
Cada vez más gente se divorcia. El año pasado, los órganos judiciales recibieron 95.650 demandas de disolución matrimonial, lo que supone un incremento del 3,6% respecto a 2023, según datos del Servicio de Estadística del Consejo General del Poder Judicial. Aunque en 2023 las separaciones y divorcios habían caído un 3%, en 2024 la cifra ha vuelto a repuntar, recuperando la tendencia al alza y retornando a niveles de 2022. Nada garantiza que un matrimonio vaya a durar toda una vida, mucho menos que se celebre por todo lo alto.
Según un estudio de Raisin, el coste medio de una boda en España se sitúa en 16.175 euros, aunque muchas parejas superan ampliamente esta cifra y algunas alcanzan los 30.000 euros. El informe muestra que la mitad de las parejas paga su boda con ahorros propios, mientras que otra parte recibe ayuda económica de sus familias. Ahorrar para este evento puede dilatarse entre uno y dos años, aunque un número significativo necesita hasta cinco años para reunir el dinero. Lo que no tienen en cuenta es que el gasto elevado en las ceremonias nupciales puede estar relacionado con una mayor probabilidad de divorcio, conforme explica la psicóloga Claudia Nicolasa, que hace divulgación sobre las relaciones de pareja a través de su cuenta de TikTok (@claudianicolasa). Esta profesional sostiene que varios factores psicológicos y sociales explicarían el vínculo entre el gasto de la boda y el futuro de la relación.
Expectativas demasiado altas
Según Nicolasa, una de las hipótesis principales se vincula con la cantidad de expectativas puestas en la ceremonia. “Cuanta más ilusión y expectativas depositas en esa ceremonia, como si fuera a cambiar la relación, mayor puede ser la decepción posterior con la vida matrimonial”, afirma la especialista. Explica que, si la boda se entiende solo como un acto simbólico, la transición hacia la convivencia suele desarrollarse con mayor realismo.
Priorizar las necesidades individuales
Otra posible explicación que sugiere la psicóloga está relacionada con las características de algunas parejas que optan por celebraciones ostentosas: “Detrás de bodas ostentosas puede haber -por supuesto, no siempre es así- parejas con una mayor tendencia a valorar lo material, el estatus, las apariencias de cara al exterior... Y estas personas tienden a cuidar menos el vínculo, a priorizar más sus propias necesidades individuales y trabajar menos en la relación”. Aclara que, aunque este tipo de parejas existen, no serían la única causa del fenómeno.
Recursos suficientes para divorciarse
Nicolasa incluye una tercera hipótesis: quienes invierten cuantiosas sumas en su boda suelen contar con recursos suficientes, lo que también facilita afrontar un eventual proceso legal de separación. “Normalmente, quien tiene bodas caras es porque se lo puede permitir. Y quien se puede permitir un matrimonio caro, después se puede permitir un divorcio. Mientras que las personas con bajos recursos pueden caer más en situaciones de dependencia, teniendo que permanecer juntos pese a no ser felices”, subraya.
De acuerdo con estos planteos, el desembolso en la celebración no garantiza la solidez del matrimonio ni su duración. “Tu relación no es más real, más bonita, más sana y más duradera cuanto más inviertas en tu boda”, asegura la psicóloga.
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