
El retraso en la maternidad y la paternidad en España se ha convertido, desde hace unos años atrás, en una característica destacada dentro del panorama demográfico europeo.
Es cierto que, según datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de septiembre de 2024, el 77% de los hombres y el 86% de las mujeres mayores de 40 años en el país tienen hijos.
Sin embargo, una proporción significativa de quienes no han tenido descendencia a esa edad expresa haber deseado formar una familia: el 56% de los hombres y el 45% de las mujeres en esta situación manifiestan que les habría gustado tener hijos, pero que finalmente no los tuvieron. Los motivos, dadas las circunstancias económicas de las nuevas generaciones, con problemas para independizarse, para poder comprar una vivienda o para encontrar un trabajo estable y bien pagado, parecen obvios.
De hecho, en relación con esto y según los datos que ha recopilado Funcas, la infecundidad voluntaria, es decir, la decisión consciente de no tener hijos, sigue siendo un fenómeno minoritario en España. Solo el 8% de los hombres y el 7% de las mujeres mayores de 40 años afirman no haber querido tener hijos.
A pesar de que cabría esperar que el envejecimiento de la población y los pocos nacimientos que hay en España al año tienen relación con la ruptura de las personas más jóvenes con respecto a las tradiciones, la realidad tiene más que ver, como muchas otras cosas, con la incertidumbre económica.
Formar familias es cada vez más difícil, y cada vez más tardío
España se encuentra entre los países europeos con mayor proporción de nacimientos en mujeres de 40 años o más, junto con Grecia e Irlanda. Mientras que la media de la Unión Europea en 2023 situó esta cifra en el 6%, en España alcanzó el 11%.
Este fenómeno, además de tener consecuencias demográficas, también impacta en las dinámicas familiares, y, por otra parte, en el cuestionamiento que muchas personas enfrentan cuando por fin tienen unas circunstancias más favorables para formar una familia, pero sienten que quizás ya es demasiado tarde.
Otro aspecto relevante del comportamiento reproductivo en España es la relación entre el nivel educativo y la fecundidad. Las mujeres con mayor nivel educativo tienden a tener menos hijos en comparación con el resto de la población.
Siendo más específicos, entre las mujeres que tienen estudios universitarios y más de 40 años, un 79% de ellas fueron madres, mientras que si hablamos de las mujeres que no se formaron en la universidad, un 88% de ellas fueron madres.

¿Qué relación existe entre la tasa más pequeña de maternidad y los estudios?
Este patrón, el de ser madres con menos frecuencia cuando se ha tenido una preparación universitaria que cuando no, y que también se observa, por cierto, en otros tantos países del mundo, parece estar lógicamente vinculado al hecho de prolongar durante más tiempo los estudios, y, por tanto, retrasar la independencia económica.
Y la precariedad en los puestos de trabajo, también cuando se tienen estudios, no ayuda en absoluto, porque empezar a trabajar no significa tener un salario suficiente como para poder alquilar un piso, o plantearse una hipoteca, ni muchísimo menos ahorrar lo mínimo como para tener hijos y proveerles de lo que necesiten.
La dificultad para conciliar es otro de los motivos por los que muchas mujeres, aunque en un primer instante tuviesen deseos de ser madres, prefieren atrasarlo considerablemente a la espera de que sus condiciones laborales mejoren, o al menos se hagan compatibles con las de su pareja para poder hacerse cargo de sus descendientes.
En definitiva, el entorno socioeconómico que hay de manera general dificulta enormemente la transición a la vida adulta, e imposibilita planes y sueños que un día parecían formar parte del futuro de muchas personas, y que, sin embargo, al llegar el presente, han ido desapareciendo.
En ese sentido, parece coherente reflexionar sobre la necesidad de políticas familiares que ofrezcan a las personas jóvenes la oportunidad de cumplir sus objetivos vitales.
Y a colación de los datos especialmente bajos en las personas con perfiles educativos más altos, la necesidad es que los proyectos profesionales no tengan que ser, ni mucho menos, incompatibles con los proyectos personales.