El crudo relato de una estrella de UFC sobre su infancia: “Estábamos acostumbrados a los disparos, matar parecía normal”

Leon Edwards, campeón de peso wélter, es hijo de un pandillero jamaiquino y contó cómo las artes marciales lo alejaron de la vida de gangster a la que aspiraba

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Leon Edwards, campeón de UFC
Leon Edwards, campeón de UFC (Reuters)

En agosto de 2022 Leon Edwards dio la sorpresa en UFC al noquear al nigeriano Kamaru Usman y arrebatarle el cinturón de campeón de peso wélter. A más de un año de aquel combate y mientras se prepara para su tercera defensa del título, el jamaiquino brindó una entrevista en la que dio detalles hasta ahora desconocidos sobre lo que fue su dura infancia en la que convivió constantemente con la muerte en las calles de una ciudad de Kingston dominada por las pandillas.

En una extensa charla con el sitio británico The Guardian, el luchador de 32 recordó cómo era su vida en el país del Caribe: “Mi papá era líder de una pandilla en mi área y por eso yo era uno de los pocos niños que tenía una bicicleta y una patineta. Si consideras las cartas que le repartieron, mi papá hizo lo mejor que pudo. Sé que hizo mal al involucrarse en un crimen y eso lo llevó a su muerte. Pero tuvo la inteligencia de emigrar al Reino Unido y pronto trajo a su esposa e hijos para que se unieran a él en busca de una vida mejor. No sólo nos dejó porque era un buen hombre, sino que, en malas circunstancias, tomó decisiones equivocadas. Pero hay que recordar que en Jamaica matar parecía normal. Estábamos acostumbrados a los disparos y a la muerte a nuestro alrededor”.

Ese entorno fue formando a Edwards cuyas perspectivas de futuro no eran demasiado alentadoras y por entonces jamás se imaginaba ser siquiera deportista: “Mi objetivo en la vida era ser como mi padre: el mayor gángster. Ahora miro a mi propio hijo, que tiene 10 años, y no puedo imaginarlo viviendo mi vida. Pero ahora tengo una mentalidad normal. En aquel entonces crecí con la muerte y ahora puedo ver cómo se dañó la salud mental de la comunidad”.

A los 8 años se mudó con su madre a Birmingham en donde los esperaba su padre y pudo por fin alejarse de las calles. El contraste fue brutal porque en su hogar en Kingston él dormía con su hermano y sus padres en una misma cama, en una choza de madera con techo de chapa, ahora todo eso era cosa del pasado. “Tenía mi propia habitación. No podía creerlo. También era mucho más seguro que Jamaica, donde, cuando había tiroteos, te metías debajo de la cama porque las balas atravesaban la madera”, recordó.

Cuando tenía solo 13 años su padre fue acribillado en un club nocturno en medio de una guerra de pandillas de la zona y, mientras intentaba adaptarse a su nueva vida tuvo que aprender a sobrellevar el luto: “Perder a tu padre por un asesinato lo empeora. Mi madre tuvo que trabajar aún más duro para mantenernos a mí y a mi hermano, así que empiezas a culpar a todos. Esos fueron los momentos más oscuros de mi vida”.

Si el primer vuelco de su vida se dio cuando un avión lo llevó a Inglaterra, el segundo fue sin dudas cuando un gimnasio abrió cerca de su nueva casa. Su madre, quien buscaba como fuere que su hijo no pasara demasiado tiempo en la calle contagiándose de malas amistades, lo incentivó en anotarse para realizar alguna actividad. Fue entonces cuando conoció las artes marciales mixtas.

Hoy, a casi dos décadas años de haber entrado en ese gimnasio, agradece cada día haberlo hecho porque fue el deporte el que lo salvó: “Siento que (de no haber iniciado en MMA) estaría involucrado en lo que hacían la mayoría de mis amigos: crimen y drogas. Algunos de mis amigos han cambiado totalmente y, cuando entré en las MMA, les ayudó con un efecto rebote. Empezaron a venir al gimnasio, no para competir sino para entrenar y ser parte del ambiente. Algunos tienen ahora sus propios negocios, se casaron y trabajan de nueve a cinco. Es bueno y creo que los ayudé”.

Actualmente, Edwards no solo es campeón de UFC y uno de los mejores peleadores libra por libra de la compañía, sino que además integra un proyecto que ayuda a sacar a chicos de las pandillas e incentivarlos a realizar actividades deportivas. “Estoy tratando de mostrarles que ellos también pueden cambiar sus vidas”, contó.

El fin de semana en Las Vegas defenderá por segunda vez su cinturón de campeón, esta vez ante el estadounidense Colby Covington, y pondrá en juego un historial de 21 victorias, 10 de ellas por la vía rápida, y apenas tres derrotas.