La vida con 10 hijos, una casa heredada, reglas únicas y mucho humor: “No me gustan mucho los niños, me gusta mi mujer”

En casa de Francesca Piol y Paolo Grillo, la organización, las bromas y el cariño mantienen el equilibrio en un hogar donde se celebran doce cumpleaños al año

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Diez hijos y una casa:
Diez hijos y una casa: la familia que desafía la tendencia de Milán. (Imagen Ilustrativa Infobae)

En un mundo y una sociedad como la actual, que se empeña cada vez más en aislar a las personas unas de otras, condenándolas a una existencia en soledad, surgen voces valientes que se atreven a mostrar que existe otra forma de vivir. No solo entregan su vida para dársela a otras personas, sino que con su ejemplo enseñan a otros a no tener miedo, a vivir felices y a ir a contracorriente sin importar las circunstancias.

En el barrio de Bullona, al norte de Milán, la vida de la familia Grillo-Pioli rompe con la tendencia demográfica de la ciudad. Francesca Piol, ginecóloga, y Paolo Grillo, médico de trabajo, han logrado criar a diez hijos en un entorno donde la natalidad está en descenso. La casa que heredaron de sus abuelos se ha transformado en un laboratorio de convivencia y organización familiar.

Estructura y logística

“La casa del abuelo fue un regalo, el resto fue planificado meticulosamente: cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar”, explica Francesca al medio italiano Il Corriere della Sera.

En este hogar, la rutina diaria se organiza con precisión. Francesca prepara el desayuno antes de salir al amanecer, mientras que los hijos se encargan de la cena. Paolo añade con humor: “Si nadie recoge la mesa, la cocina se convierte en Hiroshima. Y si nadie pone los zapatos en el zapatero, es el mercado de Via Fauché”.

Diez hijos “únicos”

Los diez hijos (Camillo, Martino, Caterina, Agnese, Maddalena, Luigi, Beniamino, Matilde, Giuseppe y Verónic), de entre 11 y 28 años, funcionan como un equipo. “Diez hijos únicos”, subraya Francesca. “Cada uno con necesidades diferentes, en momentos diferentes. Es importante reconocerlos, aunque sea difícil”, señala.

Su experiencia con doce hermanos de acogida durante su infancia le enseñó que “hacer espacio para otro nunca es neutral. Te cambia, aunque solo dure un mes o un año”.

Hacienda vigila el dinero que se dona de padres a hijos: este es el máximo para no ser investigado.

Entre el trabajo y la familia

El contexto económico de Milán exige ingenio y colaboración. “Milán es caro y hay que adaptarse”, indica Paolo. La pareja optimiza sus recursos, recurre a familiares y amigos cuando es necesario y distribuye responsabilidades entre los hijos mayores y pequeños.

“Tanto Paolo como yo siempre hemos trabajado duro. Lo cierto es que, para decir ‘yo’, quiero ser madre y también ginecóloga. Mi papel está en ambos frentes”, reflexiona Francesca.

Celebraciones y reglas familiares

En la familia, solo hay un cumpleaños al mes, sumando doce al año. La ropa circula entre hermanos y amigos bajo la consigna: “Una mano toma, la otra da”, explican los padres.

Cada detalle, desde la nevera hasta la planificación de actividades como fútbol, natación o clases en la Academia La Scala, está pensado para mantener el orden en un hogar lleno de vida.

Futuro y humor

Mientras Milán pierde mil niños al año, según los datos locales, esta familia representa la excepción. “Cuando me preguntan por qué tenemos tantos hijos, les digo que no me gustan los niños, que me gusta mi mujer”, bromea Paolo. A pesar de todo, la pareja también encuentra hueco para disfrutar de los dos con alguna escapada.

Ahora, los hijos comienzan a abrirse camino desde diferentes carreras: ingeniería, Bocconi (economía), administración hotelera, psicología o moda, aunque la menor todavía está en sexto curso.

La pareja, que se conoció en la facultad de medicina y se casó en 1996, mantiene la complicidad y la resistencia. “Hoy en día, muchos esperan que todo esté calculado: tuvimos el regalo del abuelo, pero en cuanto al resto, nos marchamos antes de tenerlo en cuenta”, reconoce Paolo.

Su sueño inmediato: poder disfrutar de unas vacaciones familiares completas, las últimas antes de que algunos de los hijos mayores se case.