Durante meses, las tropas de la Guardia Nacional en la capital estadounidense han estado en “patrulla de presencia”. Esta es una forma elegante de decir que han estado realizando caminatas con el objetivo de disuadir la delincuencia. Su mensaje a los residentes de la ciudad ha sido que las calles son seguras. Un tiroteo el 26 de noviembre, a pocas cuadras de la Casa Blanca, desmintió esa idea, así como la de que los turistas y los empleados de oficina de Washington son quienes necesitan protección. Dos miembros de la Guardia Nacional fueron el objetivo.
Los soldados resultaron gravemente heridos y fueron hospitalizados. El presunto atacante recibió un disparo, aunque no mortal, de otro miembro de la Guardia. Donald Trump lo calificó de “acto terrorista” y prometió que el “animal” responsable pagaría el precio más alto posible. Las autoridades identificaron al sospechoso como Rahmanullah Lakanwal, un afgano de 29 años.
Se dice que llegó en 2021 a bordo de un vuelo de evacuación tras la toma de Kabul por los talibanes. Él, junto con más de 70.000 afganos, recibió un permiso temporal de residencia a través de un programa autorizado por Joe Biden. El gobierno de Biden ofreció programas similares a cubanos, haitianos, nicaragüenses, venezolanos y ucranianos. Trump canceló la mayoría de ellos hace meses.
Tras el tiroteo, el presidente calificó la llegada de “extranjeros no autorizados” como la “mayor amenaza para la seguridad nacional” que enfrenta Estados Unidos. Trump afirmó que “reexaminará a cada extranjero que haya entrado en nuestro país desde Afganistán bajo el mandato de Biden” y “garantizará la expulsión de cualquier extranjero de cualquier país que no pertenezca a este país”.
El tiroteo tendrá consecuencias para el uso de la Guardia Nacional por parte de Trump en Washington DC, y quizás en otros lugares. Una jueza federal dictaminó recientemente que su despliegue en la capital era ilegal, aunque aplazó su decisión hasta el 11 de diciembre para permitir apelaciones. La administración Trump ya ha citado el ataque en sus documentos legales. Mientras tanto, la Corte Suprema está considerando un caso aparte sobre si permitir el despliegue de la Guardia en Chicago. Esto también podría afectar su cálculo.
El tiroteo dará aún más impulso a las medidas drásticas de Trump contra la inmigración. En cuestión de horas, la agencia encargada del procesamiento de visas suspendió todas las solicitudes de afganos. Trump ya ha citado la delincuencia cometida por residentes nacidos en el extranjero como base para imponer restricciones. En junio, en Boulder, Colorado, un egipcio con visa vencida lanzó una bomba incendiaria contra una manifestación proisraelí. Días después, Trump impuso restricciones a los viajeros de 19 países.
No se menciona que los inmigrantes son menos propensos a delinquir que los estadounidenses nativos. La violencia extremista por parte de ellos es extremadamente rara, lo que demuestra la habilidad de Estados Unidos para investigar y asimilar a los recién llegados. Sin embargo, al Sr. Trump le desagrada la inmigración, y presentarla como una amenaza para la seguridad le da más excusas para restringirla. Los tribunales tienden a delegar en el presidente en materia de seguridad nacional.
En cuanto a la política del tiroteo en sí, algunos críticos de Trump afirmaron que fue el precio inevitable de su uso performativo de la Guardia Nacional. MAGA lo calificó como una prueba del problema de la delincuencia en la capital, y el presidente convocó a 500 guardias más a Washington DC.
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