Cambios en la memoria, el estado de ánimo, el sueño y la sensación de hambre: así afecta el calor al cerebro

Cuando se superan los 36-37 grados, el cerebro percibe la necesidad de regular el calor corporal y concentra sus recursos en el hipotálamo, la región responsable de mantener la temperatura estable

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Una chica se refresca en
Una chica se refresca en una fuente. (Europa Press)

La exposición moderada a la luz solar no solo estimula la producción de vitamina D, sino que puede mejorar nuestro estado de ánimo al generar serotonina en nuestro cerebro y fortalecer nuestro sistema inmunológico. Sin embargo, cuando la temperatura se disparan y superan los 38 grados, el calor puede afectar al cerebro, alterando la memoria, el ánimo y el comportamiento, por eso durante el verano es importante extremar las precauciones. Ese impacto, además, es mayor en quienes tienen enfermedades neurológicas previas, pues son más frecuentes los episodios de confusión, desorientación y agitación.

El calor, explican desde HM Hospitales en un comunicado, afecta al hipotálamo, la región del cerebro que actúa como un centro de control vital, regulando funciones corporales esenciales como la temperatura, el hambre, la sed y el sueño, además de influir en las emociones y el comportamiento. El cuerpo mantiene una temperatura constante entre 36 y 37 grados por medio de la respiración, el sudor y la circulación, pero cuando el calor exterior aumenta, el organismo debe esforzarse más para regularla y este equilibrio se pierde. Como resultado, pueden aparecer alteraciones en la memoria, el ánimo, el comportamiento, el sueño y el apetito.

“Cuando se produce este fenómeno, el hipotálamo se concentra al máximo en cumplir su función de mantener el cuerpo fresco y, si es necesario, saca recursos del lóbulo frontal, el área dónde se alojan la flexibilidad cognitiva, la atención, la memoria de trabajo y el razonamiento, por lo que la función cognitiva general también se resiente”, explica María García Galant, jefa del servicio de neuropsicología del Hospital HM Nou Delfos, en Barcelona. La especialista también indica que el calor extremo afecta el sistema límbico, responsable de regular las emociones, y que esa alteración “puede provocar inquietud, apatía, irritabilidad y conductas agresivas", además de que “la sobreexcitación del hipotálamo también dificulta conciliar el sueño y descansar de forma adecuada”.

El calor influye también en la sensación de hambre. El organismo, al entrar en un modo de ahorro energético, reduce la necesidad de ingerir alimentos y aumenta la demanda de líquidos para evitar la deshidratación. Esta adaptación fisiológica resulta especialmente relevante en personas vulnerables, como quienes padecen enfermedades neurológicas, ya que la deshidratación puede agravar los síntomas y desencadenar complicaciones adicionales.

El calor extremo en verano aumenta en España, con riesgos como golpes de calor y cáncer de piel. Sanidad recomienda hidratación, protección solar y prevención para evitar complicaciones, especialmente en vulnerables.

Hidratación y evitar la exposición en horas centrales

Por todo ello, ante esta segunda ola de calor del verano que dio comienzo el domingo y se prevé que durará toda la semana, los especialistas recomiendan mantener o adaptar las rutinas diarias tanto como sea posible, asegurar una hidratación adecuada y evitar la exposición al sol durante las horas centrales del día. Además, insisten en la importancia de adaptar las actividades de estimulación cognitiva para que se mantengan a lo largo del verano, aunque sea con mayor flexibilidad.

Cabe recordar que este lunes un hombre de 85 años falleció en la provincia de Badajoz debido a las altas temperaturas, y se trata de la segunda víctima en Extremadura que fallece por estas causas desde que comenzó el verano, ya que en julio falleció otro hombre de 67 años, según informó Gobierno autonómico.