Por qué los viajes entre amigos rompen tantas amistades

“Nada rompe una amistad más rápido que viajar con alguien”. Esta frase, compartida por Romain en conversación con el medio francés La Provence, resume el sentimiento de muchos que han visto cómo unas vacaciones en grupo pueden convertirse en el detonante de distanciamientos y rupturas. Lo que debería ser un periodo de descanso y disfrute puede transformarse en una experiencia amarga.

Las vacaciones en grupo, idealizadas como una oportunidad para crear recuerdos inolvidables, suelen revelar aspectos de la personalidad y dinámicas que permanecen latentes en la rutina diaria. La convivencia prolongada, la toma de decisiones colectivas y los imprevistos propios de cualquier viaje actúan como una auténtica prueba de fuego para la amistad. En Francia, España, el Reino Unido y otros destinos, los testimonios recogidos por reportajes sobre el tema realizados por La Provence, El País y The Independent muestran que este fenómeno no conoce fronteras.

Entre las causas más habituales de conflicto destacan el dinero, la organización (o desorganización), las diferencias de intereses y la falta de comunicación. Giulia, entrevistada por La Provence, relata cómo un viaje con amigas de la secundaria terminó por evidenciar valores y hábitos de gasto incompatibles: “Derrochaban sin medida, mucho más allá de sus posibilidades y, sobre todo, de las mías”. La imposición de dividir la cuenta en partes iguales, sin considerar las diferencias de consumo, generó incomodidad y resentimiento. “Nunca llegamos a discutir, aunque algo se rompió entre nosotras”, recuerda. La experiencia de Sonia, también recogida por La Provence, ilustra otro de los focos de tensión: la sensación de ser “la quinta rueda del carro” al viajar con una pareja, lo que le llevó a decidir que la próxima vez preferiría ir sola.

La presión por lograr el “verano perfecto”, alimentada por las redes sociales, añade una capa de expectativas difícil de gestionar. La psicóloga Laura Fuster, consultada por El País, explica que compartir mucho tiempo en un entorno diferente y con alta carga emocional puede sacar a la luz dinámicas ocultas, y que la falta de comunicación previa sobre expectativas y límites suele ser el origen de muchos problemas.

Los datos respaldan la magnitud del fenómeno. Un estudio de Babbel citado por The Independent revela que una de cada cinco personas en el Reino Unido (21%) ha terminado una amistad tras un viaje conflictivo. Las diferencias de género también son notables: el 30% de los hombres reporta tensiones durante las vacaciones, frente al 14% de las mujeres. Entre los motivos más habituales de disputa figuran los desacuerdos sobre direcciones (22%), la elección de restaurantes (20%) y la planificación de actividades (19%). El consumo de alcohol, presente en el 10% de los casos, tiende a amplificar los desacuerdos.

Los expertos coinciden en que la comunicación es la herramienta fundamental para prevenir y resolver conflictos. Lo mejor es dejar claras las expectativas de cada persona antes del viaje y hablar abiertamente sobre necesidades individuales y preferencias colectivas para anticipar posibles problemas.

Entre los consejos prácticos para evitar que las vacaciones terminen en discusiones, destacan la comunicación abierta antes y durante el viaje, la planificación colaborativa, el respeto mutuo y la flexibilidad ante los imprevistos. El uso de aplicaciones para dividir gastos puede facilitar la gestión financiera y evitar malentendidos. Reservar tiempo para actividades individuales y respetar el espacio personal ayuda a reducir tensiones. Además, mantener el sentido del humor y abordar los conflictos de manera constructiva son claves para que las diferencias no se conviertan en rupturas irreparables.