
Pese a que mudarse al extranjero es una opción cada vez más atractiva para muchos jóvenes que buscan obtener un trabajo mejor remunerado, son varias las cuestiones que deben tenerse en cuenta antes de tomar la decisión. La elección del destino no puede estar únicamente influida por el grueso del salario, sino que también es fundamental valorar el coste de vida, las diferencias culturales o la situación personal de cada persona.
Cada vez son más los jóvenes que utilizan las redes sociales para explicar cuál es su experiencia viviendo en el extranjero. En sus vídeos dan consejos sobre los requisitos que deben cumplirse para trabajar en un determinado lugar, qué aspectos han cambiado su vida positivamente y cuál es el dinero que van a poder ahorrar estando allí una temporada. Sin embargo, en muchos de ellos también destacan los aspectos que les han provocado un choque cultural, es decir, una sensación de incomodidad o asombro porque las costumbres o maneras de allí no se corresponden con a las que están acostumbrados.
Esto puede ocurrir en la gastronomía, en el idioma, en la forma de relacionarse en sociedad o incluso en el lenguaje corporal. Dua, una joven española que reside en Noruega desde hace más de dos años, explica en un vídeo recientemente publicado en su cuenta de TikTok que ha vivido una situación en su trabajo que le ha hecho quedar en “ridículo”, precisamente por una expresión no verbal que no ha sabido identificar.
“Ahora me da vergüenza estar ahí”
“He tenido que venir a los vestuarios del restaurante en el que trabajo para contaros el ridículo que he hecho”, explica Dua. La joven trabaja en un restaurante de Tromsø, una localidad del norte de Noruega, donde cada día va descubriendo cómo es generalmente la forma de ser de los noruegos: “No es nuevo para nadie que son personas introvertidas, tímidas, que no expresan mucho sus emociones”.

Tal y como destaca la creadora de contenido, cuatro señores mayores se sentaron a comer en una de las mesas del restaurante y, una vez que los platos estaban servidos y ellos comenzaron a degustarlos, sus caras parecían demostrar que no les estaba gustando especialmente. Dua explica que todos ellos pusieron cara de desagrado cada vez que probaban un bocado, por lo que pensó que “la comida no les estaba gustando”.
Ante esta situación, la joven española habló con su compañera, otra camarera, que también identificó aquellos gestos de la misma manera. Por ello, Dua finalmente se acercó a preguntarles: “Hola, ¿hay algún problema con la comida?“. La respuesta que le dieron le provocó un gran asombro: ”No, es fantástica. Es lo mejor que hemos comido en mucho tiempo“.
“Me escondí detrás de la barra avergonzada porque es imposible leerlos”, dijo Dua con respecto al hecho de que, en lugar de preguntarles si les estaba gustando la comida, lo que hizo es sugerir que igual había un problema. “Yo no sé si son los noruegos de Tromsø o es en general. No todos, no quiero generalizar, pero un gran porcentaje de ellos no se sabe si está contento, si está cabreado, si está feliz, si está triste... Su cara es inexpresiva o manifiesta una emoción que no es”.
La situación hizo que Dua se sintiese profundamente avergonzada: “Me he sentido supertonta, la verdad. Ahora me da vergüenza estar ahí. ¿Si tú ves una cara así mientras come, qué piensas? Pues que la comida está salada, que está mala... Yo qué sé. Me preocupé. Pues no, era su cara".
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