
Miles de personas han vuelto a llenar este sábado 5 de julio el centro de Madrid con banderas, tambores y abanicos multicolores para celebrar una de las mayores movilizaciones LGTBIQ+ de Europa. Bajo el lema ’20 años avanzando en derechos: Ni un paso atrás’, la manifestación de este año conmemora dos décadas del matrimonio igualitario en España.
A las siete en punto, suena una cuenta atrás, golpean los tambores y la manifestación empieza a moverse al ritmo de la multitud. El calor aprieta, los abanicos no paran y los globos arcoíris flotan sobre cabezas y cámaras. Pancartas con mensajes claros como “Democracia y libertad” avanzan arropadas por colectivos como COGAM y la FELGTBI+, organizadores del acto. Algunos militantes de CCOO se abren paso para llegar al frente, donde les esperan sus compañeros.
La marcha del Orgullo (MADO 2025) ha arrancado desde la Plaza del Emperador Carlos V, y en la primera línea no han faltado caras conocidas de la política. Al frente, marchan la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, junto a la ministra de Sanidad, Mónica García. A su lado, también han estado la portavoz socialista en el Ayuntamiento, Reyes Maroto, y el secretario de Políticas LGTBI del PSOE, Víctor Gutiérrez. Completan el bloque institucional la ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, y el ministro de Transformación Digital, Óscar López.

La manifestación ha echado a andar entre aplausos y vítores. Las carrozas recorren el Paseo del Prado, Cibeles y Recoletos rumbo a la Plaza de Colón. En el camino, algunas personas recuerdan que este evento no es solo una celebración. Es el caso de Maika, que camina decidida entre la gente con unas alas de purpurina: “Quiero dar visibilidad al colectivo LGTBIQ+. Esto no es solo una fiesta. Es importante reivindicar nuestros derechos, sobre todo ahora que resurge la derecha política con fuerza”.
La inquietud por el avance de los discursos de odio y el contexto internacional está muy presente. En las pancartas, en las conversaciones. También en el testimonio de Adriana, que acude cada año con la misma convicción: “Vengo porque soy bollera y tengo una discapacidad. Quiero dar visibilidad a ambas cosas”, cuenta mientras sostiene una pancarta que dice “Besos gratis” escrito en amarillo neón.

A su alrededor, silbatos, palmas y muchos idiomas. El ambiente es tan diverso como reivindicativo, con generaciones que llevan décadas luchando por sus derechos y otras que acaban de llegar. Como Peter, que ha viajado desde República Checa. “Es mi primera vez en Madrid. Quería celebrar el Orgullo aquí porque es más ‘friendly’ que en República Checa. Quería verlo, conocer gente nueva, descubrir la cultura…” dice en inglés mientras sonríe.

O como Laura, que viene desde Valladolid con su hija adolescente, Natalia: “He venido los dos últimos años. Me encanta. Esta vez traigo a mi hija. Me lo pidió, le hacía ilusión ver el desfile y este ambiente tan chulo”, cuenta mientras comparten un abanico arcoíris que no da abasto.

La marcha también lanza un mensaje contra la hipocresía institucional y el pinkwashing, que denuncian espacios como Orgullo Crítico, movilizados días antes. En este Orgullo también se ha exigido el fin de las terapias de conversión, en contexto de la proposición de ley que ha compensado a tramitar El Congreso de los Diputados para castigar con penas de cárcel las terapias de conversión, gracias al apoyo de todos los grupos salvo Vox. El partido político alegó que esto vulnera la libertad religiosa y acusó al PSOE de querer encarcelar a padres que intenten ‘proteger a sus hijos’.

Al final de la marcha, en la plaza de Colón, el manifiesto final ha puesto el foco en la Ley Trans y LGTBI+, y en la creación de una Autoridad Independiente contra la Discriminación. Paula Iglesias, presidenta de la Federación Estatal LGTBIQ+, ha hecho un llamamiento a aprobar “de forma urgente” un pacto de Estado contra los discursos de odio: “Seguimos diciendo que sí, que sí queremos. Que sí queremos que se desarrolle la ley LGTBI+ y trans, y que se nos proteja de los discursos de odio y de sus consecuencias”, ha afirmado.

También ha intervenido el presidente de COGAM, Ronny de la Cruz, quien ha exigido plantar cara a la “ola reaccionaria de odio que está creciendo año tras año”. Ha recordado con orgullo la respuesta ciudadana en Budapest frente a la prohibición del Orgullo por parte del Gobierno húngaro: “Le pasó por encima esa ola, le pasó por encima el arcoiris y tuvo que tragarse sus palabras”, ha dicho, en referencia al primer ministro Viktor Orbán. Además, ha exigido al Partido Popular que “pida disculpas al colectivo LGTBI por ese infame recurso de inconstitucionalidad que mantuvo en vilo el derecho al matrimonio durante siete años”.
Aunque se ha avanzado, el camino no ha terminado. “Creo que lo importante es la libertad de expresión, poder ser nosotros mismos sin hacer daño a nadie. Hay que respetar”, dice Leonardo, acompañado de su grupo de amigos. Porque, como grita el lema de este año: “Sí, seguimos queriendo”.
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