“Sobredosis de futuro”, así define Joan Cwaik esta actualidad donde la tecnología y la inteligencia artificial parecen abarcarlo todo. A semanas de la publicación de su nuevo libro El algoritmo: ¿quién decide por nosotros? (Planeta), Cwaik estuvo un nuevo año en el auditorio de Ticmas en la 49° Feria de Libro.
Ticmas y Joan Cwaik trabajaron en conjunto para un proyecto de Academy avalado por la Universidad de San Andrés con una novedosa propuesta de educación ejecutiva y continua a partir de tres programas asincrónicos que permiten trabajar con metodologías disruptivas y acercarse al mundo de las finanzas, el marketing y las tecnologías emergentes desde una nueva perspectiva.
En un diálogo ameno entre Patricio Zunini y Cwaik repasaron novedades del corazón, que era el cuarto año consecutivo que el especialista visitaba el auditorio de Ticmas y que nos encontramos en lo que él denominó un presente con “sobredosis de futuro” ante la presencia de la inteligencia artificial.
Atrapados por el algoritmo
“Hoy en día a todo lo que no entendemos lo llamamos algoritmos. Si antes decíamos si Dios quiso o si Dios quiere. Hoy en día culpamos al algoritmo como ese ser invisible e imposible de comprender o de interpretar y que realmente está omnipresente en nuestra vida cotidiana”, reflexionó Cwaik.
Y agregó: “Esa sensación de sentirnos atrapados en el algoritmo es uno de los riesgos que enfrentamos hoy en día. De alguna forma, siendo partícipes en un mundo donde muchas veces ponemos la tecnología por delante del ser humano”.
“Y si vamos a lo largo de la historia humana, nos vamos a épocas como la Edad Media, ahí - si leemos la biografía de Leonardo da Vinci escrita por Walter Isaacson, un excelente libro lo pueden conseguir acá en la feria- Isaacson explica cómo en la Edad Media el arte y la ciencia empezaron a poner al ser humano en el centro de las cosas y hoy parece que el ser humano se corre del centro de la forma de ver las cosas o del modo de comprender las cosas. Y eso lo podemos transpolar al amor, lo podemos transpolar a la economía, lo podemos extrapolar al entretenimiento, lo podemos extrapolar a la política, lo podemos transpolar a la concepción de la verdad, a lo que entendemos por verdad o no, o al fenómeno de la posverdad”, destacó el especialista en tecnologías emergentes.
Saturación y contraalgoritmo
Además, Cwaik planteó: “¿Cuántos de nosotros, de los que están acá en el auditorio de Ticmas o de los que lo están viendo por streaming se sienten saturados de tanta tecnología? Yo mismo me siento muchas veces saturado de tanta tecnología como que no me puedo escapar”.
Y a esta saturación tecnológica, para Cwaik se suma la saturación del entretenimiento. “De tanta información hoy en día tenemos que tratar de distinguir, entre tanto ruido. Entonces sigo trabajando en ese mundo, más allá de los acontecimientos mediáticos que suelen pasar en la vida de uno”.
“Hoy en día se trata de descubrir lo contra algorítmico o lo contracultural, El hecho que ustedes hoy en día se sienten a leer un libro es un hecho contracultural. Ni hablar del hecho de escribir un libro es algo contra algorítmico, contracultural en el siglo XXI que estén acá en la Feria del Libro, escuchando una charla de este estilo, que requiere cierta profundidad, que requiere cierto proceso; eso es un acto contra algorítmico”, reflexionó.
Y explicó: “El algoritmo es un conjunto de pasos para llegar a un punto determinado. Pero hoy en día estas recetas son muchas veces autónomas y muchas veces están tan sesgadas que no nos damos cuenta. Entonces creo que ahí está un poco el foco; en empezar a encontrar estos pequeños actos de rebeldía contra algorítmicos, contraculturales es algo fundamental. Y esto no es demonizar a la tecnología, ni caer en apocalípticos e integrados de Eco. La idea es ser críticos y conscientes con el balance”.
Dieta Digital
Así como tomamos conciencia de cómo nos alimentamos, Cwaik plantea la importancia de la llamada “dieta digital”: “En el siglo XXI somos cada vez más conscientes de cómo nos alimentamos, de si entrenamos o no entrenamos, de cómo cuidamos nuestro cuerpo a nivel físico, pero nos preguntamos qué estamos consumiendo a nivel digital. ¿Cuál es nuestra dieta digital? ¿Cómo está compuesta? Porque nosotros podemos comer hamburguesa con papas fritas, un día, dos días. Ahora, si comes todos los días así, potencialmente puede haber un problema”.
“En una época donde la tecnología desplaza al ser humano del centro de la forma de ver las cosas, y muchos de estos famosos algoritmos, estos fantasmas invisibles, nos condicionan mucho más de lo que somos conscientes”, planteó.
Y reflexionó ante esta nueva costumbre de llamar a todo “algoritmo” o “inteligencia artificial”: “Hay algo de la percepción social de lo inentendible. Volvemos al mismo punto de que todo lo que no entendemos hoy en día lo llamamos algoritmo. La autoridad de no comprender. Frente a una realidad, a una tecnología, mejor dicho, que crece a ritmos exponenciales frente a una humanidad cada vez más impaciente, cada vez más ansiosa, cada vez más caprichosa, cada vez menos comprometida.”
Angustia tecnológica y existencial
Una vertiginosidad que al mismo tiempo impacta, como destaca Cwaik al señalar cómo naturalizamos rápidamente la inteligencia artificial generativa a través de los chatbots. “Vivimos procesos de integración tan rápidos, tan dinámicos y tan inentendibles, porque hoy en día la realidad es que hay más tecnología de la que podemos comprender, hay más tecnología de la que podemos integrar en nuestra vida cotidiana y eso genera una angustia en el ser humano”.
Y reflexionó: “Eso le produce angustia al ser humano, porque los seres humanos no estamos biológicamente diseñados para cambiar en forma constante, entonces somos una humanidad que desde la biología no estamos cómodos con cambiar y tenemos un motor externo; un motor que no lo terminamos de comprender, que todo el tiempo nos dice ‘Che, esto que estás haciendo se puede hacer mejor. Esto que estás haciendo, esta verdad que estás viendo, es parcial’”
“Tenemos algoritmos que empiezan a condicionar la amistad, el amor y todo eso produce una angustia existencial del ser humano muy grande en este siglo XXI”, subrayó el especialista en tecnologías emergentes. Y contó que justamente en su nuevo libro, spoiler mediante, que trabajó en el impacto de la IA en las apps de citas y cómo eso afecta la forma en que nos relacionamos “ante ese inventario humano teóricamente ilimitado a disposición”.
El tiempo para buscar la felicidad
Así como en el amor, el entretenimiento o incluso lo profesional parece que todos son carreras en el mundo actual. “Estamos compitiendo en un mercado de la atención tan agresivo que es muy difícil captar la atención, poder robarnos ese pedacito de atención y permanecer y comprometerse. Y las cosas en la vida llevan tiempo. Yo lo vengo diciendo hace años, las cosas en la vida llevan tiempo”, indicó.
Y agregó ante los presentes: “Ser un escritor reconocido y trabajar de la escritura lleva tiempo. Ser un buen profesional lleva tiempo. Ser un buen amigo lleva tiempo. Encontrar una pareja lleva tiempo. Y en este mundo tan fugaz pareciese que las cosas son demasiado volátiles”.
A la hora de repensar su tarea como docente en la Universidad de San Andrés, Joan Cwaik reflexionó: “En el siglo XXI, el estado de arte del conocimiento se logra en ambientes de hiperespecialización; a nivel del conocimiento. Entonces creo que en esa búsqueda más lúdica, no de transmisión de contenido, se pierde un poco la profundidad. Hay un libro muy bueno de Barry Schwartz que habla del ‘valor de lo inútil’. Y hoy en día podemos decir para qué aprendemos inglés, por ejemplo. Si las plataformas de inteligencia artificial o el mismo Google si lo toco con un clic derecho me traduce al instante. El hecho de aprender un idioma te habilita unas conexiones neuronales también y una forma de pensar la solución de problemas, que es distinta. Lo mismo con la matemática. Entonces no sacrifiquemos las formas de pensar en profundidad”.
“Yo trato de impulsar cada vez más que realmente hay que preservar lo que nos hace felices, por más que la tecnología lo pueda automatizar o lo pueda hacer a nivel rutinario, operativo”, planteó. Y destacó: “ Si a ustedes les gusta escribir, fomenten eso, obviamente usando tecnología, porque no lo vamos a negar, no podemos tapar el sol con la mano. La tecnología va a seguir estando constantemente, pero creo que tenemos que buscar esas cosas que realmente nos hagan felices”.
“La tecnología es una herramienta fabulosa, fundamental, maravillosa, que permite que un abuelo pueda hablar con sus nietos a pesar de la distancia, que permite romper esos límites de la creatividad”, finalizó.
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