
En España, más de 800.000 personas viven actualmente con Alzheimer. Un trastorno neurodegenerativo que constituye la forma más común de demencia. Los expertos estiman que para el año 2050 el número de casos podría duplicarse si no se desarrollan tratamientos efectivos. Pero aún hay esperanza.
En los últimos años, diversos estudios han demostrado que las mascotas pueden ayudar a reducir el deterioro cognitivo en personas mayores. Su compañía, los vínculos emocionales que generan y la rutina diaria que promueven son motivos para prevenir la demencia.
Y ahora, una reciente investigación ha revelado un hallazgo inesperado. Los gatos, además de contribuir a frenar el deterioro cognitivo, podrían convertirse en una valiosa pieza para la ciencia. Estos animales también pueden desarrollar una forma de demencia similar a la del ser humano, lo que abre nuevas puertas para la investigación científica del Alzheimer.
Un modelo natural para estudiar la enfermedad
Investigadores de la Universidad de Edimburgo llevaron a cabo un estudio pionero en el que analizaron cerebros de 25 gatos que, en vida, presentaban síntomas compatibles con demencia. Algunos de ellos eran: confusión, cambios en los ciclos de sueño y un aumento inusual en la vocalización (maullaban más).
El análisis post mortem reveló una acumulación de beta amiloide, una proteína tóxica que también está presente en los cerebros de personas con Alzheimer. De hecho, se considera una de las principales responsables de la pérdida de memoria y del deterioro cognitivo.
Las imágenes de microscopía utilizadas en la investigación mostraron que esta proteína llega a las sinapsis, las conexiones que permiten la comunicación entre neuronas. Además, los científicos observaron cómo las células de soporte cerebral, en un intento de reparar los daños, destruían sinapsis funcionales, lo que acelera la pérdida de capacidades cognitivas. Este proceso también ocurre en cerebros humanos con Alzheimer.
Un modelo más preciso que los anteriores
Hasta ahora, los modelos animales utilizados para investigar la enfermedad se basaban principalmente en roedores modificados genéticamente. Pero estos animales no desarrollaban demencia de manera natural.
Según el equipo de investigación, el hecho de que los gatos presenten estos cambios de forma espontánea convierte a estos animales en un modelo natural mucho más preciso para estudiar el Alzheimer. Lo cual significaría una mejora en la comprensión de la enfermedad y acelerar el desarrollo de tratamientos eficaces.
Un hallazgo prometedor para humanos y animales
El Dr. Robert McGeachan, líder del estudio y miembro de la Escuela Real de Estudios Veterinarios de la Universidad de Edimburgo, aseguró que el descubrimiento “beneficiará tanto a los humanos como a los gatos”. Gracias a ello, permitirá diseñar terapias más específicas y ayudará a los dueños de mascotas a reconocer y manejar los síntomas de demencia en sus animales.
Los resultados han sido publicados en la revista European Journal of Neuroscience. Un hito que se espera que impulse futuras investigaciones centradas en cómo frenar o prevenir el daño sináptico provocado por la beta amiloide.
Este avance refuerza la idea de que la salud animal y humana están profundamente conectadas. Y lo más importante. Abre un nuevo camino en la lucha contra una enfermedad que afecta a millones de personas en todo el mundo.
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