Una mujer de 39 años, identificada como Ludivine, fue sancionada con una multa de 50 euros por parte de la compañía nacional de ferrocarriles de Francia (SNCF) al haber adquirido su billete de tren después de la salida del TER Compiègne-París el pasado viernes 20 de junio. Según recoge el diario Le Parisien, la pasajera se dirigía a una sesión de quimioterapia en el Instituto Curie de París, donde recibe tratamiento desde hace seis meses por un cáncer poco común.
La mujer había llegado a la estación de Compiègne a las 7:55 horas con la intención de coger un tren hacia la capital, donde tenía una cita médica a las 9:30. Al observar que el tren previsto para esa hora acumulaba más de 15 minutos de retraso, y que el tren anterior aún se encontraba en el andén sin haber partido, Ludivine optó por subir a ese convoy y comprar su billete una vez dentro. “Lo que me importa en ese momento es llegar a tiempo al hospital, y temo que los retrasos aumenten”, declaró al medio francés.
La decisión fue tomada por la pasajera para evitar cualquier complicación en su tratamiento. El tren partió poco después, y todo transcurrió sin incidentes hasta que, a pocos minutos de llegar a la Gare du Nord de París, un revisor de la SNCF procedió a realizar el control de billetes.
Intentó avisar al personal pero sin éxito
En el momento del control, el revisor informó a Ludivine de que había infringido las normas al haber comprado su billete una vez iniciado el trayecto. Según explica Le Parisien, la viajera intentó explicar su situación médica y el contexto que motivó su decisión, pero no obtuvo respuesta comprensiva por parte del personal ferroviario. “Intenté explicárselo, pero me dijo que eso no le importaba, que le daba igual. Tenía la sensación de que se estaba riendo de mí”, aseguró.
Ludivine sostiene que intentó avisar de su situación antes de la salida del tren, pero no encontró ningún empleado disponible. “Estoy enferma y no tengo merezco ninguna compasión”, lamentó. La situación la dejó visiblemente afectada durante el resto del viaje, de acuerdo con su testimonio recogido por el medio francés.
La SNCF mantiene su posición
Por su parte, la empresa ferroviaria francesa reconoció que comprende la situación personal de la pasajera, pero defendió la actuación del revisor. “Todo viajero debe portar un billete válido y ser capaz de justificar su reducción. Nuestros jefes de a bordo tienen la misión de aplicar un marco claro e igual para todos”, argumentó la SNCF en respuesta a la polémica.
Pese a la explicación de Ludivine, la compañía decidió mantener la sanción económica. La pasajera abonó los 50 euros de multa y, según informa Le Parisien, ha presentado un recurso ante la compañía para reclamar la anulación del recargo, amparándose en su estado de salud y en la urgencia médica que motivó su actuación.
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