
Madrid vive un momento de auge como destino turístico y ciudad de acogida. En 2024, la capital batió su récord histórico al recibir más de 11 millones de visitantes, impulsada por la llegada de turistas internacionales —en especial de Estados Unidos, Italia y China— y por un gasto que superó los 16.000 millones de euros. Pero la atracción de Madrid no se limita al turismo: también es una de las principales puertas de entrada para la inmigración. Solo en 2023, la ciudad ganó más de 100.000 nuevos residentes procedentes del extranjero, especialmente de América Latina.
Además, la oferta cultural, la calidad de vida, el dinamismo económico y la conectividad explican este doble fenómeno. Museos de renombre, barrios con historia, una vida nocturna vibrante y un urbanismo bien conectado convierten a la capital en un imán para quienes buscan ocio, oportunidades o un nuevo comienzo. Todo esto, sin renunciar a su identidad abierta y diversa. Ante esta situación, @coreyyy.exe, un creador de contenido que habla sobre su experiencia como australiano viviendo en Madrid, ha dado su opinión sobre cómo es pasar un verano entero en la capital española.
“El nivel de turismo aquí es mucho más bajo que en Barcelona”

“Madrid es una ciudad increíble para estar en verano. Te diré por qué. Por un par de razones”, comienza diciendo Corey en uno de sus últimos vídeos. Frente al calor sofocante que muchos asocian con la capital en julio o agosto, este australiano ofrece una visión alternativa y poco habitual, basada en su experiencia como residente extranjero. Una de las claves para entender esta percepción está en el tipo y cantidad de turismo que recibe Madrid durante los meses estivales. “En primer lugar, el nivel de turismo aquí es mucho más bajo que en Barcelona, Sevilla u otras zonas costeras, y mucha gente abandona la ciudad”, explica.
“Así que hay muchas partes de la ciudad que son tranquilas y pacíficas y que parecen muy locales”, añade. En barrios como Chamberí, Lavapiés o Conde Duque, los ritmos se ralentizan y la vida de barrio cobra protagonismo. Las terrazas se llenan de vecinos y el bullicio habitual de otras épocas del año se transforma en una calma estival que, para muchos, resulta perfecta.
Además, destaca que el tipo de visitante que llega a Madrid no suele buscar fiestas masivas ni espectáculos nocturnos descontrolados. “Está el tipo de turismo que hay aquí. Suelen ser parejas o gente que busca algo tranquilo. Ya sabes, muchos bares, van a algunos museos, un par de Picassos, ese tipo de cosas”, afirma. En contraposición con el turismo de masas o de fiesta asociado a otras ciudades, el perfil que llega a Madrid en verano parece más interesado en el ocio cultural, la gastronomía o el simple placer de callejear.
Eso sí, Corey no es ajeno a la faceta más festiva de la capital. “No buscan libertinaje, aunque si revolvieran una sola piedra, lo encontrarían”, dice, en tono irónico. Porque aunque Madrid se muestre más pausada, sus verbenas, conciertos y festivales al aire libre siguen activos, sobre todo en agosto, con las populares fiestas de San Cayetano, San Lorenzo y la Paloma.
“Quiero decir, en esta época del año también hay muchas fiestas y festivales, pero en general, Madrid se vuelve súper tranquila y está tan lejos de la intensidad de las multitudes y de Barcelona”, resume. Esa comparación con la ciudad condal no es casual: mientras Barcelona vive su pico turístico en verano, Madrid ofrece una experiencia más serena, menos saturada y, para algunos, más auténtica. Para Corey, lo que hace especial a Madrid en verano no es solo el clima seco o los cielos despejados, sino ese equilibrio entre cultura, vida cotidiana y descanso. Una perspectiva que comparten muchos de los que eligen la ciudad como refugio estival.
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