Una española cuenta su experiencia siendo albañila en Australia: “Te tienen que pagar cuatro horas aunque no las trabajes”

A pesar de que sus jefes no esperaban ver a una mujer solicitar ese puesto, la joven defendió su capacidad para ser obrera de la construcción

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Una mujer española trabaja como
Una mujer española trabaja como albañila en Australia (Montaje Infobae con imágenes de @nereaexplica y Canva)

La sorpresa fue generalizada cuando Nerea llegó a la obra en Australia donde iba a trabajar como albañila. Aunque sus jefes no esperaban ver a una mujer solicitar ese puesto, la joven española no solo defendió su capacidad para llevar a cabo el trabajo, sino que, además, les recordó que la ley australiana obliga a pagar al menos cuatro horas de salario, aunque el empleado no llegue a completar la jornada.

“Te tienen que pagar cuatro horas aunque no las trabajes”, relató en el vídeo la protagonista de esta historia (@nereaexplora). Un vídeo que no tardó en hacerse viral en TikTok, pues su experiencia expone tanto los retos de las mujeres en la construcción como las diferencias laborales que encontró en su aventura australiana.

Una mujer en un sector masculinizado

El medio El Español, que se hizo eco de este relato, destaca que las mujeres apenas representan el 11,2% del sector de la construcción en España, de acuerdo al Observatorio Industrial de la Construcción. Además, se trata de una profesión envejecida: el 55% supera los 45 años. Por eso, casos como el de Nerea, joven y decidida a abrirse camino en la albañilería, adquieren una relevancia especial y visibilizan a un colectivo poco habitual en el gremio.

La incorporación al mundo laboral más tardía de los jóvenes, con una tasa de empleo entre los 16 y los 29 años 15 puntos porcentuales inferior a la de 2007, hará que los que se jubilen en 2065 y que solo hayan podido cotizar 30 años deban compensar sus menores cotizaciones demorando la jubilación hasta los 71 años si quieren mantener el nivel de vida previo.

El asombro inicial en la obra

Nerea narró cómo fue recibida el primer día: “Entro, digo 'Good Morning, I’m Nerea’, y ojalá hubiera tenido una cámara oculta en un botón... porque se han quedado así (impactados) los dos”. Su jefe y el supervisor no disimulaban el asombro: “Me dice: ‘Hola ¿Qué quieres?’ y digo: ‘¿Cómo que qué quiero? Quiero trabajar’”, narra en su vídeo Nerea.

Entonces, cuando intentaron asignarle un puesto de traffic controller, rol más habitual para mujeres en obra, ella insistió: “De traffic controller nada, bonito, que yo soy obrera, albañil”.

Hacer valer los derechos laborales

Ante las dudas, Nerea recurrió a su conocimiento de las normas australianas: “Esto es lo que vamos a hacer... ya me vas a tener que pagar cuatro horas y te vas a quedar con el trabajo sin hacer. Así que yo voy a hacer el trabajo. A las 11 me dices si te gusta cómo trabajo y me quedo, o si me voy a casa”, le explicó a su supervisor.

Superar la prueba del martillo

La condición para quedarse era demostrar manejo con herramientas pesadas. “¿Sabes utilizar un jackhammer?“, le preguntó su jefe a Nerea, quien respondió: ”Por supuesto”. “Cinco horas me han tenido para arriba y para abajo”, confesó la trabajadora.

Ella, pese al cansancio, mostró determinación: “Si no podía hacer el trabajo iba a quedar, aparte de inútil y de floja, de ‘bocachancla’. así que me decía a mí misma: ‘aguanta, aguanta, aguanta’”.

El esfuerzo no terminó ahí. “Luego me pidieron reordenar la basura del contenedor y recoger todos los escombros que había por abajo, cuatro horas recogiendo escombros, cubo para arriba o para abajo”, añadió la joven.

Reconocimiento de su esfuerzo

Tras una jornada extenuante, la respuesta de sus superiores cambió: “Me viene el jefe de obra cuando estoy ahí con el cubo y me dice, ‘Nerea, ¿puedes venir mañana?’ Y le digo: ‘puedo, puedo’, y me dice: ‘De hecho, puedes venir toda la semana’”, confesó la obrera emocionada.

La experiencia de Nerea ha mostrado cómo las mujeres pueden y deben reclamar su espacio en la construcción, además de la importancia de conocer y ejercer los propios derechos laborales, incluso lejos de casa. “Estoy reventada, pero tan contenta”, concluyó la joven, mostrando la satisfacción que se obtiene al superar un (doble) reto.