
La Junta de Audiencias de Libertad Condicional de California negó este jueves 21 de agosto la solicitud de liberación de Erik Menéndez tras una deliberación realizada en la prisión de San Diego, postergando cualquier posibilidad de libertad hasta dentro de tres años.
La sesión —desarrollada a puerta cerrada y comunicada en formato virtual a la prensa por decisión del Departamento Correccional— representó el momento más cercano en décadas en que los hermanos Menéndez han estado al borde de abandonar el sistema penitenciario, casi 36 años después del crimen que conmocionó a los Estados Unidos.
Erik Menéndez, de ahora 53 años, permanece recluido junto a su hermano Lyle Menéndez, condenado igualmente por los asesinatos de sus padres, José Menéndez y Kitty Menéndez, en la mansión familiar de Beverly Hills en 1989.
Ambos fueron sentenciados a cadena perpetua sin derecho a libertad condicional en 1996, pero en mayo de este año, un juez redujo las penas a 50 años a cadena perpetua debido a una normativa que otorga a los condenados por delitos cometidos siendo menores de 26 años la opción de revisión anticipada. Esta modificación les permitió acceder, por primera vez, a una audiencia formal de libertad condicional.
Una audiencia extensa, argumentos y cuestionamientos
La audiencia de este jueves se extendió por varias horas con la intervención de dos comisionados, quienes cuestionaron en profundidad a Menéndez respecto a los motivos detrás de los homicidios, el uso de violencia extrema, la adquisición ilegal de armas con identificaciones falsas y las numerosas faltas disciplinarias cometidas en prisión.
Entre estas últimas se encuentra la participación en peleas, uso y contrabando de teléfonos celulares, consumo de drogas, colaboración con una pandilla y su involucramiento en un esquema de fraude fiscal, elementos que pesaron en la decisión adversa del panel.
Durante su intervención, Erik Menéndez buscó convencer a los comisionados describiendo el proceso de transformación personal que, según él, inició en 2013. “Encontré mi fe, asumí responsabilidades y le hice una promesa a mi madre”, relató el sentenciado según la defensa encabezada por Heidi Rummel: “desde que comprendí que podía tener una segunda oportunidad, cambié mi perspectiva completamente”.
Menéndez, de cabello canoso y con gafas —tal como se mostró en la transmisión oficial—, aseguró que el aniversario del asesinato coincidía con la audiencia: “hoy es el día en que todas mis víctimas supieron que mis padres habían muerto. Hoy es el aniversario de su viaje de trauma”.

El panel también abordó antecedentes de la vida temprana de Menéndez, como dos robos cometidos durante la secundaria y la adquisición ilegal de armas —detalles que sugieren, según los comisionados, una estructura de valores apartada de la legalidad desde edades tempranas.
A la pregunta de por qué no consideraron huir antes del crimen, Erik declaró: “huir era inconcebible. Huir significaba morir”. También ahondó en los alegatos centrales de la defensa, basados en los abusos sexuales y psicológicos presuntamente infligidos por su padre, argumento que desde el inicio dividió a la opinión pública y el jurado.
Este expediente disciplinario negativo fue clave para que la junta negara la excarcelación, una postura reforzada por miembros de la fiscalía presentes en la audiencia.
El fiscal del condado de Los Ángeles, Nathan Hochman, manifestó su franca oposición a la posibilidad de libertad condicional para los Menéndez y los equiparó con casos icónicos del crimen estadounidense. “La falta de verdadera introspección e identificación con el daño causado convierte a quienes mantienen la misma versión durante décadas en personas peligrosas”, declaró el funcionario.
El fiscal Habib Balian indagó sobre si los hermanos intentaron manipular testigos o presentaron los asesinatos como obra de la mafia, cuestionamientos que los comisionados desestimaron por considerar que la sesion no era un rejuicio sino un análisis de reintegración social, según recogió Reuters.

El apoyo de la familia
A pesar del riguroso interrogatorio, la defensa y los familiares de Erik Menéndez buscaron ofrecer una imagen de arrepentimiento, cambio y apoyo social. Más de una docena de parientes intervinieron de manera remota, incluyendo a su tía, Teresita Menéndez-Baralt, quien padece cáncer terminal.
“Él se conduce con bondad, integridad y fuerza que proviene de la paciencia y la gracia”, expresó la familiar, y aseguró que le abriría las puertas de su hogar en caso de una futura excarcelación. Otra allegada ofreció hospedarlo en Colorado, facilitar su reintegración laboral y familiar, así como disfrutar de actividades en la naturaleza.
Estas muestras de respaldo fueron presentadas en sintonía con el crecimiento del movimiento social que, a raíz del reconocimiento de los presuntos abusos sufridos por los hermanos, ha intensificado los llamados a su liberación.
La transformación de Erik Menéndez dentro del penal también fue reconocida por la comisionada Rachel Stern, quien valoró la creación de un grupo para la asistencia de internos mayores y discapacitados. Él mismo señaló: “ver mis crímenes a través de los ojos de mi familia ha sido central en mi evolución y crecimiento. Comprendo la magnitud de mi responsabilidad, el dolor causado y el impacto generacional”.
El proceso judicial no ha finalizado. El viernes 22 de agosto está previsto que Lyle Menéndez comparezca ante la junta y la expectativa persiste tanto entre seguidores como detractores de los hermanos. La decisión adoptada con Erik Menéndez perfila el tipo de análisis que probablemente enfrentará su hermano en su propia audiencia.
Se prevé que la próxima oportunidad para solicitar la libertad condicional sea recién en 2027.