
El actor Michael Keaton es una figura emblemática de Hollywood, que no deja de sorprender a sus seguidores con su vitalidad y entusiasmo, como características que conserva a los 73 años. En una reciente conversación con la revista británica The Rake, el interprete demostró su disposición para abordar temas relacionados con su carrera, y aspectos más personales. “¿Estás grabando esto ya? Me encanta hablar de estas cosas”, comentó con un entusiasmo poco común al iniciar dicha entrevista.
Durante la charla, Keaton reveló detalles sobre un problema físico que lo acompañó durante años: el dolor de espalda. “Tuve un mal de espalda durante mucho tiempo. Me tomó años mejorarla”, confesó Keaton, mientras atribuye parte del problema a su afición al hockey y a los esfuerzos físicos que conlleva la paternidad. Con humor también recordó cómo durante el rodaje de Mr. Mom (1983), debió ser transportado en una camioneta donde pudiera recostarse para aliviar las molestias.
Actualmente esa experiencia quedó en el pasado. Puesto a que Keaton se muestra enérgico y lleno de vida, y en el informe de la revista The Rake, se autodefinió: “Me cuesta mucho quedarme quieto, cualquiera que me conozca te lo dirá”. Esa misma energía fue esencial para afrontar un 2024 como año profesional cargado de proyectos, que incluyen la dirección y actuación en Knox Goes Away y su regreso al icónico papel de Beetlejuice.
Keaton destaca por su talento en pantalla y también por su capacidad para conectarse con los demás de forma genuina, ofreciendo una visión íntima de su vida y su carrera. Esta conversación, lejos de limitarse al ámbito cinematográfico, muestra a un actor que a pesar de los años, sigue dispuesto a conquistar el mundo con la misma pasión de siempre.

Las humildes raíces del actor
Antes de convertirse en una de las figuras más reconocidas de Hollywood, Michael Keaton creció en un entorno que definió gran parte de su personalidad y perspectiva. “Crecimos fuera de Pittsburgh, en un pueblo obrero de acero”, recordó describiendo su infancia en un ambiente rural que contrastaba con la vida más urbana de muchos de sus compañeros. Rodeado de naturaleza, pasaba el tiempo explorando arroyos y pescando con lombrices, lejos de cualquier ostento. Y sobre esto, amplió: “Éramos personas de clase baja-media; no teníamos nada lujoso. Yo siempre fui mucho más rural que mis compañeros de clase”.
Ser el menor de siete hermanos significó tener una audiencia en casa, lo que quizás marcó los primeros pasos de su inclinación por el entretenimiento. Sin embargo, no había señales claras de que el espectáculo sería su destino. Fue la llegada de un televisor en blanco y negro, ganado por su padre en una rifa, lo que abrió una ventana a mundos desconocidos. Keaton recuerda cómo el vecindario entero se reunía para mirar programas y películas, y cómo esto estimuló su imaginación: “Los sábados por la mañana, cuando no tenía escuela, me levantaba para ver westerns y películas de la Segunda Guerra Mundial”.
Aunque el arte dramático no estaba presente en su vida de manera formal, su curiosidad lo llevó a explorar el teatro en la universidad. Pero no fue hasta mucho después, al actuar en una obra local, que comenzó a considerar la actuación como una verdadera posibilidad. “No me di cuenta de que alguien iba a reseñar la obra”, aseguró sobre aquel primer proyecto teatral. Fue una mención positiva en un periódico independiente lo que plantó la idea de que podía tener talento.

Colaboraciones claves para el crecimiento profesional
Uno de los aspectos más destacados de la trayectoria de Michael Keaton fue su competencia para construir relaciones creativas que marcan un antes y un después en su carrera. Entre las más notables es su colaboración con el visionario director Tim Burton, quien fue fundamental en su ascenso al estrellato con Beetlejuice (1988) y Batman (1989). “Tim y yo, no puedo decirte exactamente qué es lo que funciona entre nosotros. En muchos sentidos somos similares pero en otros no y eso también contribuye a que funcione”, reflexionó Keaton sobre la conexión que comparte con el cineasta.
Sin embargo, no todas sus colaboraciones fueron igual de armónicas. Su trabajo con Alejandro González Iñárritu en Birdman (2014), que le valió una nominación al Oscar, implicó un desafío diferente. “Alejandro es muy exigente y hay personas que no lo manejan bien. Pero me encantó trabajar con él y ese proyecto me fascinó”, aclaró. Aunque describe al director como “duro con la gente”, destaca la importancia de establecer una relación de igualdad: “Tuve que asegurarme de que éramos iguales y funcionó perfectamente”.
Estas colaboraciones definieron la carrera del artista y su evolución como intérprete. Su habilidad para adaptarse a diferentes estilos de dirección y encontrar puntos en común con directores de renombre refleja no solo su profesionalismo, sino también su capacidad de asumir riesgos creativos. Cada uno de estos momentos, desde su trabajo con Burton hasta su papel en Birdman, contribuyó a consolidarlo como un actor versátil y comprometido.
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