
El rey Juan Carlos I ha vuelto a convertirse en protagonista de la vida social de Sanxenxo, localidad gallega en la que ha creado su refugio cada vez que regresa a España. En su tercer viaje al país en lo que va de 2025, el monarca emérito, de 87 años, ha aterrizado el pasado lunes 19 de junio en Vigo, iniciando así una nueva estancia marcada por la tranquilidad, el mar y el afecto de su entorno más cercano.
Mientras tanto, en Madrid, la reina Sofía asistía en solitario al Congreso Internacional sobre la investigación del ELA “Manolo Barros”, en una clara muestra de que sus agendas siguen caminos paralelos desde hace tiempo. Además, apenas unos días antes, la exvedette Bárbara Rey presentaba sus memorias Yo, Bárbara, un libro en el que recuerda episodios vividos junto al antiguo jefe de Estado. Sin embargo, lejos de la polémica, el rey Juan Carlos ha optado por desconectar navegando y compartiendo momentos familiares.
En Sanxenxo, el emérito se ha dejado ver una vez más junto al clan Zurita, su núcleo más leal en tierras españolas. Junto a él han estado su hermana, la infanta Margarita, su cuñado Carlos Zurita, sus sobrinos Alfonso y María Zurita, y el pequeño Carlos, hijo de esta última, con quien protagonizó una escena especialmente emotiva. El niño, de siete años, y ahijado del rey emérito, le dio un afectuoso beso en el Real Club Náutico antes de que zarpara a bordo del ‘Bribón’.

Con su habitual indumentaria náutica: gorro, gafas de sol, guantes especiales y ropa técnica, Juan Carlos ha participado como patrón en las regatas celebradas durante el viernes, sábado y domingo. Como en anteriores ocasiones, ha contado con el apoyo del teniente coronel Vicente García-Mochales, conocido como “Mochi”, quien se encarga de su seguridad personal y de asistirle en sus desplazamientos públicos.
Además de navegar, el emérito ha compartido cenas y encuentros en el Real Club Náutico junto a la familia Zurita y amigos de confianza, como Pedro Campos y su esposa, Cristina Franze. El matrimonio ejerce habitualmente de anfitrión del monarca, quien se aloja en su residencia cada vez que visita Galicia desde que fijó su residencia en Abu Dabi.

Tercera vez en un año
La presencia del rey Juan Carlos en Sanxenxo se ha convertido ya en una tradición. En su visita anterior, el pasado mes de abril, también se alojó en casa de Campos, aunque en esa ocasión prefirió no competir directamente en las regatas, siguiendo el evento desde una lancha de apoyo. En ese mismo viaje, se esperaba su asistencia a un acto de conciliación judicial con el expresidente cántabro Miguel Ángel Revilla, a quien había denunciado por declaraciones presuntamente difamatorias. No obstante, el emérito no compareció y el encuentro legal se resolvió sin acuerdo.
Durante estos días de verano, la rutina en la localidad pontevedresa ha girado en torno a sus salidas al mar, encuentros con allegados y un ambiente distendido, lejos de los focos de la actualidad institucional. La familia Zurita se ha mostrado especialmente cercana, acompañando al emérito en el puerto y compartiendo sobremesas que refuerzan ese vínculo privado que mantienen desde siempre.
Curiosamente, mientras Juan Carlos disfrutaba del Atlántico, su hijo, el rey Felipe VI, también se encontraba en tierras gallegas. El actual monarca, junto a la reina Letizia, visitó el martes 17 de junio la localidad lucense de Burela, donde conoció de cerca la realidad del sector pesquero local. Una coincidencia geográfica que, una vez más, no se tradujo en ningún encuentro público entre padre e hijo.
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