Los Simpsons son un fenómeno que ya ha traspasado cualquier tipo de barrera. Con casi 40 años al aire, la serie creada por Matt Groening sigue en vigencia y, aunque por momentos tuvo que enfrentarse a las constantes actualizaciones que hay en el mundo, esto no le fue un impedimento. Sin ir más lejos, en 2014, la familia amarilla sorprendió a todos al estrenar un capítulo totalmente ajeno a su forma de ser: lo realizaron con animación de piezas de Lego.
Este hito no solo marcó un antes y un después en la historia de la familia amarilla, sino que también se convirtió en el episodio más caro jamás producido por la serie.
La magnitud del proyecto y su innovador enfoque visual lo consolidaron como uno de los experimentos más ambiciosos y costosos de la animación televisiva reciente. Requirió el doble de tiempo de trabajo habitual y una colaboración inédita con la empresa de bloques.

Un episodio singular: argumento, estilo visual y diferencias con la serie
“Una pieza como yo” es el episodio 550 de la serie. Se distingue por su propuesta visual y narrativa. En este capítulo, la realidad cotidiana de Springfield se transforma en un universo construido enteramente con piezas. Los personajes, escenarios y objetos emblemáticos de la serie adoptan la estética característica de los bloques de construcción, lo que genera un efecto visual inédito.
La trama gira en torno a Homero, quien es el único que percibe que algo extraño ocurre en este nuevo mundo de bloques, mientras el resto de los habitantes de Springfield parecen ajenos a su transformación. El argumento, según Espinof, se justifica con poco más que chistes visuales y una conclusión final tomada de la película Lego, estrenada apenas tres meses antes del episodio.

El ritmo de la animación resulta más pausado que el del largometraje, pero el episodio ofrece momentos visualmente estimulantes y permite a los espectadores redescubrir personajes y lugares icónicos bajo una nueva perspectiva.
A diferencia de otros capítulos, este episodio destaca por su tono más moderado. No obstante, el equipo creativo logró incluir algunos guiños característicos, como una escena en la que Homero y Marge dispersan piezas de bloques por toda la habitación, como un guiño sutil a una escena donde tienen intimidad.

El origen de la colaboración: de la intro del sofá a un episodio completo
La génesis de este episodio especial se remonta a varios años antes de su estreno, cuando la empresa de bloques propuso a Fox, la cadena responsable de Los Simpsons, una colaboración para crear un set de la familia amarilla. La idea inicial era realizar la famosa introducción del sofá —un clásico de la serie— al estilo Lego. La respuesta del equipo fue mucho más ambiciosa: “Olvida el sofá, hagamos así el episodio entero“, recogió Espinof.
Esta decisión marcó el inicio de un proceso creativo sin precedentes para la serie.

Un proceso de producción sin precedentes: animación 2D y 3D, dos años de trabajo
La realización de “Una pieza como yo” representó un reto técnico y logístico de gran envergadura para el equipo de Los Simpsons. El episodio combinó técnicas de animación 2D, habituales en la serie, con animación 3D generada por ordenador para simular el aspecto de las piezas. Esta fusión de estilos requirió una planificación meticulosa y una ejecución minuciosa para mantener la coherencia visual y narrativa.
El proceso de producción se extendió durante aproximadamente dos años, el doble del tiempo necesario para un episodio estándar de la serie. Matt Selman, productor ejecutivo del capítulo, bromeó sobre la duración del trabajo: “Es demasiado tiempo para que gente de comedia viva con los mismos chistes“, según declaraciones recogidas por Espinof.

Costos y comparaciones: el episodio más caro de la serie
El ambicioso proyecto tuvo un impacto directo en el presupuesto de la serie. Aunque no se han divulgado cifras exactas sobre el coste de producción, Espinof señala que el episodio requirió el doble de tiempo de trabajo que uno convencional y que, además, implicó el pago de la licencia, lo que elevó considerablemente los gastos.
Como referencia, en 2011 —tres años antes del estreno del episodio— cada capítulo de Los Simpsons tenía un coste aproximado de cinco millones de dólares. Dado que “Una pieza como yo” duplicó el tiempo de producción y sumó los derechos de uso de la marca, se estima que el presupuesto podría haberse duplicado respecto a la media habitual. Esta cifra lo sitúa como el episodio más caro de la historia de la serie.
La serie ya había incurrido en gastos elevados en ocasiones anteriores. El segmento “Homero³“, incluido en el especial ”La casa del terror” de la séptima temporada, también supuso un reto económico debido a la novedad y el coste de la animación 3D en ese momento. No obstante, ningún episodio había alcanzado el nivel de inversión que tuvo este.

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