La exposición a los contaminantes habituales del aire está asociada a un mayor riesgo de desarrollar demencia, según un estudio: “Resulta urgente una intervención política”

Uno de los mayores estudios realizados hasta la fecha ha analizado datos de casi 30 millones de personas y ha encontrado que la exposición prolongada a contaminantes habituales del aire, como los humos de los coches y las emisiones industriales, se asocia a un mayor riesgo de demencia

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Respirar aire contaminado podría estar causando algo más que daños en los pulmones: también podría perjudicar el cerebro de forma silenciosa. Uno de los mayores estudios realizados hasta la fecha ha analizado datos de casi 30 millones de personas y ha encontrado que la exposición prolongada a contaminantes habituales del aire, como los humos de los coches y las emisiones industriales, se asocia a un mayor riesgo de demencia. Estas diminutas partículas presentes en el aire pueden llegar al interior del organismo, y el estudio sugiere que pueden contribuir a la pérdida de memoria y al deterioro cognitivo.

La demencia, un desafío global en aumento

Una revisión exhaustiva de los datos sanitarios de aproximadamente 30 millones de personas ha puesto el foco en el vínculo entre la contaminación atmosférica y un mayor riesgo de desarrollar demencia. Este riesgo incluye la contaminación procedente de fuentes cotidianas, como las emisiones de los vehículos. Actualmente, la demencia - incluyendo el Alzheimer - afecta a más de 57 millones de personas en todo el mundo, una cifra que se espera que aumente considerablemente hasta alcanzar los 152,8 millones en 2050. Las consecuencias afectan de manera directa a las personas, sus familias, los cuidadores y la sociedad en su conjunto.

Algunos datos muestran una tendencia a la baja en las tasas de demencia en regiones como Europa y Norteamérica, lo que sugiere que existe margen para reducir el riesgo a nivel poblacional. Sin embargo, en otras partes del mundo la situación sigue siendo preocupante.

Noticias del día 04 de agosto de 2025

La relación entre contaminación y demencia

En los últimos años, los investigadores han identificado la contaminación del aire como un posible factor de riesgo para el desarrollo de demencia. Para entender mejor esa conexión, científicos de la Unidad de Epidemiología del Consejo de Investigación Médica (MRC) de la Universidad de Cambridge han llevado a cabo una amplia revisión y un metaanálisis (publicados en The Lancet Planetary Health). Combinando y analizando resultados de un amplio rango de estudios - incluidos aquellos con conclusiones contradictorias -, los investigadores han logrado obtener conclusiones más fiables sobre la relación entre contaminación y demencia.

El análisis final incluyó 51 estudios y datos de más de 29 millones de personas, principalmente de países con altos ingresos. Entre estos, 34 estudios formaron parte del metaanálisis: 15 procedían de Norteamérica, 10 de Europa, siete de Asia y dos de Australia. El estudio detectó una asociación positiva y estadísticamente significativa entre tres tipos de contaminantes del aire y la demencia:

  • Partículas finas de diámetro igual o menor a 2,5 micras (PM2.5), que provienen de emisiones de vehículos, centrales eléctricas, procesos industriales, estufas y chimeneas de leña, y polvo de la construcción, además de formarse en la atmósfera por reacciones químicas complejas. Estas partículas pueden permanecer en el aire mucho tiempo y viajar largas distancias. Según el estudio, por cada 10 microgramos por metro cúbico (μg/m³) de PM2.5, el riesgo relativo de demencia aumenta un 17 %.
  • Dióxido de nitrógeno (NO2), un contaminante clave resultado de la combustión de combustibles fósiles presente en los gases de escape de vehículos (especialmente diésel) y emisiones industriales, así como en estufas y calentadores de gas. La exposición a altas concentraciones puede irritar el sistema respiratorio y agravar enfermedades como el asma. Por cada 10 μg/m³ de NO2, el riesgo sube un 3 %.
  • Hollín, procedente de los gases de escape y la quema de madera. Puede penetrar profundamente en los pulmones, empeorar enfermedades respiratorias e incrementar el riesgo cardiovascular. Para cada 1 μg/m³ de hollín presente en las PM2.5, el riesgo relativo aumentaba un 13 %.
La contaminación del aire promueve el cáncer de pulmón en no fumadores.

Existen varios mecanismos propuestos para explicar cómo la contaminación del aire puede causar demencia, principalmente relacionados con la inflamación en el cerebro y el estrés oxidativo, un proceso químico que puede dañar células, proteínas y ADN. Tanto el estrés oxidativo como la inflamación tienen un papel clave en el origen y la progresión de la demencia. Se cree que la contaminación puede desencadenar estos procesos tanto por entrada directa al cerebro como mediante mecanismos similares a los que afectan a pulmón y corazón. También puede entrar en el torrente sanguíneo y provocar inflamación local y generalizada.

Los investigadores advierten que la mayoría de las personas incluidas en los estudios analizados eran blancas y vivían en países de renta alta, aunque los grupos minoritarios suelen estar más expuestos a la contaminación. Algunos estudios señalan que reducir la exposición puede ser especialmente beneficioso en estos colectivos, por lo que los autores piden que futuros trabajos incluyan mejor representación de diferentes etnias y países de renta baja y media.

La doctora Haneen Khreis, autora principal del estudio, explica: “La evidencia epidemiológica desempeña un papel crucial para que podamos determinar si la contaminación del aire aumenta el riesgo de demencia y en qué medida. Nuestro trabajo aporta más pruebas que respaldan la observación de que la exposición prolongada a la contaminación atmosférica exterior es un factor de riesgo para la aparición de demencia en adultos previamente sanos“.

“Abordar la contaminación atmosférica puede aportar beneficios sanitarios, sociales, climáticos y económicos a largo plazo. Puede reducir la enorme carga que soportan los pacientes, sus familias y los cuidadores y aliviar la presión sobre unos sistemas de salud ya saturados”.

 Clare Rogowski, primera autora del estudio, destaca: “Los esfuerzos para reducir la exposición a estos contaminantes clave probablemente ayudarán a disminuir la carga que supone la demencia para la sociedad. Será necesario establecer límites más estrictos, sobre todo en sectores claves como el transporte y la industria. Dada la magnitud del problema, resulta urgente una intervención política a escala regional, nacional e internacional”.

El doctor Christiaan Bredell, también primer autor del trabajo, afirma: “Estos hallazgos refuerzan la necesidad de un enfoque interdisciplinar en la prevención de la demencia. Prevenir la demencia no es solo responsabilidad del sistema sanitario: este estudio refuerza la idea de que la planificación urbana, la política de transportes y la regulación ambiental juegan un papel relevante”.