
Es habitual escuchar y decir entre quienes somos lectores asiduos que leer es compartir, y que cobra una nueva dimensión cuando la lectura es con otros. Con frecuencia se asocia la palabra ‘convite’ con esto, y no es casualidad, porque nos alimenta el disfrute de la fiesta de las palabras con otros y otras. Recomendar, leer, que nos lean, todo es motivo de celebración.
Filbita, el festival para los más chicos organizado por la Fundación FILBA, lo sabe y cada año redobla la apuesta para ir por más. Y dando pasos hacia adelante, observa por dónde ir y qué es lo necesario para que más y más chicos y chicas tengan la oportunidad de acercarse a los libros y al universo de las palabras. Este fin de semana, del 7 al 9 de noviembre, es la oportunidad para no dejar pasar esta fiesta de lecturas imperdible.
El Filbita, que este año cumple quince años, tiene como lema “Leer con otras y otros”, y se mira en retrospectiva para seguir hacia adelante con aún más ímpetu. En este camino de expansión, sumaron Sinfín, un nuevo proyecto en el que desplegar las alas y seguir creciendo y compartiendo.
Filbita celebra su edición número quince e invita, una vez más, a crear escenarios nuevos para el encuentro. El festival es parte de una trama que se sostiene en la colaboración: autores, editoriales, artistas, organizaciones y cada lector que da vida al tejido de lecturas compartidas, señalan.

Esta edición lleva la estética creada por la artista y autora chilena Paloma Valdivia, colaboradora en otras oportunidades del festival, quien diseñó una identidad visual que transmite el espíritu de este año.
Desde Infobae Cultura, se conversó con Larisa Chausovsky, una de las responsables del área Contenidos Filbita y Filba Escuelas e integrante clave del equipo de Filbita, para conocer más sobre las propuestas, el concepto y las novedades de esta edición.
“¿Qué es lo que nos mueve, qué es lo que mueve al festival?”, comienza preguntándose Chausovsky, y continúa diciendo que durante todos estos años Filbita “reunió a escritores, ilustradores, madres, padres, tías y abuelos y sobre todo a chicos y chicas, lectores y lectoras de todas las edades con una idea: celebrar la lectura compartida” y ampliar horizontes literarios, poéticos, creativos y de participación para las infancias.
Entre los autores y artistas locales e internacionales de todas las ediciones suman más de 500, que junto con niños, niñas, familias, docentes, bibliotecarias, editoras y profesionales del libro, se elevan a varios miles más. Sin embargo, aclara que más allá de los números, lo que los y las continúa moviendo es “todo lo que se teje en cada una de esas escenas que celebramos en el festival, pero que se repiten una y otra vez, en cualquier espacio y en cualquier tiempo: la de leer con otros y otras, la de compartir relatos, poesía y música con niños y niñas, la de escuchar otras voces y conocer otras miradas”. Este año, una vez más, Filbita propone talleres, encuentros con autores, lecturas en voz alta, “en el regazo, con música, en silencio y al aire libre, en compañía, con marcadores de colores para contar con imágenes, para seguir creando y tejiendo hilos invisibles que dan vida a nuevas historias”, indica.

Pero no solo se celebrará como vienen haciendo hace quince años, sino que este año se suman a un proyecto más grande nacido en FILBA, Sinfín, “un nuevo proyecto que busca ayudar a que los libros circulen, para enriquecer bibliotecas comunitarias al tiempo que se hace foco en la mediación de lectura y en los lazos que se tienden en torno al libro y la lectura”. Sinfín trabaja con distintas instituciones en simultáneo, con el objetivo de contribuir a que se fortalezcan redes sociales, en el sentido más amplio, “con la convicción de que el libro y la cultura son espacios simbólicos fundamentales para que eso suceda”.
En lo concreto, explica Larisa Chausovsky, trabajan con instituciones en las que se reúnen libros, pero en las que también se realizan actividades en torno a esos libros, “al movimiento y a las nuevas bibliotecas a las que llegarán”. Al mismo tiempo lo llevan a cabo con las instituciones que recibirán esos libros, “que buscan no solo enriquecer sus acervos, sino también profundizar en los vínculos y en las propuestas de lectura compartida”. Entre unas y otras, no solo se mueven libros, sino lectores y lecturas, lo que lleva, sin dudas, a tejer nuevos vínculos, concluye.
Fotos: archivo y gentileza prensa Filbita.
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