¿Cómo evolucionará la defensa de Japón bajo el mandato de su nueva y agresiva líder?

Takaichi Sanae aboga por mayores presupuestos, mejores servicios de inteligencia y una industria armamentística más fuerte

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El destructor japonés JS Chokai
El destructor japonés JS Chokai

Hace unas semanas, el elegante destructor japonés JS Chokai llegó a California con una misión especial: ser equipado con misiles de crucero Tomahawk estadounidenses, los primeros de los cientos que Japón planea adquirir. El despliegue de estas armas de largo alcance, con capacidad para alcanzar objetivos en territorio chino y Corea del Norte, marca un hito en la transformación de Japón de un estado constitucionalmente pacifista a una potencia militar moderna. Rompe con un antiguo tabú que prohibía atacar objetivos en territorio enemigo.

Si la nueva primera ministra japonesa, Takaichi Sanae, de línea dura, logra su objetivo, la evolución de la seguridad de Japón se acelerará. El fortalecimiento militar del país responde a la creciente agresividad de sus vecinos, China y Corea del Norte, y a la creciente incertidumbre de Estados Unidos como aliado. El proceso se intensificó hace más de una década, tras la confrontación entre China y Japón por las islas Senkaku, controladas por Japón y reclamadas por China. Un nuevo enfrentamiento diplomático ha estallado a raíz del apoyo de Takaichi a Taiwán, lo que nos recuerda la rapidez con que una crisis entre los dos gigantes asiáticos podría descontrolarse y por qué Japón se siente inseguro.

La necesidad de acelerar el ritmo es evidente. El difunto Shinzo Abe, primer ministro entre 2012 y 2020, trazó un rumbo más firme para Japón. Aumentó el gasto en defensa y flexibilizó las leyes que restringen el uso de la fuerza por parte de las fuerzas armadas japonesas. Uno de sus sucesores, Fumio Kishida, impulsó una revisión estratégica en diciembre de 2022 que desafió las convenciones de la posguerra sobre la inversión japonesa en seguridad y las capacidades que debía tener.

Desde entonces, las amenazas a Japón no han hecho más que aumentar. China ha fortalecido sus fuerzas armadas e intensificado la presión en torno a las islas Senkaku (que denomina islas Diaoyu). Corea del Norte ha reactivado su alianza militar con Rusia y ampliado sus arsenales de misiles y armas nucleares. Mientras tanto, Donald Trump ha presionado a Japón para que aumente su gasto en defensa. El presidente estadounidense también ha alimentado la inquietud sobre la profundidad del compromiso de Estados Unidos con la defensa de su principal aliado en el Pacífico.

En el ámbito nacional, Takaichi ha conseguido un nuevo socio de coalición para el gobernante Partido Liberal Democrático (PLD). El Partido de la Innovación de Japón comparte el mismo interés por las reformas de seguridad que la primera ministra, a diferencia del anterior socio del PLD, Komeito, un partido pacifista. Su primera prioridad es aumentar el gasto en defensa. Hace tres años, Japón anunció que elevaría el gasto en defensa al 2% del PIB para principios de 2028, superando una norma de larga data que prohibía que superara el 1% del PIB. En realidad, parte de la contabilidad es un truco en el que el gasto existente (por ejemplo, en la guardia costera) se está contabilizando como gasto en defensa. La primera ministra planea utilizar un presupuesto suplementario para superar el umbral del 2% para la primavera. Mientras tanto, el nuevo jefe de política del PLD, Kobayashi Takayuki, afirma que “el 2% del PIB está lejos de ser suficiente”. Da a entender que los presupuestos de defensa futuros serán aún mayores.

Sanae Takaichi. REUTERS/Kim Kyung-Hoon
Sanae Takaichi. REUTERS/Kim Kyung-Hoon

Los nuevos fondos se están destinando principalmente a ampliar las capacidades de las Fuerzas de Autodefensa (FAD). Además de los misiles Tomahawk, Japón desplegará misiles de largo alcance de fabricación nacional en Kyushu, la más meridional de las cuatro islas principales del país, la próxima primavera. En agosto, Japón incorporó su primer F-35B, una versión de despegue corto de un caza estadounidense de última generación. Desde la invasión rusa de Ucrania, Japón también ha prestado mayor atención a las necesidades operativas, incluido el almacenamiento de municiones. La invasión, según Yamazaki Koji, quien dejó el cargo de jefe de las FAD en 2023, fue una “llamada de atención sobre la necesidad de centrarnos en operaciones reales”.

Sin embargo, el gasto previsto por Japón no alcanzará las expectativas iniciales. La estrategia de adquisiciones, en el momento de la revisión, partía de un tipo de cambio de 108 yenes por dólar, pero el promedio se ha situado cerca de los 150 yenes, lo que reduce la rentabilidad del yen en la compra de material extranjero. Los drones, las operaciones cibernéticas y la IA están transformando rápidamente la guerra moderna; Japón necesita “adaptarse a esta nueva forma de combatir”, afirma un legislador del PLD. Tampoco es probable que Trump acepte que el nuevo objetivo presupuestario de Japón, del 2% del PIB, sea suficiente. Todo ello añade urgencia a la hora de superar una meta que, hace tan solo unos años, habría sido prácticamente inimaginable.

Mientras tanto, Takaichi también desea fortalecer la estructura institucional. Abe elevó la agencia de defensa japonesa a la categoría de ministerio y creó una secretaría inspirada en el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos. Kishida estableció una nueva estructura de mando para las Fuerzas de Autodefensa (FAD) con el fin de garantizar una mejor coordinación entre sus ramas y con las fuerzas estadounidenses. Takaichi ahora quiere crear una agencia nacional de inteligencia independiente que sustituya la recopilación de inteligencia que actualmente realizan varios ministerios y agencias gubernamentales. El 14 de noviembre, un nuevo consejo del PLD se reunió para debatir el diseño de esta nueva entidad.

Japón está desarrollando conjuntamente un
Japón está desarrollando conjuntamente un avión de combate de última generación con Gran Bretaña e Italia. REUTERS/Kim Kyung-Hoon

Un último conjunto de cambios implica la flexibilización de las restricciones legales. A principios de este año, el Congreso de Japón aprobó una ley que autoriza al gobierno a tomar medidas activas para neutralizar las ciberamenazas, aclarando así cómo aplicar la prohibición constitucional japonesa del uso preventivo de la fuerza en el complejo mundo del ciberespacio. El gobierno de Kishida también revisó parcialmente las restricciones vigentes desde hace tiempo a las exportaciones de armas. Japón está desarrollando conjuntamente un avión de combate de última generación con Gran Bretaña e Italia; Mitsubishi Heavy Industries, gigante de la ingeniería y la defensa, ganó recientemente un importante contrato para suministrar nuevas fragatas a Australia. Sin embargo, las limitaciones a las exportaciones de armas seguían siendo lo suficientemente estrictas como para que ambos proyectos requirieran engorrosas soluciones legales. Takaichi quiere eliminar por completo las restricciones.

Las posturas de Japón sobre seguridad nuclear podrían ser los próximos tabúes en caer. Desde los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, Japón se ha mostrado reacio al uso militar de la energía nuclear; la ley limita su uso a “fines pacíficos”. Sin embargo, tras el reciente acuerdo de Corea del Sur con Estados Unidos para adquirir submarinos de propulsión nuclear (pero no armados con armas nucleares), funcionarios japoneses han manifestado interés en este tipo de submarinos. Su adquisición no infringiría la promesa, hecha en 1967 por el entonces primer ministro, Sato Eisaku, de que Japón no poseería, produciría ni albergaría armas nucleares en su territorio. No obstante, a principios de este mes, Takaichi insinuó que estos tres principios fundamentales podrían revisarse.

A pesar de las ambiciones del gobierno, el aumento del gasto en defensa se enfrenta a limitaciones persistentes. Se suponía que las subidas de impuestos cubrirían el incremento del presupuesto de defensa, pero su implementación se ha retrasado. Las propuestas de mayor gasto inevitablemente entrarán en conflicto con la atención a una población envejecida y con las crecientes demandas para abordar el aumento del costo de vida. Takaichi ya ha prometido reducciones de impuestos y subsidios para los hogares con dificultades económicas.

Japón también sufre una grave escasez de personal. Una producción de defensa más rápida implicará el traslado de trabajadores de las líneas de montaje a otros sectores; la creación de una fuerza cibernética requiere captar talento de programación del sector privado, donde ya escasea. Este año, las Fuerzas de Autodefensa (FAD) no alcanzaron su objetivo de 247.000 efectivos, con una diferencia superior al 10%; entre los rangos más bajos, el déficit asciende a casi el 40%. Los sistemas no tripulados y las operaciones eficientes pueden ayudar, pero no serán suficientes. Las FAD esperan que mejores condiciones de vida atraigan a más jóvenes reclutas. Además de equiparlos con nuevo armamento, los buques contarán con internet satelital de alta velocidad para sus tripulaciones. Pronto, el JS Chokai no solo tendrá misiles Tomahawk, sino también acceso a Netflix.

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