
Un año atrás, en plena campaña electoral Alberto Fernández prometió que si era electo presidente incrementaría las jubilaciones un 20%, costo que cubriría al “dejar de pagar los intereses de Leliq”.
La profundización de la crisis económica no solo obligó a un ajuste de los haberes previsionales menor a los que hubiese determinado la fórmula de movilidad votada a fines de 2017; sino que además llevó a que el uso de las Letras de Liquidez del Banco Central, para absorber el excedente de pesos emitidos para enfrentar los efectos fiscales de la cuarentena en prevención del contagio del COVID-19, amplió el desfase entre una economía paralizada y los rendimientos reales positivos del sistema financiero.
Des esta forma, en los doce meses transcurridos entre septiembre del año pasado y agosto de 2020, el pago de intereses que efectuó el BCRA a bancos por Leliq (a 28 días) y Pases pasivos (a un día) alcanzó los $660.168 millones, básicamente porque las Leliq son la garantía o respaldo de los rendimientos de las colocaciones a plazo fijo por parte del sector privado, principalmente.
El Gobierno suspendió la Ley de Movilidad Jubilatoria, para ahorrarse el corriente año unos $72.000 millones en gasto previsional, según estimó el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF). La cifra representa apenas el 11% del retorno anual de los pasivos remunerados emitidos por el Central.
Para hacerlo más gráfico, con los intereses de Leliq y Pases se podría haber pagado un bono de casi $100.000 a cada jubilado.
Según datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), en junio de 2020 la Anses registraba 5.271.323 jubilaciones y unas 1.666.691 pensiones. Es decir, un total de 6.938.014 haberes.
Los poco más de $660.000 millones por intereses de deuda emitida por el BCRA hubieran permitido el pago de un plus de$95.052 anual o un refuerzo de $7.929 mensual por cada beneficiario.
Por supuesto que el efecto para moderar la inflación -y también la devaluación- de los títulos de deuda que emite el Central e, indirectamente, el crecimiento de los plazos fijos es muy importante como lo es una eventual mejora de los haberes. Así lo entendió el Gobierno, que pronto echó por tierra las frases de campaña y terminó recorriendo un sendero monetario similar al de la administración de Mauricio Macri.
Sin embargo, el costo creciente de la deuda del Banco Central genera expectativas de una inflación más alta en el futuro, por la emisión de pesos diferida y el enorme monto que involucra.
En un informe, Portfolio Personal Inversiones recordó que “con los negocios genuinos cayendo y perdiendo relevancia, las ganancias por Leliq les dieron más aire a los bancos”, lo que se refleja en los balances de las entidades que cotizan en Bolsa. “Aunque por otro lado dichos ingresos no son el negocio del banco y no serán permanentes, y mientras el negocio de créditos y servicios de los bancos siga castigado, seguirá siendo una mala señal para la industria”.
Hoy el stock de Leliq (a una tasa del 38% anual) se aproxima a $1,9 billones, mientras que los Pases (con tasa de 19% anual) rozan los $700.000 millones, son equivalentes a unos USD 35.000 millones al tipo de cambio oficial, un 82% de las reservas brutas en divisas.
En el último año, la tasa de las Leliq cayó a menos de la mitad, desde un 83% anual, aunque el stock de pasivos creció 150%, lo que sostiene la carga de intereses en más de $60.000 millones al mes.
Un año atrás, el 30 de agosto de 2019 -justo antes del regreso del cepo cambiario-, el stock de Leliq alcanzaba a $1.038.678 millones ($1,04 billón), equivalentes a USD 17.453,8 millones o 31,1% de las reservas internacionales, que sumaban entonces USD 56.041 millones.
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