
Monstruo: la historia de Ed Gein, la serie de Netflix producida por Ryan Murphy, resurgió la figura de uno de los asesinos más famosos y perturbadores del siglo XX en Estados Unidos.
La ficción, que se posicionó rápidamente entre lo más visto de la plataforma, también suscitó preguntas sobre cuánto de lo que expone responde a hechos comprobados sobre Ed Gein, y qué elementos han sido creados o exagerados para adaptar la trama en televisión.
Crímenes reconocidos y macabros hallazgos
Ed Gein, apodado el “Carnicero de Plainfield”, fue responsable de dos asesinatos probados en Wisconsin: Mary Hogan en 1954 y Bernice Worden en 1957.
“Gein confesó a las autoridades que las mató porque se parecían a su difunta madre”, recogió The New York Times.

Aunque fue interrogado por otras desapariciones, incluidas las de cazadores y una adolescente llamada Evelyn Hartley, nunca apareció evidencia que lo vinculara con más crímenes ni confesó nuevos asesinatos.
Las escenas de Monstruo que muestran a Gein manipulando restos humanos y utilizando partes de los cuerpos para fabricar objetos están basadas en información obtenida por la policía.
“En la casa de los Gein, los investigadores hallaron diez pieles humanas de cabeza, piezas de piel convertidas en cinturones o tapizado de sillas y una caja de narices”, detalló TIME.
Entre los hallazgos figuran una máscara hecha con el rostro de Mary Hogan, un cinturón de pezones y lo que las pericias describieron como “los componentes de un ‘traje de mujer’”.
Un cuenco fabricado con un cráneo humano, elemento mostrado en el segundo capítulo de la serie, también apareció en los informes policiales y fue confirmado por fuentes como Northeastern University.

El mito del asesino múltiple
Pese a la abundancia de especulaciones, Ed Gein fue condenado únicamente por dos homicidios. Los cuerpos y restos hallados en su vivienda pertenecían en gran parte a mujeres que el propio hombre reconoció haber exhumado de cementerios locales entre 1944 y 1952.
Warsaw Times y The New York Times validaron, mediante la comprobación de tumbas vacías, la insólita confesión de Gein de haber robado los cadáveres de al menos nueve mujeres.
En la mayoría de los casos recolectó solo las cabezas, aunque en una ocasión se llevó un cuerpo completo. La serie, sin embargo, presenta estos episodios dramatizados e introduce asesinatos y desapariciones sin fundamento en los hechos probados.
El programa también explora la fascinación cultural y mediática que rodeó a Gein en Estados Unidos. Sus crímenes inspiraron a personajes ficticios como Norman Bates en Psicosis y Leatherface en La masacre de Texas.
La serie de Netflix enfatiza esta influencia y construye segmentos donde la figura de Gein se entrelaza con la creación del monstruo en Hollywood, en ocasiones exagerando la incidencia del caso real sobre el imaginario colectivo y las investigaciones policiales.

Las relaciones personales de Ed Gein
Un ejemplo claro de la distancia entre la historia y la ficción es el vínculo mostrado entre Ed Gein y Adeline Watkins.
En la serie, Watkins aparece como confidente e incluso cómplice, pero estas atribuciones no se corresponden con los testimonios registrados.
En una entrevista al Minneapolis Tribune tras la detención de Gein, Watkins señaló que la relación fue breve y que sus palabras fueron “desproporcionadas” por la prensa. Dos semanas después, aclaró al Stevens Point Journal que “sólo conocía a Gein hacía veinte años” y nunca había entrado a su casa.
El propio Charlie Hunnam, quien interpreta a Gein, sostuvo ante Tudum: “Mi interpretación fue que ella es, en gran parte, una fantasía de Ed. Encuentra, ya sea en la realidad o en su mente, un espíritu afín con Adeline, alguien que puede comprender esos impulsos primarios que él experimenta”.
La serie ficcionaliza la relación, retratando a Watkins acompañando a Gein en profanaciones y compartiendo referencias a la criminal nazi Ilse Koch —notoria por fabricar objetos con la piel de sus víctimas en campos de concentración—.
Los archivos muestran que Gein había leído sobre costumbres tribales y antropología, pero no existe prueba de que hubiera seguido la historia de Koch por influencia de Watkins.

La exageración entre los recursos narrativos de “Monstruo”
El guion de Monstruo: la historia de Ed Gein añade escenas que buscan ahondar en la psicología del asesino, aunque sin respaldo documental.
El asesinato de Henry Gein, hermano de Ed, es reconstruido en la ficción como un homicidio planeado, con una golpiza mortal seguida de un incendio para ocultar el crimen.
En la realidad, la muerte de Henry ocurrió en un incendio forestal en primavera y fue atribuida a asfixia por las autoridades. Aunque el biógrafo Harold Schecter apuntó detalles inusuales en la escena, la versión oficial nunca involucró a Ed de manera definitiva.
Otro componente inventado es la supuesta participación de Gein en la muerte o desaparición de Evelyn Hartley, una adolescente desaparecida en 1954 en La Crosse, Wisconsin.
La serie le adjudica el crimen a Ed, pero, tal como destacó The Charley Project, Gein negó tener relación con el caso y no se hallaron pruebas de su implicación. Tras el descubrimiento de los crímenes de Gein, fue interrogado por autoridades, pero resultó exonerado de cualquier vínculo con Hartley.
Adicionalmente, la miniserie incluye episodios de alucinaciones y eventos ficticios para resaltar la ambigüedad mental del personaje. En una secuencia, agentes del FBI lo consultan durante la búsqueda de Ted Bundy.
La realidad muestra que nunca existió dicha colaboración y que Bundy fue arrestado tras una persecución policial en 1975, según documentó The New York Times.

Sexualidad, cánones morales y composición familiar
Durante su reclusión, Ed Gein aseguró a los psiquiatras que nunca había mantenido relaciones sexuales, acorde con la estricta educación religiosa de su madre. El personaje de la miniserie comparte esa versión en pantalla.
El equipo médico y fuentes citadas por A&E y TIME afirmaron que Gein “no practicó canibalismo ni necrofilia, sino que conservaba los restos para observarlos”.
Según la información consultada, el propio Gein confesó experimentar “una obsesión erótica” por los cadáveres de mujeres, pero evitó relaciones sexuales porque “olían demasiado mal”.
Las referencias a su madre, Augusta Gein, son otro eje central de la serie y de la realidad. El asesino confesó una fijación con la figura materna, convirtiéndose en uno de los prototipos del concepto de madre dominante que la psicología popular asoció durante décadas a asesinos seriales.

Discrepancias y licencias en la adaptación televisiva
La relación con los habitantes de Plainfield aparece distorsionada: la serie lo presenta como un marginado social, mientras que los registros lo describen como alguien que hacía trabajos ocasionales y cuidaba niños del vecindario.
No hay indicios de que invitara a menores a su casa ni que compartiera con ellos los restos humanos que almacenaba.
El asesinato de Bernice Worden, su modus operandi y el proceso policial están fielmente retratados en los pasajes más alineados con la realidad.
El vínculo romántico que insinúa la serie es ficticio; las investigaciones establecen que Gein buscaba apropiarse de ella por su parecido con su madre.
Su detención sobrevino tras hallarse el recibo de una venta de anticongelante hecha por Worden en su ferretería, y no por la relación personal retratada en la pantalla.

El desarrollo del caso llevó a nuevos interrogatorios sobre desapariciones no resueltas en la región. La desaparición de los cazadores Victor Travis y Raymond Burgess, y su inclusión en la serie, se funda solo en especulaciones, ya que ni el método ni el perfil de Gein coincidían con esos casos.
Los episodios de Monstruo: la historia de Ed Gein están disponibles en Netflix.
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