Arturo Pérez-Reverte regresa con una nueva aventura de ‘Alatriste’: “Es un libro que no le gusta ni a la extrema izquierda ni a la derecha”

El escritor retoma su mítica saga con una octava entrega titulada ‘Misión en París’

Guardar
El escritor Arturo Pérez-Reverte
El escritor Arturo Pérez-Reverte

Regresa Diego Alatriste tras casi catorce años de ausencia con la octava entrega de la saga, Misión en París.

Veintiocho años y diez meses después de la publicación de la primera novela, el espadachín más célebre de la literatura española contemporánea vuelve a las librerías, reavivando el fenómeno que ha convertido a Las aventuras del capitán Alatriste en una de las series más leídas en nuestro país.

En cuestión de números la editorial, orgullosa, los proporciona: cinco millones de ejemplares vendidos solo en español y otros dos millones en los veintiún idiomas a los que ha sido traducida.

La popularidad de Alatriste ha trascendido el ámbito literario, con adaptaciones cinematográficas, una miniserie de trece episodios, juegos de rol y de mesa, rutas teatralizadas por el Madrid del Siglo de Oro, ediciones escolares, figuritas y hasta un sello oficial de Correos. Incluso se celebró un congreso internacional dedicado a la serie y se abrió un restaurante en la zona madrileña donde la ficción sitúa la taberna de Caridad la Lebrijana. Casi nada.

Creo que es un personaje que molesta a los extremos, a los de izquierdas y a los de derechas, a unos porque lo consideran imperialista y a otros por las leyendas negras de la Inquisición”, ha comentado el autor durante la rueda de prensa de su nueva novela. “Pero, en realidad, Alatriste es un símbolo de todos los españoles, con sus luces y sus sombras”.

De qué va ‘Misión en París’

Misión en París se sitúa cronológicamente tras los acontecimientos de El puente de los Asesinos. Aunque en la realidad han transcurrido casi tres décadas desde la aparición de la primera novela, en el universo narrativo solo han pasado poco más de cuatro años, desde la primavera de 1623 hasta la Navidad de 1627.

En este periodo, el soldado Diego Alatriste y su joven protegido Íñigo Balboa han recorrido escenarios tan diversos como Madrid, Sevilla, Flandes, Italia y el Mediterráneo, enfrentándose a guerras, conspiraciones y misiones de todo tipo.

La acción se traslada a París y, posteriormente, a La Rochela, en el contexto del asedio que marcó la historia europea en 1628. Tras los sucesos de Venecia, Alatriste, Copons y el moro Gurriato permanecen en el norte de Italia, participando en campañas militares, mientras que Íñigo regresa a Madrid como correo real.

Seis meses después, el conde de Guadalmedina y Francisco de Quevedo los reúnen para una misión secreta en la capital francesa. La trama se desarrolla en un París descrito con minuciosidad: desde la posada Le Cygne d’Or, cerca del Louvre, hasta la residencia del señor de Tréville y la embajada española, pasando por la isla de San Luis, la plaza de la Grève, el Puente Nuevo, la plaza Dauphine y la catedral de Notre Dame.

El recorrido por la ciudad permite a los protagonistas observar las diferencias entre la vida parisina y la española. Copons, impresionado por la magnitud de París, reconoce que “es más ciudad que Madrid, Diego, reconócelo”, aunque también la encuentra más sucia. Alatriste, por su parte, opina que “tiene peores tabernas”, y Tronera añade que “nada como Nápoles” en ciertos aspectos.

Angélica de Alquézar, personaje central en la vida de Íñigo, destaca la mayor libertad de las mujeres en Francia, mientras que Quevedo confiesa que echa de menos Madrid, a pesar de la amalgama de costumbres y refinamiento de la capital francesa.

La misión que lleva a los protagonistas a París se enmarca en el complejo tablero político de la época. Francia, España e Inglaterra se enfrentan en una partida de alianzas, traiciones y maniobras diplomáticas, con el asedio de La Rochela como telón de fondo. El cardenal Richelieu, primer ministro de Luis XIII, busca consolidar la unidad política y religiosa de Francia, mientras que el conde-duque de Olivares dirige la política española bajo Felipe IV.

Quevedo resume la situación: “Después de las guerras civiles que por la religión habían agitado Francia, los protestantes de allí, llamados hugonotes, habían conservado territorios cuya obediencia escapaba al monarca. Hartos de rebeliones, resueltos a conseguir a toda costa la unidad política y religiosa, el rey y el cardenal habían puesto sitio militar a La Rochela, enclave maestro de la resistencia rebelde, socorrido por una Inglaterra siempre dispuesta a incomodar a Francia como lo hacía con España”.

Homenaje a Alejandro Dumas

La novela introduce a nuevos personajes, como Juan Tronera, cordobés de vida errante y pasado compartido con Alatriste en Nápoles, y recupera figuras históricas y literarias. El conde de Guadalmedina, embajador extraordinario, utiliza su influencia y recursos para facilitar la misión, mientras que el conde de Tréville, capitán de los mosqueteros del rey, aparece en la versión ‘ficcionalizada’ de Alejandro Dumas.

Los célebres mosqueteros Athos, Porthos y Aramis, junto a D’Artagnan, cruzan sus caminos con los protagonistas españoles, en un homenaje explícito a la literatura francesa que ha marcado la obra de Pérez-Reverte.

El asedio de La Rochela se describe con detalle: una ciudad sitiada, rodeada de fortificaciones y trincheras, donde la población sufre hambre y fuego. El dique construido entre la isla de Ré y el puerto, de casi un kilómetro de longitud, representa una proeza de la ingeniería militar. En este escenario, Alatriste y sus compañeros se alojan en una posada cercana a las marismas y participan en duelos y conspiraciones, mientras el cardenal Richelieu dirige las operaciones desde una residencia fortificada.

La novela explora las consecuencias de los actos pasados de los personajes. Íñigo, enamorado de Angélica de Alquézar, se enfrenta a la incertidumbre sobre el futuro de su relación, condicionada por las intrigas cortesanas y las expectativas familiares. Alatriste, por su parte, revive episodios de su pasado, como su relación con Emilia Gattapone, y debe lidiar con viejos conocidos como el conde de Guadalmedina, el general Spínola y el duque de Buckingham.

a tensión entre la lealtad, la reputación y los códigos de honor atraviesa toda la narración, con duelos y desafíos que remiten a la tradición de la novela de capa y espada.

El universo de Alatriste se enriquece con la presencia de personajes secundarios de gran fuerza, como Sebastián Copons, aragonés de carácter recio y lealtad inquebrantable, y Francisco de Quevedo, cuya agudeza y mordacidad aportan profundidad a la visión de la España del Siglo de Oro. La interacción con los mosqueteros franceses, especialmente con Athos, introduce un juego de contrastes entre la nobleza y la profesionalidad, la tradición española y la francesa, y la forma de entender el honor y la amistad.

Reencontrar el tono de ‘Alatriste’

El proceso de escritura de esta nueva entrega ha supuesto para Pérez-Reverte un desafío técnico y personal. El autor reconoce que, tras siete novelas y una larga pausa, necesitaba reencontrar el tono y el ritmo característicos de la serie, una mezcla de español clásico y lenguaje accesible para el lector contemporáneo.

Para lograrlo, revisó toda la saga, consultó mapas y documentación de la época y adaptó su estilo a un público más directo y dialogante. “Ha sido laborioso. Un alatriste tiene una forma de narrar muy específica, ese lenguaje que no tiene que ser ni muy moderno ni muy antiguo, porque si es demasiado antiguo suena arcaico y si es demasiado moderno suena anacrónico”, explica el autor.

La influencia de la literatura francesa, y en particular de Alejandro Dumas, es reconocida abiertamente por Pérez-Reverte.

El propio Claude Schopp, biógrafo de Dumas, ha afirmado: “El verdadero descendiente de Alexandre Dumas es Arturo Pérez-Reverte”. El autor español considera que la saga de los mosqueteros fue una de sus primeras y más profundas influencias, y ha buscado rendir homenaje a ese legado sin caer en la parodia ni en el pastiche. “Misión en París no es un pastiche. Es una novela en la que aparecen por ella, como personajes que están de paso, protagonistas de Los tres mosqueteros, a veces con sus nombres y todo, que llegan, hacen sus cosas y se van, sin permanecer en la trama todo el tiempo”, aclara.

El propio Pérez-Reverte considera que el éxito de Alatriste radica en la creación de un personaje que ha trascendido las páginas impresas para instalarse en la memoria colectiva. “Me gusta que tantas personas sepan quién es y hasta que se hagan tatuajes —me han enseñado como treinta—. Que haya gente que diga de sí misma que ‘soy Alatriste’”, afirma. El autor reconoce que la saga, concebida inicialmente como un divertimento, se ha convertido en una obra de mayor calado, capaz de atraer a lectores de todas las edades y de servir como puerta de entrada a la historia y la literatura españolas.

Misión en París se presenta, así, como una novela que conjuga la aventura, la reflexión histórica y el homenaje literario, en un momento clave para la hegemonía europea. La deuda con Dumas queda saldada, y la misión en la capital francesa, cumplida.