
En momentos de crisis, el papel higiénico es lo primero en lo que pensamos. Sea en una pandemia o en un apagón nacional, miles de personas acuden raudas al supermercado para acumular, por alguna razón, grandes paquetes con estos rollos esenciales en nuestro día a día. Y durante décadas, un debate tan trivial como persistente ha dividido a familias, oficinas, usuarios de redes sociales y expertos en etiqueta doméstica: ¿cómo se debe colgar correctamente el rollo de papel higiénico? Esta discusión, aparentemente sin importancia, se ha sostenido gracias a una mezcla de costumbres personales, razones prácticas y disputas culturales. Algunas defienden que el papel debe colgar “por encima”, es decir, con la hoja desenrollándose al frente del rollo. Alegan motivos de higiene, accesibilidad y orden estético. Otros prefieren que cuelgue “por debajo”, pegado a la pared, esgrimiendo razones prácticas como la prevención del desenrollado por parte de mascotas o niños.
A lo largo del tiempo, ambos bandos han compartido argumentos, anécdotas y hasta publicaciones científicas en defensa de sus posturas. Sin embargo, en medio de este conflicto doméstico, un documento histórico ha emergido como posible resolución definitiva.
La invención del papel higiénico en rollo puede rastrearse hasta el siglo XIX. Antes de su aparición, la higiene post-evacuación se resolvía con hojas de plantas, trapos reutilizables o incluso implementos rígidos. Fue Seth Wheeler, empresario estadounidense, quien revolucionó este hábito cotidiano al patentar el concepto de papel higiénico perforado en rollo en 1871. Dos décadas más tarde, en 1891, registró una segunda patente, no solo perfeccionando el diseño, sino también ilustrando claramente cómo debía instalarse el rollo.
En los diagramas de esa patente, el extremo del papel cuelga inequívocamente por el frente del rollo. La intención de Wheeler no era generar controversia, sino optimizar el uso del papel, permitiendo desprender las hojas perforadas con facilidad, evitando el desperdicio y eliminando la necesidad de mecanismos complejos para sostener el rollo.
Redescubrimiento de la patente en 2015
A pesar de su existencia durante más de un siglo, la patente de Wheeler pasó desapercibida en el debate contemporáneo hasta 2015. Ese año, el escritor Owen Williams compartió en redes sociales una imagen extraída de los archivos de Google Patents. El diagrama se volvió viral, convirtiéndose en una prueba concluyente para quienes defendían la orientación “por encima”. La imagen evidenciaba que el inventor del sistema no dejaba lugar a dudas sobre cómo debía colgarse el papel.
Este redescubrimiento revitalizó el debate, pero con un nuevo argumento que iba más allá de las opiniones: un respaldo documental que, aunque no tenga carácter legal en la actualidad, posee un peso histórico relevante.
Justificaciones prácticas y científicas para colgar el papel por encima
Más allá de la referencia histórica, diversos estudios y análisis en el ámbito de la salud pública coinciden con la recomendación implícita en la patente. Colocar el papel con la hoja hacia el frente permite localizar fácilmente el extremo, facilita su corte con una sola mano y evita movimientos innecesarios que pueden generar contaminación cruzada.
Especialistas en higiene han señalado que esta disposición también reduce el contacto con superficies potencialmente contaminadas, como la pared del baño o el soporte del rollo. Dado que estos elementos pueden albergar microorganismos como estafilococos, estreptococos, Escherichia coli o virus respiratorios, minimizar el contacto resulta una medida eficaz para limitar el riesgo de infecciones.