
Durante el periodo de mayor esplendor bajo el reinado de Hammurabi (1792-1750 a.C.), la ciudad ubicada a orillas del Éufrates se consolidó como epicentro de un imperio que abarcó vastas regiones de Mesopotamia, según National Geographic. Hammurabi expandió su dominio conquistando Ur, Eshnunna, Assur, Nínive y Tuttul, además de impulsar un significativo auge cultural, económico y religioso, sobre todo en la capital. El crecimiento de la metrópoli atrajo a migrantes de diversas zonas, generando una sociedad notablemente compleja y diversa.
La vida diaria en Babilonia, reconstruida a partir de miles de tablillas cuneiformes que han resistido casi 4.000 años, muestra una sociedad con inquietudes y rutinas similares a las actuales. Estos documentos recogen gestas reales, conflictos, transacciones comerciales, disputas legales y detalles domésticos. El núcleo de la vida social lo constituía la familia, que solía habitar viviendas de dos o tres habitaciones organizadas alrededor de un patio central. Los hogares acomodados disponían de baños, cámaras metálicas para objetos valiosos y espacios de culto.
Matrimonio, divorcio y adopción
Las parejas monógamas eran la norma, aunque la ley contemplaba la poligamia en situaciones específicas, como infertilidad de la esposa o prolongada ausencia del marido. Los acuerdos matrimoniales (rikistu, en acadio) se formalizaban por escrito. El vínculo conyugal podía disolverse; diversos textos relatan la ruptura mediante el gesto simbólico de “cortar el dobladillo”. Un documento del siglo XVIII a.C. describe cómo Aham-nirši manifestó ante testigos: “(Puedes) colgarme de un clavo, sí, descuartizarme: ¡No seguiré casado (con ella)!” Aunque su esposa expresó su amor, él persistió y realizó el gesto que simbolizaba el final del compromiso.
La finalidad central del matrimonio era la descendencia. La comprensión sobre el útero se refleja en el poema épico Atrahasis: “El útero estaba abierto y produciendo bebés”. Si la fertilidad fallaba, las parejas buscaban remedios herbales, amuletos o prácticas mágicas. La adopción era común para asegurar herederos, obtener aprendices o garantizar cuidados en la vejez y en los ritos funerarios. Los adoptados podían heredar bienes, aprender un oficio o recibir educación desde pequeños.

Formación y trabajo
La transmisión de oficios estaba vinculada a la dinámica familiar: los jóvenes se formaban en el hogar, siguiendo el ejemplo paterno, aunque podían establecerse contratos de aprendizaje con artesanos relevantes. Una tablilla del siglo XV a.C. narra cómo Huitilla entregó a su hijo Naniya en adopción a Tirwiya, quien debía proporcionarle esposa y enseñarle el oficio de tejedor. Si el acuerdo no se cumplía, el padre podía recuperar a su hijo.
Economía y vida profesional
La economía babilónica se sostenía en el trabajo artesanal y el comercio. A diferencia de los sumerios, cuyos artesanos dependían de palacios y templos, en Babilonia muchos actuaban de forma privada. Miles de tablillas documentan entregas de cebada y otros bienes a jardineros, herreros, panaderos y constructores. La industria textil, en la que participaban mujeres, niños y personas esclavizadas, fabricaba productos que los comerciantes distribuían a través de rutas establecidas. El desarrollo de infraestructuras, sistemas de irrigación y la expansión militar contribuyeron a la prosperidad imperial.

Ley y justicia
El orden social se regulaba mediante las 282 leyes del Código de Hammurabi, que abarcaban aspectos económicos, familiares y penales. Hammurabi justificó su tarea en la estela dedicada a Marduk: “Anu y Bel llamaron por mi nombre, Hammurabi, para instaurar la justicia en la tierra, destruir a los malvados y a los malhechores, para que el fuerte no oprima al débil”. Los jueces, apreciados por su conocimiento, resolvían disputas sobre propiedades, herencias, robos o divorcios. No existía la figura de abogado profesional, por lo que los litigantes se representaban a sí mismos. En ocasiones, el propio rey presidía los juicios; un documento relata la demanda a Sumu-la-ilu por una casa y huertos: “Acudieron ante el rey para litigar. El rey [juzgó] el caso de la mujer Sumu-la-ilu. En adelante, quien presente una demanda pagará 200 siclos de plata”.
Ocio y entretenimiento
La música, la danza y los juegos con dados de huesos de tobillo de animales formaban parte del entretenimiento cotidiano. Estos dados también se utilizaban para la adivinación, arrojándose sobre tablillas con signos zodiacales. Músicos, bailarines, cantantes, encantadores de serpientes, acróbatas y domadores de osos ofrecían espectáculos a la población.
La combinación de riqueza cultural, estructura social y sofisticación legal hizo que Babilonia se consolidara como una de las joyas del mundo antiguo.
<br>
Últimas Noticias
Gracias a la IA, identificaron al “verdugo nazi” que aparece en una de las fotos más aterradoras del Holocausto
Un avanzado análisis facial, combinado con el uso de la tecnología, permitió revelar la identidad del asesino en la emblemática imagen de “El último judío en Vínnitsa”

Dos naufragios de la dinastía Ming revelan detalles inéditos sobre la Ruta de la Seda
El descubrimiento descubre la magnitud del comercio marítimo y desafía la visión tradicional sobre el aislamiento de la antigua China

Un estudio reveló que los dinosaurios mantenían alta diversidad hasta el impacto de un asteroide
Hallazgos recientes en el suroeste de Estados Unidos aportaron pistas sobre la adaptación de especies antes de la extinción masiva. Los detalles de un estudio publicado en la revista Science

Mariquita Sánchez de Thompson: vida de una vanguardista que luchó por sus derechos y fue “influencer” en la Buenos Aires colonial
Fue una mujer adelantada a su época que, desde adolescente, defendió sus deseos. Su casa se transformó en un clásico de las tertulias porteñas, todo el mundo la conocía y su nombre fue marca registrada de la sociabilidad en las primeras décadas del siglo XIX

El primer día del tranvía eléctrico: el “monstruoso peligro” que iba a 30 kilómetros por hora y era apedreado por los vecinos
El primer coche a energía eléctrica en la Ciudad de Buenos Aires hacía temblar todo a su paso, provocaba accidentes y muchos temían que el tendido callejero electrocutase al peatón. De todo se dijo de este medio de transporte que, pese a todas las críticas, las críticas y las alabanzas que recibía se debía al progreso que estaba llegando


