
Los restos de césped recién cortado suelen considerarse un desecho. Sin embargo, distintas prácticas de jardinería demuestran que este material orgánico puede convertirse en un recurso eficaz para mejorar el estado del suelo, nutrir las plantas y reducir la generación de residuos.
Compost, mantillo o fertilizante líquido son algunas de las formas en las que puede reutilizarse este residuo vegetal, con beneficios tangibles para el entorno y el mantenimiento de los espacios verdes.
Compost: aprovechar el nitrógeno del césped
Uno de los usos más extendidos del césped cortado es su incorporación en el compost. Su alto contenido en nitrógeno acelera la descomposición de la materia orgánica y contribuye a la producción de un abono rico en nutrientes.
A medida que se degrada, la hierba libera sustancias que mejoran la fertilidad del suelo, lo que favorece el crecimiento de plantas más resistentes.
Para obtener un compost equilibrado, los especialistas recomiendan alternar los recortes de césped con materiales secos como hojas, ramas o papel sin tinta. Esta combinación evita la aparición de malos olores y facilita la aireación del contenido.
El proceso puede realizarse en compostadores domésticos o en bolsas adecuadas, removiendo la mezcla con frecuencia. El resultado, tras unos cuatro meses, es un abono de textura terrosa, listo para su aplicación en jardines y macetas.
Mantillo natural: conservar la humedad y proteger el suelo
El césped también puede utilizarse como mantillo (mulch), una técnica que consiste en distribuir una capa fina de hierba fresca o ligeramente seca alrededor de las plantas. Esta cobertura actúa como barrera protectora frente a la evaporación, reduce la necesidad de riego, limita el crecimiento de malezas y protege el terreno de los cambios bruscos de temperatura o la erosión.
Además, este uso no requiere herramientas especiales ni experiencia previa. Basta con evitar que la capa sea demasiado gruesa, para no dificultar la oxigenación del suelo ni favorecer la fermentación.

Usos complementarios: fertilizante líquido y protección estacional
Más allá del compostaje y el acolchado, existen otros métodos para reutilizar el césped. Uno de ellos es la elaboración de “té de compost”: al remojar recortes de hierba en agua durante varios días, se obtiene un fertilizante líquido que puede aplicarse directamente sobre plantas en maceta o en tierra.
Durante los meses fríos, los restos de césped también pueden utilizarse como aislante térmico. Distribuidos en la base de plantas sensibles, ayudan a conservar el calor del suelo y a mitigar el impacto de las heladas.
No obstante, si el césped no ha sido tratado con pesticidas o fertilizantes químicos, puede emplearse como suplemento alimenticio para animales de granja como gallinas o conejos.
Una ayuda al medio ambiente
La reutilización del césped cortado permite reducir significativamente los residuos orgánicos generados en el mantenimiento de jardines. Al incorporar también restos de alimentos no procesados ni en mal estado, es posible enriquecer aún más el compost, sin recurrir a productos comerciales.
Estas prácticas sencillas, de bajo coste y fáciles de implementar, ofrecen una alternativa útil para quienes buscan optimizar el uso de recursos disponibles. Transformar lo que antes se consideraba un desecho en un insumo valioso para el jardín es una forma concreta de fomentar hábitos más sostenibles.