Por qué le tenemos que contar cuentos y cantar nanas a nuestro bebé: tiene mucho que ver con la ansiedad por separación

Se trata de una fase normal del crecimiento en la que el bebé necesita apoyo emocional para enfrentarla

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Bebé dándole la mano a
Bebé dándole la mano a su madre. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Hacia los ocho o nueve meses de vida, muchos bebés empiezan a mostrar signos de angustia al separarse de sus padres, incluso en momentos muy breves. Esto se conoce como ansiedad por separación o “ansiedad del octavo mes”, es completamente normal y forma parte del desarrollo emocional del niño. Según informaciones publicadas por Le Journal des Femmes, algunas de las características de esta etapa pueden ser llanto intenso, rechazo a personas nuevas o dificultad para dormir.

La doctora Catherine Dolto, médica y especialista en haptonomía (ciencia de la interacción y el tacto), explica que este comportamiento aparece cuando el bebé empieza a distinguir claramente entre lo familiar y lo desconocido. “Si mamá o papá desaparecen de su campo visual, el bebé puede sentirlo como una forma de abandono”, afirma. En este momento del desarrollo, el niño evoluciona en su percepción del mundo y necesita sentir que sus figuras de referencia siguen presentes, incluso cuando no las ve.

La ansiedad del octavo mes también tiene una dimensión simbólica. Según indica Le Journal des Femmes, a esa edad el niño ha pasado tanto tiempo fuera del vientre como dentro. Para algunos bebés, esto representa un momento de ruptura en su experiencia vital, que puede venir acompañada de inseguridad o miedo. La doctora Dolto señala que este cambio puede incluso reactivar memorias sensoriales relacionadas con el parto, en especial si hubo estrés en el último mes del embarazo.

Señales comunes y duración variable

Esta etapa puede durar entre tres semanas y varios meses, dependiendo de cada bebé y de su entorno. Algunos bebés apenas la manifiestan, mientras que otros presentan reacciones más intensas. Entre los síntomas frecuentes se encuentran el rechazo a los brazos de otras personas, el miedo a lugares desconocidos, cambios en el apetito, alteraciones del sueño y frustración ante logros como caminar o hablar.

Para tranquilizar al bebé durante esta etapa, el medio francés recomienda establecer ciertas rutinas. Es útil utilizar frases simples, pero reconfortantes como “estamos aquí” o “aunque no me veas, siempre regreso”. Además, los juegos de escondite ayudan al niño a desarrollar el concepto de permanencia del objeto, que le permite entender que las personas existen aunque no estén a la vista.

Bebé jugando. (Imagen Ilustrativa Infobae)
Bebé jugando. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Estrategias para calmar la ansiedad

También es aconsejable recurrir a objetos como peluches o mantitas, que le faciliten al bebé una sensación de continuidad emocional. Según el medio francés, contarle cuentos, cantar nanas o darle un baño antes de dormir puede ayudar a calmar su ansiedad.

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Si la ansiedad por separación coincide con el inicio en la guardería, el impacto emocional puede ser mayor. Le Journal des Femmes añade que salir sin despedirse puede aumentar la sensación de abandono del bebé. Lo recomendable es una despedida clara, breve y amorosa. Confiar en los cuidadores y su experiencia también es clave para ayudar al niño a adaptarse a este nuevo entorno.

Algunos bebés, indica la doctora Dolto, se despiertan por la noche no solo por incomodidad, sino también para comprobar que sus padres siguen ahí. En ocasiones, esta necesidad de sentir la presencia del adulto responde a un miedo que no pueden expresar con palabras.