
El avance de la extracción de gas y petróleo en Argentina, impulsado por el desarrollo de Vaca Muerta, representa uno de los pocos crecimientos relevantes dentro de la estructura del Producto Bruto Interno (PBI) en los últimos años, y clave para el crecimiento del comercio exterior.
Este fenómeno contrasta con el retroceso generalizado de la mayor parte de los sectores productivos nacionales, que han visto apagarse su capacidad para aportar riqueza y empleo de calidad, consolidando una tendencia de estancamiento económico.
La necesidad de acelerar inversiones y modernizar el tejido productivo es el eje de la preocupación del Gobierno nacional tras las recientes elecciones de medio término.
El Gobierno prioriza reformas estructurales en las legislaciones laboral y tributaria, buscando destrabar la actividad productiva, fortalecer la creación de empleo formal y mejorar el ingreso medio
Para enfrentar este desafío, el Ejecutivo prioriza reformas estructurales en las legislaciones laboral y tributaria, buscando destrabar la actividad productiva, fortalecer la creación de empleo formal y mejorar el ingreso medio de la población.
Un análisis sectorial, realizado a partir de datos del Indec sobre 23 ramas principales y 34 subsectores económicos informados para el segundo trimestre de cada año, pone en evidencia las fuentes de la crisis.
Solo poco más de la mitad de los grandes sectores incrementó su contribución al PBI en 2025 respecto del promedio de 2004 a 2023. Sin embargo, apenas un tercio mostró una mejora significativa y únicamente uno de ellos corresponde a la llamada “economía real”: la extracción de Minas y Canteras. Este sector elevó su participación de 3,23% a 3,82%, es decir, un aumento de 0,62 puntos porcentuales.
De ese avance, el impulso que adquirió la explotación del reservorio de Vaca Muerta explica la mayor parte, lo que posiciona al yacimiento como principal motor de crecimiento sectorial.
Vaca Muerta explica la mayor parte del crecimiento sectorial, aislando un fenómeno positivo en un entorno general adverso
No obstante, este repunte no alcanza para recuperar los niveles históricos: la participación máxima de Minas y Canteras fue de 4,89% en 2004 y, si bien el impulso reciente es innegable, el sector todavía permanece por debajo de ese récord y de los niveles observados en 2005, 2006 y 2009, cuando llegó a 3,84 por ciento.
En los servicios, 6 ramas mejoraron su aporte relativo. Los servicios empresariales y de remis treparon de 6,19% a 7,16% del PBI, aunque con empleos de baja calificación y salarios reducidos. Otro incremento destacado fue el de los servicios inmobiliarios, que subieron de 5,45% a 6,03 por ciento.
Otras actividades con mejoras notables fueron Comunicaciones (hasta 4,62%), Enseñanza pública (3,45%), Salud privada (2,88%) e Intermediación financiera (4,26 por ciento).
Sectores hasta hace poco estratégicos para la economía nacional sufrieron caídas pronunciadas
En contraste, sectores hasta hace poco estratégicos para la economía nacional sufrieron caídas pronunciadas. La industria manufacturera retrocedió a 16,83% del PBI, perdiendo 2,77 puntos porcentuales. Los servicios culturales y deportivos bajaron a 0,99%, la construcción a 2,94% y el transporte a 4,18 por ciento.
Al observar la comparación con el segundo trimestre de 2023, durante la gestión de Javier Milei, y excluyendo el repunte transitorio del agro -que luego de la sequía recuperó participación hasta alcanzar 13,95%-, solo tres actividades aumentaron su peso: la extracción de carbón, gas y petróleo, la intermediación financiera y el rubro hotelero y gastronómico.
La industria manufacturera merece una mención aparte. El promedio de capacidad ociosa del sector desde 2016 se ubica en 38%, un dato que refleja la falta crónica de inversión. En algunos rubros, ese índice es aún más grave: refinerías de petróleo (21,9% de plantas inactivas), celulósico-papelera (26,6%), metálica básica (27,6%) y minerales no metálicos (31,7 por ciento).
El capital destinado a mantenimiento y reemplazo de maquinaria resulta insuficiente para revertir el deterioro, lo cual erosiona no solo empleo sino también innovación y valor agregado. Así, la contribución fabril al PBI -16,83% en 2025- permanece por debajo del promedio de la última década (18,17%) y muy lejos del 20,31% de los años previos.
De las 24 ramas que integran la industria manufacturera, solo seis ampliaron su incidencia en el valor agregado del sector en más de una décima de punto porcentual. Edición e impresión encabezó el listado, pasando de 1,66% a 3,54%, seguida por metales comunes (7,02%), productos textiles (2,06%), minerales no metálicos (4,45%), refinación de petróleo y coque (3,87 por ciento).
Por el contrario, los retrocesos más pronunciados se observaron en alimentos y bebidas (28,12% del PBI fabril), máquinas y equipos (7,43%), productos metálicos (3,48%) y la industria del cuero/calzado (1,32%), entre otros.
La pérdida de peso sectorial se amplifica ante condiciones de competitividad cada vez más desafiantes: la presión tributaria, la rigidez y litigiosidad laboral, y la apertura a las importaciones impactan de lleno en la rentabilidad y la capacidad de reinversión de las empresas.
La economía argentina se apoya de manera creciente en un puñado de actividades extractivas, principalmente hidrocarburos ligados a Vaca Muerta, y en algunas ramas de servicios de baja productividad.

La fuerte presencia de microempresas -con menos de cinco empleados- limita el potencial exportador y dificulta la incorporación de innovación. Sin un cambio de fondo, la tendencia indica una industria atrapada en la capacidad ociosa y con menor peso económico respecto a décadas anteriores.
La advertencia es concreta: “Si no hay cambios de fondo que impulsen la inversión, modernización y profesionalización, la tendencia hacia una industria con altos niveles de capacidad ociosa y caída en el peso económico seguirá profundizándose”, analiza Infobae. La recuperación de la actividad y el rol de la producción en el crecimiento nacional dependen de revertir esa inercia.
El reto inmediato es transformar las condiciones estructurales para evitar que la economía dependa de unos pocos rubros y un futuro incierto
Por ello, el Gobierno considera prioritario reformar las legislaciones laboral y tributaria, con el objetivo no solo de atraer inversiones, sino de recomponer la generación de riqueza en un aparato productivo fuertemente segmentado y rezagado. La apuesta es que, junto con sectores dinámicos como hidrocarburos y algunos servicios, una mayor flexibilidad normativo-tributaria permita dinamizar la industria y potenciar los sectores capaces de agregar valor y generar empleos de calidad.
La situación revela, en números y tendencias, que la excepción del crecimiento en Vaca Muerta no basta para sostener el desarrollo económico. El desafío es recomponer el entramado productivo, movilizar inversión genuina y garantizar que la recuperación sectorial se traduzca en mejoras efectivas para el conjunto de los argentinos.
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