrupción en su historia, con el juicio a los cuadernos de las coimas escritos por el chofer Oscar Centeno, el remisero de Roberto Baratta, la mano derecha de Julio De Vido, su ministro estrella, que aseguró verla “en jogging” en la Quinta de Olivos cuando declaró como arrepentido, seguramente la máxima traición de estilo en la historia política argentina contemporánea.
Centeno dijo cosas peores. Allí, en uno de esos cuadernos, que data de mayo de 2013 -convalidado por una pericia caligráfica de Gendarmería Nacional-, Centeno aseguró que CFK citó a De Vido y a Baratta para continuar el megaesquema de recaudación de coimas a empresarios deseosos de torcer a su favor la maquinaria de la obra pública, iniciado originalmente por su ex marido, Néstor Kirchner.
La ex presidenta estará allí, frente a esa webcam, por un tiempo.
El juicio a los cuadernos de las coimas escritos por Oscar Centeno comenzará en el Tribunal Oral Federal N°7 con una audiencia semanal, cada jueves a las 9:30, al menos hasta el fin de la feria de verano. Además de CFK, serán juzgados otros 86 imputados; son 22 ex funcionarios y empleados políticos, junto a 65 empresarios.
Se escucharán, en principio, las declaraciones de 626 testigos como la ex empleada de Presidencia Miriam Quiroga e Hilda Horovitz, ex mujer de Centeno, la primera en destapar el caso. Los acusadores serán la fiscal Fabiana León y su colega Paul Starc, titular de la Unidad de Información Financiera.
Cualquiera podrá verlo. El proceso, una cuadrícula de Zoom, será transmitido de forma oficial por YouTube. No entraría en ninguna sala de la Argentina, dada su dimensión. La mística de sentarse entre unos pocos periodistas en una butaca vieja de Tribunales para ver a la política crujir quedará suspendida esta vez.
En la primera audiencia, aseguran fuentes judiciales a Infobae, se presentará a los jueces y a las partes. Luego, se leerá el pedido de elevación a juicio del fiscal Stornelli, algo que podrá tomar toda la audiencia y quizás buena parte de la siguiente. Se hará lo mismo con las elevaciones a juicio de las diversas causas conexas que integran el total del juicio. Luego, vendrán las indagatorias, si es que alguno de los imputados quiere responder. Las rondas de testigos aún no fueron definidas. Hilda Horovitz todavía espera que la llamen.

Es un juicio sin plazo de cierre. Nadie podría preveer qué Argentina espera más allá del veredicto. La posible eternidad del proceso -que comienza siete años después de la explosión del caso en agosto de 2018, con la chance de múltiples demoras más de cara a las posibles presentaciones de todas las defensas defensas- podría superar a la grieta misma, la industria de la confrontación del kirchnerismo y sus enemigos.
Tal vez, cuando este juicio termine, la grieta ni siquiera exista para el periodismo, la política y el Poder Judicial. La dialéctica que convirtió a sus protagonistas en héroes o villanos, o en estrellas como mínimo, tal vez sea completamente inútil. Tal vez, vuelva con más fuerza que nunca a mitad de camino. La coyuntura siempre es impredecible. La política argentina, más todavía.
Esa narrativa de conflicto, sin dudas, fortaleció a la ex presidenta.

Expresiones como “lawfare”, o warfare through law, la guerra política librada en su contra, o en contra de cualquiera en Comodoro Py, comenzaron a ser parte de su narrativa tras el comienzo de la era Cuadernos. El término forum shopping, elegir a dedo un fiscal o juez sin pasar por la Cámara Federal, fue repetido con más fuerza luego de que el fiscal Carlos Stornelli recibiera los cuadernos de manos del periodista Diego Cabot con la excusa de que Hilda Horovitz, ex de Centeno, las había mencionado una causa previa que investigaba sobreprecios en la venta de gas licuado, investigada por Stornelli -por la que De Vido y Baratta terminaron condenados- sin enviarla a la Cámara federal.
Así, empezó otra era del relato kirchnerista, con esta retórica que demuestra el poder de síntesis del idioma inglés, con largos posteos en redes sociales en vez de cadenas nacionales. En medio, CFK senadora se convertiría en vice. Bonadio pidió quitarle los fueros cuando la elevó a juicio por el caso Cuadernos en 2019; no ocurrió.

Estas son cosas de otros tiempos, de cara al diario de hoy. La derrota política del kirchnerismo estilo 2025 en las últimas elecciones legislativas, ciertamente, reduce la intensidad del impacto del caso Cuadernos. Quienes buscan ver a Cristina Fernández condenada de vuelta no lo lograrán en el corto plazo. CFK fue procesada en diez causas; cinco de ellas ya fueron elevadas a juicio. Parece anticlimático por donde se lo mire.
Sin embargo, la coyuntura no puede diluir el impacto de la acusación misma.
El 20 de septiembre de 2019, seis meses antes de su muerte, el juez Bonadío cerró la causa y la elevó a juicio. Pidió que CFK, en ese momento senadora, responda como jefa de una asociación ilícita, con 204 episodios de recepción de coimas, ocurridos entre 2009 y 2011-, tres de ellas junto a su ministro de Planificación, Julio de Vido. También, pidió su desafuero. Este último pedido ya era algo habitual; Bonadío fue el juez de siete de diez causas iniciadas en Comodoro Py contra Fernández de Kirchner. Néstor Kirchner también fue acusado; su muerte en 2010 extinguió la causa en su contra.

En su escrito final, Bonadío apuntó: “La asociación ilícita fue comandada por Néstor Carlos Kirchner y Cristina Fernández, quienes detentaron el cargo de Presidente de la República Argentina... El dinero era entregado alternativamente a los titulares del Poder Ejecutivo Nacional o sus secretarios privados en Uruguay 1306 y Juncal 1411, CABA –domicilio particular de Néstor Carlos Kirchner y Cristina Elisabet Fernández-, en la Residencia Presidencial de Olivos y/o en la Casa de Gobierno; parte de este dinero fue redistribuido o se realizaron pagos para otros funcionarios públicos".
En julio de ese año, tres meses antes, Carlos Beraldi, defensor de CFK, pidió que la envíen a juicio. Estaba en plena campaña electoral como vice. En ese escrito, Beraldi condensó sus históricas quejas, que sostendría durante años ante el Tribunal Federal N°7 y las diversas salas de la Cámara de Casación.
Beraldi, entre tantos párrafos, sostuvo: “En condiciones normales, la posibilidad de que estas actuaciones pudieran ser elevadas a juicio, en términos jurídicos, resultaría absurda. Ello así, pues todo lo actuado es insanablemente nulo, al haberse vulnerado todas y cada una de las garantías previstas en la Constitución Nacional”.
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