El apoyo incondicional a Moscú en la guerra, los desequilibrios comerciales y el chantaje con los materiales raros: los puntos de choque entre la UE y China

En el 50 aniversario de sus relaciones diplomáticas, Bruselas buscará compromisos para solucionar las trabas comerciales de Pekín, así como más claridad respecto a sus intenciones en Ucrania para frenar la agresión rusa

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La presidenta de la Comisión
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en el Palacio del Elíseo en París, a 6 de mayo de 2024. (REUTERS/Gonzalo Fuentes)

La Unión Europea celebra este jueves una cumbre con China con pocas expectativas y previsiblemente sin acuerdos de mayor calado. Las relaciones diplomáticas entre el bloque comunitario y el gigante asiático cumplen este año medio siglo, pero lo que se esperaba fuese una reunión de ambiente festivo será más bien un encuentro de gran tensión empujado por innumerables frentes abiertos y la atenta mirada del presidente estadounidense Donald Trump.

La relación entre China y la UE es compleja. Según la estrategia marcada en 2019, Bruselas define al gigante asiático bajo un triple estatus: un socio estratégico, un competidor económico y un rival sistémico. Después de años de desconfianza mutua, la vuelta de Trump a la Casa Blanca significó el empujón que necesitaba Bruselas para tratar de rebajar tensiones, adoptando un enfoque más pragmático en comparación con la línea dura que marca Estados Unidos. Sin salir del baremo que marcaba la estrategia, la presidenta de la Comisión habló en el Foro de Davos de “construir una relación constructiva” con China, de “aprovechar las oportunidades” o de “ampliar vínculos comerciales y de inversión”.

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Pero el proteccionismo estadounidense es una espada de Damocles que puede convertir al país asiático al mismo tiempo en una pesadilla para Bruselas. China sufre un problema de sobrecapacidad en sectores claves de su industria, empujados por una baja demanda y una incesante producción que hacen imposible asumir sus productos internamente.

Y es que la economía china necesita de la exportación y, si el mercado estadounidense, que representa 580.000 millones de dólares en exportaciones anuales, cierra sus puertas, Pekín comenzaría a ver Europa como un posible destino de llegada para una avalancha de productos chinos que dejaría fuera del mercado a sus competidores europeos.

Preocupa especialmente la llegada del automóvil eléctrico chino, investigado por las autoridades comunitarias por recibir subvenciones ilegales del régimen. De momento, la UE se ha defendido con aranceles de hasta el 45,3%, aunque estudia medidas como imponer un precio mínimo al vehículo eléctrico.

Coincidiendo con esta disputa, en el último mes se incorporó un nuevo asunto a la lista de agravios: las restricciones a los fabricantes de la UE de dispositivos médicos. Tras detectar discriminación, la Comisión Europea contestó con la prohibición de la participación de empresas chinas en licitaciones de productos médicos en la UE para “igualar condiciones”. El Ejecutivo comunitario tampoco permitirá más del 50% de insumos de China en las licitaciones exitosas.

Bruselas carga contra el chantaje chino

“Las relaciones son difíciles. Ninguna de las dos partes se fía de la otra. Europa busca más otros equilibrios, como por ejemplo, mediante alianzas con Japón, la India, Corea del Sur o la ASEAN en el Indo-pacífico para no vincularse excesivamente a China. Y es una buena estrategia”, señala en una conversación con Infobae España Juan Manuel López-Nadal, embajador español jubilado y ex secretario y cónsul en Pekín. En definitiva, la ansiada autonomía estratégica que busca el bloque se basa en no depender de Rusia energéticamente, ni de Estados Unidos defensivamente, ni de China en temas de inversiones, comercio o tecnología.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha anunciado que ha llegado a un acuerdo comercial con el Gobierno chino, después de una guerra arancelaria con la que ha llegado a imponer gravámenes de hasta el 145 por ciento sobre China, que respondió con tasas del 125 por ciento a los productos estadounidenses. (Fuente: The White House)

En realidad, la luna de miel entre Bruselas y Pekín ha durado poco. Von der Leyen volvió a la línea dura en la cumbre del G7, acusando a China de usar su “monopolio” en la cadena de suministros “como arma para debilitar a sus competidores en industrias clave”. “Todos hemos sido testigos del coste y las consecuencias de la coerción de China a través de restricciones a las exportaciones”, acusó la dirigente germana, que al mismo tiempo trató de buscar puntos en común con Estados Unidos. China domina el 90% de las tierras raras del mundo, un grupo de 17 elementos esenciales en las industrias de defensa, vehículos eléctricos, energía y electrónica.

La UE no quiere hacer saltar las alarmas en Washington

No cabe duda de que Trump mirará de reojo esta cumbre. Bruselas es consciente que un coqueteo excesivo con Pekín será percibido negativamente en Washington, que se encuentra en plenas negociaciones arancelarias con el bloque. Durante las conversaciones con Washington, Bruselas ha endurecido su discurso contra el régimen de Xi Jinping y, hasta ahora, el equipo del comisario de Comercio Maros Sefcovic ha llevado su trabajo con Pekín con el mayor secretismo posible para evitar encender las alarmas en la Casa Blanca.

A esto se le añade la desconfianza de Washington en el intercambio de inteligencia con aquellos países occidentales que han decidido hacerse con equipos chinos, entre ellos España, que adjudicó 40 cámaras chinas para el sistema de monitoreo en instalaciones clave como el complejo de La Moncloa -sede de la Presidencia- y otros organismos del Estado, incluyendo el Ministerio del Interior, Renfe, Correos y Hacienda.

La adjudicación de contratos a firmas como Hikvision o Huawei se ha interpretado en sectores diplomáticos como un gesto de acercamiento estratégico hacia el régimen chino. El Senado de EEUU denunció esta situación y solicitó la revisión del contrato suscrito por España con Huawei para la interceptación de escuchas policiales, argumentando que desde Madrid no se toman en serio la amenaza china.

Apoyo incondicional al enemigo de la UE

Al margen de las eternas tensiones comerciales, otro elefante en la habitación es el apoyo incondicional de Pekín al Kremlin desde que comenzó su invasión a Ucrania en 2022. Y aquí la divergencia es muy grande y es muy difícil que lleguen a ponerse de acuerdo. Desde su inicio, la UE acusa a China de respaldar a Moscú y el ministro de asuntos exteriores chino, Wang Yi, llegó a admitir en varias ocasiones que su país “no puede permitirse que Rusia pierda la guerra” contra Ucrania.

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López-Nadal explica que este asunto tiene varias lecturas. “A China le interesa una Rusia que se desgaste para que Moscú dependa de Pekín, y por ello tampoco aboga por una victoria aplastante del lado ruso. Por otro lado, si su aliada estratégica Rusia pierde la guerra, para los asiáticos en general y para China en particular, sería perder la cara en la comunidad internacional, reforzando al mismo tiempo la alianza Atlántica”, explica el diplomático.

En este segundo sentido, a Pekín le preocupa que el fin del conflicto en Rusia haga que Estados Unidos pueda centrar todos sus esfuerzos en la región del Indopacífico para disputar su hegemonía.

Un acuerdo de compra de Airbus en el horizonte

Uno de los posibles resultados de la cumbre es un rumoreado pedido de cientos de aviones de pasajeros Airbus. Algunos medios como EFE señalan a través de fuentes conocedoras la cifra de 300 aeronaves, aunque podrían ascender a la cifra de 500 aparatos, lo que supondría una de las mayores compras de aviones de la historia y la mayor para China.

En cualquier caso, las misas fuentes citadas por la agencia advierten que las negociaciones siguen abiertas y que el posible pacto podría caerse o llegar a buen puerto en una fecha posterior. Más allá de este asunto, todo parece bastante improbable que ocurra.