Los príncipes de Gales vuelven a cambiar de casa: así es Fort Belvedere, el castillo del siglo XVIII que tienen en mente

Después de tres años establecidos en Adelaide Cottage, el príncipe Guillermo y Kate Middleton podrían estar contemplando un nuevo cambio de escenario. Según han asegurado cercanas a la familia al diario The Mirror, los príncipes de Gales estarían considerando mudarse a una residencia más amplia que se ajuste mejor a las necesidades de sus tres hijos —el príncipe George, la princesa Charlotte y el príncipe Louis— y a su estilo de vida actual.

La vivienda actual del matrimonio en Windsor, aunque encantadora y discreta, es considerablemente más pequeña que su antiguo apartamento en el Palacio de Kensington. Aunque Adelaide Cottage les ofrecía cercanía con la reina Isabel II en sus últimos años, parece que ahora se plantea una nueva etapa para los herederos al trono, con mayor espacio y comodidades. De hecho, entre las opciones que estarían barajando, destaca una propiedad de gran valor simbólico e histórico: Fort Belvedere, una mansión neogótica ubicada en el corazón del Windsor Great Park.

Construido originalmente en el siglo XVIII, Fort Belvedere no es un lugar cualquiera dentro del patrimonio de la Crown Estate. La finca es recordada principalmente como el hogar de Eduardo VIII, quien residió allí tanto antes como después de abdicar al trono en 1936 para casarse con la estadounidense Wallis Simpson. Fue precisamente en este enclave donde firmó los documentos de su abdicación, convirtiendo la casa en un escenario clave de uno de los capítulos más polémicos de la historia de la monarquía británica.

A lo largo de los siglos, la propiedad ha tenido múltiples usos y ocupantes. Durante la época victoriana, sirvió como salón de té veraniego para la reina Victoria. Décadas más tarde, fue restaurada y modernizada por Eduardo VIII, que la transformó en una residencia funcional y lujosa.

En los años cincuenta, tras un largo periodo sin uso, la vivienda acogió al primo de la reina Isabel II, Gerald Lascelles. Ya en los años ochenta, fue arrendada por la familia Weston, magnates canadienses del comercio minorista. Bajo su tutela, Fort Belvedere se convirtió en un centro de reuniones sociales de alto perfil, con eventos que contaron con la presencia de la reina Isabel, el duque de Edimburgo y figuras internacionales como la princesa Carolina de Mónaco.

Más allá de su valor histórico, Fort Belvedere ofrece comodidades que podrían resultar especialmente atractivas para los herederos a la corona. Con sus 24 hectáreas de terreno, la finca incluye una piscina al aire libre, pista de tenis —actividad predilecta tanto para la princesa de Gales como para su hija Charlotte—, invernadero, jardín de rosas, establos, huerto y hasta un jardín amurallado. Además, hay tres cabañas para el personal y una red de caminos que conducen a la entrada principal, rodeada por un foso.

En cuanto a la estructura de la casa, aunque originalmente contaba con entre 30 y 40 habitaciones, fue reformada y adaptada para ser una residencia familiar de ocho dormitorios, ideal para una familia con niños y con necesidades logísticas específicas.

No es la primera vez que los príncipes de Gales consideran esta finca como posible hogar. Antes de instalarse en Adelaide Cottage, Fort Belvedere estuvo entre sus opciones. En aquel entonces, prefirieron una ubicación más cercana a la reina Isabel y un entorno más modesto para facilitar a sus hijos una vida menos expuesta.

Sin embargo, con el paso del tiempo y el crecimiento de los niños, esa decisión podría estar quedando atrás. Según declaraciones recogidas por el Mail on Sunday, una fuente cercana a la pareja afirmó que “sienten que Adelaide Cottage ya no les ofrece el espacio que necesitan. Fort Belvedere les encaja perfectamente, con instalaciones para el deporte y la vida familiar al aire libre que tanto valoran”.