Dan Brown advierte sobre la tecnología: “La humanidad no ha creado una herramienta que no haya terminado por ser utilizada como arma”

El novelista estadounidense explora los desafíos éticos y sociales del desarrollo digital y la transformación de la conciencia humana

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Dan Brown dice que la
Dan Brown dice que la tecnología va más rápido que la filosofía. (Alberto Ortega / Europa Press)

Dan Brown, reconocido mundialmente por su serie de novelas protagonizadas por el profesor Robert Langdon, ha presentado su más reciente obra, El último secreto. En esta entrega, el autor estadounidense explora nuevas dimensiones de la conciencia humana y el esoterismo, mientras reafirma la vigencia de su célebre personaje. La novela, ambientada en Praga, marca un punto de inflexión en la trayectoria de Brown, quien comparte en profundidad su visión sobre la narrativa, la ciencia y el papel de la inteligencia artificial en la sociedad contemporánea.

"Praga es el centro místico de Europa", afirma Brown en una entrevista con el diario frances Le Monde, al explicar la elección de la capital checa como escenario principal de su nueva novela. “He estado reservando Praga para este libro. Es una ciudad que he querido retratar desde hace mucho tiempo. Cuando Rudolf II estaba en el poder, básicamente trajo a Praga a todos los cabalistas, médiums y alquimistas. Me encanta París, he escrito mucho sobre ella, pero creo que Praga tiene un aura especial. Sus callejones oscuros y sinuosos transmiten un misterio único".

La protagonista femenina de la novela, Katherine, es presentada como una académica especializada en noética, una disciplina que, según Brown, “proviene del griego noetikos, que significa ‘percepción’. Es el estudio de la conciencia humana y de nuestra percepción del mundo real. Además, investiga la capacidad de la mente humana para influir en el mundo físico. Ejemplos de esto serían el poder de la oración o la posibilidad de modificar la naturaleza de las células de una persona a través del pensamiento colectivo. Estos son los temas que aborda la noética”, explica el escritor.

Brown reconoce que su interés por la noética se extiende a fenómenos paranormales más amplios, como los fantasmas o los ovnis. “Creo que todo está relacionado. La conciencia es el filtro a través del cual experimentamos el mundo. Por eso, fenómenos como los ovnis pueden explicarse a través de la conciencia humana. Me fascina ese tema, aunque sigo siendo muy escéptico. Sin embargo, debo admitir que existe una sorprendente cantidad de evidencia que sugiere que hay algo visitando el planeta que no comprendemos”.

"El último secreto", la última
"El último secreto", la última novela de Dan Brown.

En cuanto a la estructura narrativa de El último secreto, Brown detalla su método creativo: “Si algo está ocurriendo, llego a la acción lo más tarde posible y me voy lo más pronto posible. La forma de hacer interesante la historia es preguntarse: ‘¿Qué serie de eventos podría haber ocurrido para que Langdon vea a una mujer que Katherine soñó la noche anterior?’ Es imposible. El trabajo del novelista es tomar una línea temporal, cortarla, mezclarla y contarla en el orden más interesante posible. No puede haber demasiadas preguntas en la mente del lector al mismo tiempo. A medida que se resuelve un misterio, debe surgir otro. No lo logro a la primera. Probablemente escribí un millón de palabras para terminar con 200.000, y usé mucho la tecla de borrar. Cambié de teclado varias veces escribiendo esta novela”, confiesa.

El contraste entre escepticismo y creencia es central en la relación entre Katherine y Langdon, evocando la dinámica de Mulder y Scully en “Expediente X”. Brown lo confirma: “Eso es exactamente lo que es. Langdon representa al lector escéptico, y en algún momento el lector puede relajarse y pensar: ‘No me están pidiendo que crea todo ciegamente’. Cuando Katherine dice algo que suena un poco loco, Langdon está ahí para cuestionarlo. Los lectores son inteligentes y no les gusta que les digan qué es verdad”.

Consultado sobre su propia evolución personal, Brown reconoce un cambio en su perspectiva: “El lector presencia la transformación de Langdon a lo largo del libro. Esa es mi transformación a lo largo de muchos años. A él le ocurre en un día, pero Langdon es un poco más inteligente que yo. Siempre digo que es el hombre que desearía ser. Vive una vida mucho más emocionante, es más audaz. Alguien me dijo una vez: ‘No entiendo cómo puedes decir que Langdon es más inteligente que tú, si todo lo que él piensa tú tuviste que escribirlo’. Pero lo que él dice espontáneamente, yo tuve que investigarlo y tardé una semana en escribirlo”.

Tom Hanks como Robert Langdom
Tom Hanks como Robert Langdom en "Inferno", la última novela de Brown llevada al cine

Sobre la figura de Langdon como héroe intelectual, Brown subraya su importancia: “Es fundamental para mí que, cuando adaptamos El código Da Vinci al cine, y ahora que estamos haciendo una serie para Netflix, se incluyera en el contrato que él no puede, de repente, convertirse en un experto en armas, ni tener problemas con las drogas o el alcohol. La razón por la que escribí este tipo de héroe es que crecí en el campus de Phillips Exeter Academy, una escuela preparatoria en New Hampshire. Todos los adultos en mi vida eran profesores. Así que crecí en un mundo donde mis héroes eran nerds: profesores, estudiantes, académicos que resolvían problemas con la mente. Hay muchas formas de resolver problemas", relata Brown a Le Monde.

La investigación documental es una constante en la obra de Brown, quien reflexiona sobre el papel de la inteligencia artificial en este proceso: “La especie humana nunca ha creado una herramienta o tecnología que no haya terminado por ser utilizada como arma, ya sea la rueda, el fuego o las computadoras. La inteligencia artificial es una herramienta de proporciones asombrosas. Todavía es muy joven, no confío en que me proporcione información precisa. Es curioso, porque escribí sobre IA en ‘Origen’ hace ocho años, y todos decían: ‘Ese personaje de IA es muy inverosímil’. Si ‘Origen’ saliera hoy, dirían: ‘Qué IA tan patética’”.

Brown advierte sobre el ritmo acelerado del avance tecnológico: “La tecnología crea un juego de espejos, porque cada nueva tecnología es una herramienta para crear otra tecnología. Así se produce un crecimiento exponencial, y el desafío ahora es que nuestra tecnología avanza más rápido que nuestra filosofía”.

En este contexto, el autor deja una reflexión sobre la responsabilidad moral y psicológica ante el desarrollo tecnológico: la humanidad se enfrenta a desafíos para los que aún no dispone de las herramientas éticas necesarias, lo que plantea interrogantes sobre el futuro de la sociedad y la literatura.