Amparo Muñoz, la única mujer española que ganó el Miss Universo: renunció a la corona y cayó en las drogas

Ganó el certamen Miss Universo en 1974, fue un icono de su época y rompió con los rígidos moldes sociales

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Amparo Muñoz, tras ganar Miss
Amparo Muñoz, tras ganar Miss Universo en 1974, enfrentó críticas y se distanció por completo de los certámenes (EFE)

“Salí de casa con 18 años y volví, enferma, a morir entre los míos”, confesó Amparo Muñoz, la única Miss Universo española, siete años antes de morir en su libro de memorias La vida es el precio (2005).

Salió de Málaga una vez que se coronó como Miss España. “Me temblaban las piernas. Era una niña. No había salido nunca sola de mi casa”, recordó durante su primer encuentro con la prensa en su autobiografía. En 1974, se convirtió en la ganadora del certamen Miss Universo, celebrado ese año en Manila, Filipinas.

Hasta la fecha, continúa siendo la única mujer española en ostentar el título. Su coronación como “la mujer más bella del mundo” generó una excesiva atención mediática sobre ella, que finalmente terminó por costarle muy caro.

Amparo cayó en una grave depresión a raíz de esa súbita popularidad y, seis meses después de llevarse la corona, renunció a su título tras negarse a hacer un viaje a Japón. El escándalo la convirtió en objeto de críticas en los años 70, una época donde los concurso de belleza aún tenían un peso muy grande sobre el imaginario femenino.

Fue obligada a mudarse a Nueva York y no podía decidir sobre ninguno de los tours promocionales. Los constantes viajes, alejada de su familia, y sus comunicaciones controladas —espiaban sus llamadas— por la organización Miss Universo, comprometieron su estado de salud mental.

La vida de la única
La vida de la única Miss Universo española estuvo marcada por el contraste entre la fama mundial y la fragilidad de su salud mental y emocional (Grosby)

Además, le disgustaban los “lujos y la ostentación” que involucraban su papel en ese entonces de Miss Universo. “Era un insulto para toda aquella gente pobre que alargaba la mano. ¿Qué veían en mí?”, escribió acerca de sus experiencias en países en situaciones críticas de escasez que logró visitar durante sus giras.

Los orígenes de Amparo Muñoz eran humildes: su padre era un forjador y su madre se dedicó a la crianza de su familia como ama de casa. Amparo fue la mayor de seis hermanos y, debido a las dificultades económicas, tuvo que vivir con sus padrinos.

Nunca pudo estudiar en su adolescencia y tuvo pequeños trabajos antes de capacitarse mecanografía y taquigrafía una vez cumplida la mayoría de edad. Así fue como llegó al diario Sur, donde el director la impulsó a presentarse en el certamen Miss Costa del Sol, pues el periódico era patrocinador. Este recorrido la llevó inesperadamente hacia la victoria del Miss Universo, pero nada fue fácil.

“Después de 30 años, todavía recuerdo con terror mi experiencia como Miss Universo”, admitió en sus memorias. “Tanto que aprendí a dormir sentada: tumbada en la cama daba una cabezada durante una o dos horas y enseguida volvía el pánico a todo lo que me estaba ocurriendo, a todo lo que veía”.

Incluso, relató en su libro cuando fue invitada a una fiesta en el hotel por Miss Filipinas y que el panorama le espantó: “Era una auténtica bacanal. Por no hablar de las propuestas de entrar en el mundo de la prostitución”.

La presión mediática y los
La presión mediática y los excesos del reinado afectaron a Amparo, quien renunció a su corona luego de seis meses de incertidumbre (Grosby)

Los desmayos, el agotamiento, una depresión nerviosa y el acoso constante de los patrocinadores terminaron por cerrar su historia en los certámenes de belleza. La idea de ser un producto y vivir entre tanta suntuosidad no iba de acuerdo a sus ideales. Solo era una chica malagueña que quería regresar a casa.

No me arrepentiré nunca de haber sido la primera Miss Universo que supo decir: ¡Basta! Tampoco reniego, al contrario, me abrieron los ojos al mundo. Volví para empezar de nuevo con el mismo deseo de comerme al mundo, con la tranquilidad de haber sido fiel a mis sentimientos y coherente con la mentalidad de una chica de 20 años”, sostuvo.

En esa misma línea, reconoció su propio coraje de haber medido “fuerzas con un gigante” a pesar de que el mundo de la belleza le abrió las puertas. En declaraciones a El Mundo, bromeó sobre haber tirado la corona de Miss Universo por la ventana: “Sí, y como era bisutería barata se deshizo contra el suelo”.

Así fue como Amparo Muñoz optó por un camino distinto y comenzó a desempeñarse como actriz en España. Pudo cursar en la Escuela de Interpretación de Cristina Rota y obtuvo su primer papel en la película Vida conyugal sana (1974) de Roberto Bodegas.

Amparo perdió dinero y una buena posición laboral tras abandonar la organización Miss Universo, y al buscar una trayectoria actoral, terminó recurriendo a trabajos en el cine de destape (llamado así por su fuerte contenido erótico y de bajo coste). Si bien pudo escapar de los certámenes, sus malas experiencias no acabarían allí.

La sexualización en el cine
La sexualización en el cine y la vida pública siguieron a Amparo Muñoz aún después de dejar los desfiles y renunciar a la corona (Captura de video)

Nuevamente, ser una mujer bella volvió a cobrarle factura entre los sets de filmación. Las escenas de desnudo la llevaron a una sexualización aun mayor que cuando era Miss Universo. Sin embargo, su figura fue clave y es rescatada hasta ahora en el marco de la era de la Transición tras el fin de la dictadura de Franco.

Cabe destacar que su reconocimiento más importante como estrella de cine fue Mamá cumple cien años (1979), film por el cual ganó el premio a Mejor actriz secundaria​ en el Festival de Cine de Bruselas. Además, el largometraje fue nominado al Oscar en la categoría de Mejor película extranjera.

En cuanto a su vida amorosa, Amparo Muñoz mantuvo vínculos sentimentales con distintos hombres como el actor Máximo Valverde, el cantante Antonio Flores, el músico Patxi Andión y el anticuario chileno Flavio Labarca; con estos dos últimos llegó a contraer matrimonio.

“Creo que mi matrimonio con él y la posterior ruptura son la clave de muchos errores que he cometido después”, se sinceró entre las páginas de La vida es el precio sobre Patxi, cuya convivencia describió como “un infierno”.

Posteriormente, el matrimonio con Labarca la sumergió “en el laberinto de las drogas” y problemas legales. Pero fue cuando se difundió una noticia falsa sobre que había contraído VIH que Amparo decidió hacer frente a los titulares con declaraciones exclusivas a la revista ¡Hola! en 1990.

A raíz de su consumo
A raíz de su consumo de drogas, la ex reina de belleza enfrentó rumores sobre su salud y desmintió las falsas noticias sobre un presunto contagio de VIH (Archivo/HOLA)

“Como pueden ver, no me estoy muriendo”, citaba la portada sobre la entrevista. Ella tenía 37 años por ese entonces y admitió que esa difamación la destruyó: “Me ha hecho polvo y mis padres se han llevado un tremendo disgusto”.

“Pienso llegar hasta el final y someterme incluso a un análisis médico para demostrar que no padezco esa enfermedad”, aclaró con notable molestia en la misma conversación. Si bien afirmó estar sana en ese momento, la ex reina de belleza comenzaría a batallar con su salud unos años después.

A los 51 años, atravesó una intervención cerebral de la que fue muy difícil recuperarse. La situación la llevó a hacer una introspección sobre todo lo vivido: “Salí de Málaga una mañana del verano de 1973 y volví 30 años después, enferma y desorientada, acostada sobre un colchón, en un monovolumen”, reflexionó en su libro.

“Quedan secuelas, no veo claro, escucho con dificultad y siento mucha vergüenza cuando llego a un bar, a una tienda, y la gente se queda mirándome”, reconoció para la ABC y reveló a El Mundo: "No me podía poner de pie ni articular palabra. Tenía media cara dormida, se me iba la cabeza. Lo pasé realmente mal“, en referencia a las afecciones que afectaban su día a día, aunque nunca detenían sus ganas de mejorar.

Antes de morir en 2011
Antes de morir en 2011 a los 56 años, Amparo pasó sus últimos días valorando la salud y sin arrepentirse de haber sido una mujer decidida y fiel a sus principios (Grosby)

En 2011, Amparo Muñoz murió en su natal Málaga a los 56 años y durante su última etapa de vida empezó a valorar la salud por encima del amor, el dinero y el trabajo. Hacia el final, no hubo grandes arrepentimientos de por medio y su único deseo era volver a ser “una mujer capaz de ponerse el mundo por montera”.