
En el Ártico ruso, zonas apartadas y sometidas a permanentes temperaturas bajo cero han servido como una especie de cápsula del tiempo para restos milenarios, que actualmente son el eje de múltiples investigaciones paleontológicas. En esos terrenos, donde aguardan huellas de un tiempo en el que el ser humano comenzaba su largo recorrido, se han instaurado algunas colaboraciones internacionales de científicos (con integrantes de la empresa estadounidense Colossal) que han extraído información decisiva: han logrado recuperar y secuenciar el ADN de bacterias halladas en restos fósiles de mamut estepario que datan de hace más de 1,1 millones de años.
Esta investigación ha sido clave para comprender una de las incógnitas que rondaba en la paleontología: ¿por qué desaparecieron los mamuts? La exploración se ha desarrollado alrededor de 483 fragmentos fósiles extraídos de colmillos, muelas y huesos localizados en el permafrost siberiano. El equipo responsable ha identificado más de 300 tipos de microbios, y entre ellos, seis linajes de bacterias que convivieron activamente con los mamuts durante su vida. Ente ellas, Pasteurella, Streptococcus, Actinobacillus y Erysipelothrix están representadas actualmente en animales modernos y algunas pueden causar enfermedades de gran letalidad.
Por qué se ha reconsiderado la hipótesis de extinción de los mamuts

Dentro de las conclusiones de este análisis, los investigadores han revelado que las bacterias identificadas no eran simples agentes de descomposición, sino integrantes activos del microbioma de los mamuts esteparios, ancestros directos de las especies lanudas europeas y americanas. Según han apuntado, estos microbios habrían formado parte de la vida cotidiana de estas especies y podrían haber influido en procesos patológicos y en su extinción, tal y como ha recogido National Geographic.
En concreto, han desvelado que la Pasteurella, bacteria responsable de septicemia letal en elefantes africanos, sustenta la hipótesis de que enfermedades infecciosas actuaron como presiones evolutivas en las grandes especies del Pleistoceno. Estas conclusiones se han llevado a cabo gracias al perfeccionamiento de técnicas de extracción, llevadas a cabo por profesionales de Colossal reconocidos internacionalmente por “desextinguir” especies. Entre sus trabajos, la replicación de material genético fósil, dadas las complicaciones asociadas a la degradación del ADN bajo condiciones extremas, ha sido clave para lograr un nuevo récord científico: nunca antes se había conseguido secuenciar ADN bacteriano tan antiguo capaz de revelar la composición real del microbioma hospedador de hace más de un millón de años.
En el caso de la muela hallada en Adycha, región rusa descubierta en la década de 1970, los científicos lograron incluso detectar fragmentos del genoma de Erysipelothrix, bacteria que hoy habita en la flora oral de perros y cerdos y puede provocar endocarditis en mamíferos. Esto invita a la comunidad científica a reconsiderar los modelos clásicos sobre la extinción de los mamuts; pues hasta el momento, los factores señalados eran el cambio climático al cierre de la última glaciación y la expansión de los primeros grupos de Homo sapiens dotados de técnicas de caza avanzada. En este mismo sentido, la presencia de microorganismos patógenos como agentes endógenos amplía el rango de hipótesis y sugiere revisar el papel de las enfermedades emergentes en episodios de extinción masiva.
Polémicas en la comunidad científica
Al margen del avance científico, el hallazgo introduce preguntas que inquietan también a organismos de bioseguridad y ética. Y es que algunos expertos opinan que la recreación potencial de estos microbios a partir de fragmentos genéticos aún dista de ser viable, ya que el material se encuentra profundamente fragmentado. De todos modos, reconocen que podría ser cuestión de tiempo antes de que existan alternativas biotecnológicas para revivir bacterias extintas, lo que plantea riesgos sanitarios y desafíos normativos.
El contexto empresarial añade matices: Colossal, empresa apoyada por inversores como Paris Hilton y el productor de Jurassic World, ha generado controversia por experimentar con la edición genética e intentar recrear especies como el lobo terrible (Canis dirus) o ratones con rasgos inspirados en mamuts. De esta manera, según indica National Geographic, muchos insisten en la necesidad de mantener un debate abierto sobre los límites y responsabilidades en proyectos de recuperación biológica, así como sobre el posible impacto ecológico de tales ambiciones por traer de vuelta lo perdido.
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