En el corazón de Manhattan, el 432 Park Ave se ha consolidado como uno de los rascacielos más recientes y lujosos de Nueva York, destacando en el horizonte de Midtown con sus 425 metros de altura y 96 pisos.
Desde su inauguración en 2015, este edificio, situado en la exclusiva Billionaires’ Row y con vistas privilegiadas a Central Park, ha atraído a celebridades y figuras de la realeza, convirtiéndose en un símbolo de modernidad y exclusividad. A modo de ejemplo, las ventas de sus residencias alcanzaron los USD 2.500 millones en apenas tres años, convirtiéndolo así en una de las edificaciones más importantes de la gran manzana.
A pesar de su prestigio, la estructura atraviesa un presente complicado debido a una situación que inquieta tanto a sus residentes como a expertos en ingeniería. Aunque los detalles aún no se han hecho públicos en su totalidad, el edificio presenta un problema que podría tener implicaciones para la seguridad de quienes viven allí y de los peatones que circulan por las calles cercanas, ya que los expertos temen una posible “lluvia de concreto”.
De todas maneras, según información recogida por The New York Times, el edificio permanece dentro de los estándares regulatorios, conforme al último reporte oficial de la empresa, aunque especialistas y diseñadores insisten en la gravedad del panorama
Problemas estructurales en 432 Park Ave.

Un estudio reciente ha puesto en evidencia la gravedad de los problemas estructurales que afectan al gigante de Central Park. La fachada de hormigón blanco, seleccionada por su impacto visual, muestra desde la finalización de la obra grietas, fisuras y piezas faltantes. Fotografías actuales revelan numerosas rajaduras en el exterior, algunas ya reparadas o rellenadas, mientras que en ciertos puntos se observan fragmentos completos de la fachada desprendidos en los niveles superiores.
El ingeniero estructural Steve Bongiorno, consultado por The New York Times, advirtió que, si no se lleva a cabo una restauración integral, el edificio podría volverse “inhabitable”. El profesional detalló que “se caerán trozos de hormigón y las ventanas comenzarán a aflojarse”, lo que podría permitir la entrada de agua y causar daños internos severos.
Según sus palabras, en ese escenario, los ascensores no pueden ser utilizados, los sistemas mecánicos presentan fallas. Asimismo, las tuberías dañadas provocan fugas de agua por todos lados, lo que podría provocar un abandono por parte de arrendatarios y propietarios. Incluso, temen una posible “lluvia de concreto” ante los posibles desprendimientos.

La preocupación de los expertos se intensifica ante la posibilidad de que fragmentos de hormigón caigan desde los 425 metros de altura sobre los peatones, ya que no existe ningún cobertizo sobre la vereda que los proteja de posibles pequeños derrumbes.
José Torero, especialista en ingeniería del University College de Londres, expresó que “un edificio de 10 años no debería mostrar ese nivel de deterioro”. Bongiorno, por su parte, subrayó que la estructura está sometida a una tensión mayor de la prevista, lo que incrementa el riesgo de incidentes.
Correos internos, inspecciones y riesgos a futuro
La investigación destacada por el medio local revela que los problemas de la fachada eran conocidos desde la fase de construcción. Correos electrónicos internos obtenidos por el medio muestran que tanto diseñadores como ingenieros debatieron sobre la idoneidad del hormigón blanco, advirtiendo que su uso podría derivar en complicaciones futuras.

En uno de estos mensajes, Jim Herr, director de la firma de Rafael Viñoly, advirtió en 2012: “Están yendo por un camino peligroso y resbaladizo que creo que eventualmente conducirá al fracaso y a demandas judiciales”. Otro ingeniero de WSP resumió la disyuntiva en un mensaje: “Color o grietas”, reflejando el dilema entre la estética y la durabilidad.
A pesar de las advertencias, los promotores decidieron mantener el diseño original. El Departamento de Edificios de Nueva York informó que durante las inspecciones es habitual retirar “pequeñas cantidades de materiales sueltos” de las fachadas y que 432 Park Ave ha superado las revisiones sin que se hayan detectado condiciones inseguras. La última inspección de fachada se realizó en 2023.
Actualmente, los residentes evalúan una reparación integral estimada en USD 160 millones y con una duración de tres años, según e-mails recogidos por The New York Times. Frente a las informaciones sobre daños y la necesidad de reparaciones, la constructora CIM Group calificó estos reportes como “infundados” y consideró “categóricamente falsas, difamatorias y otro paso en falso de la junta que reducirá los valores de las propiedades” las acusaciones de que los desarrolladores ignoraron los problemas.
Aunque el informe confirma que 432 Park Ave cumple con el código y no enfrenta riesgos de colapso, la frecuencia de incidentes en tan solo una década mantiene en alerta a los especialistas y a quienes observan la evolución de este emblemático rascacielos.
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