
Las organizaciones de tráfico de drogas en el Caribe han modificado sus rutas y métodos de transporte en respuesta a la reciente intensificación de la presencia militar de Estados Unidos en la región. Esta reacción ha generado un aumento significativo en los vuelos que trasladan estupefacientes y ha provocado una reconfiguración de los canales de envío hacia mercados en Europa, Australia y África.
En septiembre pasado, la destrucción por parte del ejército estadounidense de una lancha rápida que se dirigía a la costa sur de República Dominicana evidenció la contundencia de la ofensiva. “Más de 375 paquetes de cocaína fueron lanzados al mar Caribe”, informaron las autoridades dominicanas al New York Times, quienes además reportaron la recuperación de 1,000 kilos de cocaína.
La operación se enmarca en un año con cifras sin precedentes: la agencia antidrogas dominicana ha incautado cerca de 19,000 kilos de drogas desde enero, antes incluso del despliegue de buques estadounidenses en la zona.

Innovación de tácticas
La administración Trump argumenta que la militarización busca combatir carteles calificados como “terroristas”. Estas acciones, según expertos citados por The New York Times, han forzado a los narcotraficantes a innovar sus tácticas. Se observa una migración hacia el uso de vuelos clandestinos que dejan caer cargamentos al mar, puntos de recogida por embarcaciones más grandes, y el camuflaje en cargas legales en buques mercantes.
“Estamos viendo cambios en el modus operandi”, explicó Patrae Rowe, director de la División de Investigaciones de Narcóticos y Armas de Fuego de la Policía de Jamaica. “Se emplean medios cada vez más encubiertos, como ocultar la droga en cargamentos de alimentos”. Las autoridades jamaicanas han decomisado más de 2,500 kilos de cocaína, la mayoría en una sola operación.
Aunque el Caribe perdió protagonismo como ruta principal desde la década de 1980, su relevancia ha repuntado por el aumento de la producción y la demanda internacional de cocaína. El tráfico se ha desplazado hacia mercados europeos, donde los precios y ganancias para los traficantes resultan superiores.

Una parte de la droga colombiana pasa por Venezuela y las islas del Caribe, donde se reempaca y redirecciona. Esta modalidad, según fuentes policiales en Trinidad y Tobago, complica la detección debido a la mezcla de la droga con productos legales, como frutas o legumbres.
En Trinidad, la presencia militar de Estados Unidos ha provocado un incremento de los vuelos clandestinos desde Sudamérica, según un alto funcionario antidrogas local que pidió anonimato: “mientras que antes había cinco vuelos ilegales por la mañana, ahora hay quince”.
Varios paquetes de cocaína encontrados en playas de Trinidad y otras islas venían atados con ganchos para facilitar su recogida en altamar. En San Vicente y las Granadinas, se hallaron otros con leyendas como “Industria Colombiana”.
Según datos del gobierno dominicano, en los últimos cinco años se han incautado en el país cerca de 225,000 kilos de drogas. “El precio de un kilo de cocaína en el Caribe ronda los 3,000 dólares”, subrayó el artículo del New York Times. Se estima que el refuerzo militar está elevando los precios, pero los efectos plenos no se percibirán en varios meses.

La opinión de los expertos
Pese a estas acciones, los expertos ponen en duda la real eficacia del despliegue militar. “Hay una sobreproducción de cocaína en los países de origen”, señaló Alberto Arean Varela, coordinador regional de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, quien añadió que “todavía hay mucho por traficar”.
Por su parte, Lilian Bobea, socióloga experta en narcotráfico, indicó que la presión de Estados Unidos sobre México y el aumento del consumo “está volviendo a hacer muy relevante al Caribe”.
La Guardia Costera de Estados Unidos incautó casi 175,000 kilos de cocaína durante el año fiscal que finalizó en septiembre —el doble que el año previo—, de los cuales 64,000 se confiscaron en aguas del Caribe. No obstante, la agencia confirmó que la mayor parte de su labor se mantiene en el Pacífico.

La administración estadounidense justifica su estrategia militar por el impacto de los narcóticos en la salud pública. Sin embargo, la mayoría de los fallecimientos por sobredosis en ese país corresponden al consumo de fentanilo, que no transita por la ruta caribeña.
Los carteles han mutado su estructura, delegando tareas específicas —cultivo, almacenamiento, transporte— a diferentes grupos criminales. Según un funcionario antidrogas de Trinidad y Tobago, esto dificulta el desmantelamiento de las redes.
Expertos y autoridades coinciden en que el Caribe sigue siendo un importante nodo para el tráfico de cocaína, aunque la mayoría de la droga destinada a Estados Unidos circula aún por el Pacífico.
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