
La publicación de cartas privadas entre Elvis Presley y su manager Coronel Tom Parker permite conocer una nueva dimensión de los últimos años del artista, marcada por el deterioro emocional y las consecuencias de las drogas.
El libro The Coronel and the King del historiador Peter Guralnick recupera intercambios epistolares y testimonios, incluyendo a Loanne Parker, viuda de Parker, que ilustran hasta qué punto las tensiones y la ira se convirtieron en parte cotidiana entre el cantante y su entorno.
Uno de los episodios más reveladores se produjo en Las Vegas, en septiembre de 1973, cuando Presley reaccionó al despido de uno de sus camareros favoritos del hotel Hilton con una explosiva invectiva en pleno escenario.
Durante una presentación alteró la letra de “Love Me Tender”, insultó al director ejecutivo Barron Hilton y a toda la cadena.
“Adiós, hijo de p*ta, adiós papá también. Al diablo con todo el Hotel Hilton y que se joda también la sala de espectáculos”, declaró.

El Coronel Parker, sentado en su mesa habitual, quedó profundamente afectado por la escena. Según relató Loanne Parker, el manager compartió su incomodidad:
“Me miró y me dijo que nunca se había sentido tan avergonzado en su vida y que ojalá pudiera meterse debajo de la mesa”.
Y añadió además que no entendía cómo enfrentaría a los responsables del hotel y expresó su convicción de que Elvis Presley no podía actuar con esa impunidad.
Esa misma noche, Parker abordó a Presley tras bambalinas, lo que derivó en una discusión que fue audible incluso desde fuera del camerino.
En su suite, el manager redactó una carta dirigida al artista donde expresó su malestar por haber sido expuesto públicamente.
Sostuvo que tomó la decisión de escribir porque “tomaste la decisión, sobre el escenario y frente a dos mil personas, de avergonzar a los ejecutivos de la Corporación Hilton con tus comentarios”.

Agregó: “Tu arrebato fue una revelación impactante para algunos… Tu discurso sobre el despido de este hombre no estuvo a la altura; el hotel no nos pide contratar ni despedir a nadie”.
En el mismo texto, Parker defendió la relación con el hotel y recordó la cantidad de beneficios y rebajas otorgadas a lo largo de los años.
“En el pasado, han descontado miles de dólares de tus cuentas, de comida, bebidas y la suite durante años, y hasta veinte mil dólares extra en este viaje. No encuentro nada de poca categoría en ellos”.
La carta cerraba con un reproche dirigido al círculo íntimo del músico: hizo notar que solo él, como manager y amigo, era capaz de advertirle esas reacciones, ya que “la mayoría de los que están cerca de ti no se atreven a decírtelo porque son empleados”.
La confrontación creció la madrugada siguiente. A la una de la mañana, Elvis Presley citó a Tom Parker en la suite Imperial del hotel, en presencia de su padre Vernon Presley.
El resultado fue la exigencia de su renuncia y la redacción de los términos económicos de la desvinculación: cinco millones de dólares, la mitad pagadera en treinta días, y una semana de asesoría gratuita.

En una segunda carta, Parker lamentó el modo en que fue convocado a esa hora y aclaró su incomodidad:
“Esperé hasta las nueve y media de la noche para saber si estabas despierto. Por supuesto, tienes el derecho de dormir cuanto quieras. No veía razón para una reunión urgente a la una de la mañana. Sabías que estaba en la cama. No guardo resentimientos, pero tampoco soy una marioneta”.
El intercambio epistolar deja registro de que los enfrentamientos entre ambos aumentaron desde la vuelta a los escenarios de Las Vegas en 1969.
Tom Parker intentó recordarle a Elvis Presley su responsabilidad profesional, invocando el lema “TCB – Take Care of Business”. En una de sus cartas le indicó: “Recuerda tu eslogan ‘TCB’. Solo funciona si lo aplicas”.
El manager expresó su inquietud por el progresivo deterioro del cantante debido al consumo de drogas y los cambios de ánimo.
Tras una presentación en 1976, sentenció que “el verdadero Elvis es agudo e inteligente, pero la persona que vi esta noche ni siquiera me reconoció. Nadie sabe cuánto extraño al verdadero Elvis. Si supiera cómo traerlo de vuelta. Extraño mucho a mi amigo”.

El 16 de agosto de 1977, Elvis murió de un infarto en su residencia de Graceland, luego de años de excesos.
Parker recibió la noticia en un hotel y gestionó de inmediato la cancelación de conciertos y la devolución de entradas.
Según Loanne, el manager actuó “de forma automática, como si hubiese puesto una barrera entre su interior y el mundo exterior”.
Ya en el funeral, Parker pidió a su equipo: “No quiero ver a nadie llorar ni hacer un escándalo al llegar. No habrá arrebatos emocionales de ningún tipo. Honraremos a Elvis controlando nuestras emociones y manteniendo la dignidad. Seguimos trabajando para Elvis y queremos que se sienta orgulloso de nosotros. Eso significa ser fuertes y cumplir con nuestro deber en estas circunstancias. Lo repito: nada de lágrimas”.
Hasta el final de su vida, Coronel Tom Parker sostuvo que “siempre será Elvis y el Coronel. Nunca dejaré de intentar mantener vivo su nombre”.
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