
La ciencia ha comprobado que alcanzar una vida extensa y saludable no depende solo de una alimentación equilibrada o de la actividad física. Un análisis reciente de New Scientist señala que la calidad de las relaciones sociales, el sentido de propósito y una actitud positiva ante el paso de los años son igual de determinantes para la longevidad y el bienestar psicológico.
Esta mirada, respaldada por investigaciones clave y opiniones de expertos, está cambiando la percepción del envejecimiento saludable en sociedades cada vez más atentas a la calidad de vida durante la vejez.
El valor de los vínculos sociales quedó reflejado en el Harvard Study of Adult Development, la investigación más amplia sobre la vida humana, realizado hasta la actualidad. Desde 1938, este proyecto ha seguido a más de dos mil personas y a sus familias para identificar los factores que favorecen el florecimiento físico y mental.

Mark Schultz, subdirector del estudio, afirmó a New Scientist: “Las personas cercanas nos ayudan a encontrar soluciones a los problemas y a regular emociones difíciles. El simple hecho de estar cerca de otros calma el cuerpo de formas importantes”. Los datos recopilan que quienes mantienen lazos sociales positivos y participan con su comunidad en la mediana edad muestran menor riesgo de depresión y mejor función cognitiva en la vejez.
De vínculos a sentido de propósito, los factores claves para una vida saludable
Las relaciones sociales aportan beneficios que superan el bienestar emocional. Recientes investigaciones demuestran que contar con amistades cercanas fortalece el sistema inmunológico y favorece la presencia de células que ralentizan el envejecimiento inmunitario.
Además, la sociabilidad influye en la actividad genética relacionada con el envejecimiento celular y los mecanismos del cuerpo frente al estrés. Dado que el estrés crónico constituye un riesgo para enfermedades cardíacas, Alzheimer y otras dolencias, estos efectos resultan cruciales.

Un metaanálisis de 148 estudios citado por New Scientist reveló que las personas con relaciones sociales sólidas tienen un 50% más de posibilidades de sobrevivir respecto a quienes carecen de ellas.
La soledad, en contraste, causa consecuencias negativas para la salud. Schultz plantea una prueba simple: preguntarse a quién acudiría si se sintiera enfermo o asustado en medio de la noche. Si no aparece ningún nombre, existe un riesgo de aislamiento, lo que incrementa la probabilidad de depresión, enfermedades cardíacas y deterioro cognitivo.
Según los datos recogidos por New Scientist, este factor influye más en la mortalidad prematura que la obesidad. Ashwini Nadkarni, de la Harvard Medical School, señaló que “el dolor emocional derivado de la soledad puede provocar la misma respuesta de estrés que una enfermedad crónica y, por tanto, conducir a inflamación crónica y reducción de la inmunidad”. Por este motivo, potenciar el sentido de comunidad en la vejez se vuelve indispensable.

Superar la soledad no exige siempre apoyo profesional. Katherine Schafer, psicóloga clínica del Vanderbilt University Medical Center, sugirió a New Scientist dos pasos prácticos: buscar maneras de contribuir en la vida de otros y aceptar que los demás también ayuden.
“Empiece por algo muy pequeño. ¿Vio a un padre que dejó caer el zapato de un niño? Recójalo y entrégueselo. Ya ha tenido un impacto positivo en alguien”, señaló. Aceptar este tipo de gestos y reflexionar sobre el cuidado recibido facilita nuevas conexiones, el mejor antídoto contra el aislamiento.
El sentido de propósito representa otro pilar fundamental para la longevidad. Aunque parezca un concepto vacío, la ciencia respalda su relevancia. Tener un propósito —algo que aporte dirección o significado a la vida— se vincula con menor riesgo de enfermedades crónicas y menor mortalidad general.
Eric Kim, de la University of British Columbia, dirigió en 2022 un estudio con casi 13.000 adultos estadounidenses mayores de 50 años, en el que se comprobó que quienes fortalecieron su sentido de propósito durante ocho años practicaron más actividad física, presentaron menos problemas de sueño y mostraron menor riesgo de accidente cerebrovascular y mortalidad.
La actitud frente al envejecimiento también repercute en la salud. Una investigación de 2022 con unos 14.000 adultos estadounidenses mayores de 50 años, citada por New Scientist, halló que quienes mantenían una visión más positiva sobre el envejecimiento tenían un 43% menos de riesgo de fallecer por cualquier causa en cuatro años, frente a quienes mantenían la actitud más negativa.
Otras investigaciones prueban que reformular pensamientos negativos ayuda a reducir el estrés de forma significativa y que el optimismo disminuye el riesgo de enfermedades cardíacas.

En términos prácticos, especialistas recomiendan acciones sencillas para cuidar el bienestar psicológico durante la vejez.
Elaine Neuwirth, de 87 años, compartió en redes sociales —en un testimonio recogido por New Scientist— que lo esencial es involucrarse, interactuar y tener un propósito: “Levántese y muévase…, forme parte del mundo”. Su mensaje, que alcanzó a millones de personas, sintetiza el consenso científico actual respecto a la importancia de cuidar la salud mental y social, junto con los hábitos tradicionales.
Por lo tanto, cuidar la alimentación y realizar ejercicio resulta importante, pero potenciar el bienestar psicológico y las conexiones sociales puede marcar la diferencia en la calidad y duración de la vida. Como concluye New Scientist, los pequeños gestos cotidianos y una actitud abierta hacia el envejecimiento pueden ser clave para lograr más años y mejor salud.
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