Los mimos que nos da nuestra madre nos hace mejores adultos, según un estudio

Una investigación británica muestra que los jóvenes son más amables y responsables y recibieron cariño de sus madres en la infancia

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Una madre acaricia a su
Una madre acaricia a su hijo. (Pexels)

¿Cuál es la mejor forma de criar a un hijo? Con cariño, según la Asociación Americana de Psicología. Un estudio publicado recientemente por su revista, American Psychologist, revela que la forma en la que los padres educan a sus hijos influye en su personalidad según crecen y los efectos pueden ser duraderos en el tiempo.

La relación entre la crianza y la personalidad ha sido debatida durante décadas. Muchos estudios previos sugerían que el entorno familiar tenía poco impacto duradero en la personalidad, especialmente después de la adolescencia, y que la genética era el factor dominante. Sin embargo, la mayoría de esas investigaciones no podían descartar que los resultados se debieran a factores genéticos o a condiciones familiares compartidas.

Para superar estas limitaciones, un equipo internacional liderado por Jasmin Wertz de la Universidad de Edimburgo y King’s College London empleó un enfoque poco común: comparar gemelos idénticos (monocigóticos) que, a pesar de compartir el 100% de sus genes y el mismo hogar, recibieron diferentes niveles de afecto materno. Esta estrategia permite aislar el efecto específico de la crianza, eliminando la influencia genética y ambiental compartida.

La investigación contó con 2.232 gemelos británicos nacidos en 1994-1995, seguidos desde el nacimiento hasta los 18 años. Los autores midieron el afecto materno que recibían estos niños entre los 5 y los 10 años, a través de entrevistas grabadas con sus madres. Analizaron el tono, la calidez y la empatía expresados hacia cada hijo, así como cualquier señal de insatisfacción o desaprobación.

Cuando cumplieron los 18 años, observaron la personalidad que habían desarrollado estos jóvenes a través de la escala Big Five: apertura, responsabilidad, extraversión, amabilidad y neuroticismo. El equipo sometió los resultados a rigurosas pruebas de solidez: controlaron la influencia de posibles malos tratos, problemas de conducta infantil, apoyo familiar en la adultez y la posibilidad de que los niños influyeran en el comportamiento de sus madres. En todos los casos, la relación entre el afecto materno y los tres rasgos de personalidad se mantuvo.

Más abiertos y responsables si recibieron cariño en la infancia

Una madre abraza a su
Una madre abraza a su hijo. (Pexels)

Los resultados fueron modestos, pero consistentes: aquellos gemelos que recibieron más afecto materno puntuaron más alto en apertura, responsabilidad y amabilidad que sus hermanos idénticos menos favorecidos en este aspecto, sin observar grandes diferencias en extraversión o neuroticismo.

Estos rasgos de la personalidad pueden predecir el éxito educativo, la salud mental y física, y la integración social, según los investigadores. Rasgos como la responsabilidad y la amabilidad están asociados con mejores resultados académicos, laborales y de bienestar. “Las intervenciones para aumentar la crianza positiva en la infancia tienen el potencial de generar un impacto positivo a nivel poblacional, a través de efectos pequeños, pero sostenidos en los rasgos de personalidad”, concluyen los autores.

El trabajo de Wertz y sus colegas abre la puerta a nuevas investigaciones sobre cómo intervenciones en la crianza pueden influir en la personalidad a largo plazo. También plantea preguntas sobre el papel de otros miembros de la familia y sobre cómo diferentes culturas y contextos sociales pueden modular estos efectos. Los resultados, sin embargo, tienen sus limitaciones: el estudio no analizó el papel del padre u otros estilos de crianza, que podrían influir en los resultados.