
Noviembre de 1906. Una nena de 15 años, cruza el Atlántico de Galicia a la Argentina. Viaja sola. Cumple una promesa hecha a su familia: ”Vas a hacer la América, progresar y salvarnos a todos de las penurias”. Ese fue el mandato. Y allí estaba, en la fría cubierta, llena de miedo y de expectativas. Dolores Nuñez Rivas, que tenía apenas 15 años, que viajaba sola y que venía de Carral, en la Coruña, pisó finalmente tierra firme en Buenos Aires y comenzó una vida nueva, digna de una novela. Por eso la escritora Diana Arias la escribió y así nació Más allá del mar: dos mujeres distintas unidas por el destino, editada por Penguin Random House (2025).

Más allá del mar
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Basada en hechos reales, la primera novela de Arias narra la vida de Lola, gracias al coraje y el relato de Alicia Guevara, su nieta, que un día decidió contarle todo a la autora para que esta odisea fantástica pero cierta no se perdiera en el olvido. Todos los personajes, las fechas, las cartas, todo, pero todo pasó. No es inventado. Y tal vez sea eso lo que le da al relato una impronta inspiradora y audaz. Mientras leo pienso que, si esta chica pudo subirse a un barco del 1900, con apenas 15 años, hacerlo sola, llegar a un destino desconocido, después de 30 días de navegación en tercera clase, y a pesar de todo lo que le pasó (ya les iré contando) salir airosa, entonces todos podemos.
Solo llegar al puerto, con una dársena repleta de desconocidos esperando a los pasajeros que iban a descender del enorme transatlántico, las cosas comenzaron a ponerse raras. Cuenta la nieta de Lola, que su abuela “la princesa del fin del mundo con corsé”, siempre decía “No mires atrás. Siempre para adelante”. Y eso hizo. Hasta en los momentos más increíbles, lo hizo con valentía y dignidad. Aunque muchas veces estuvo a punto de perderla. Como por ejemplo aquel primer día en Buenos Aires cuando un hombre (desagradable) se le acercó y le dijo que su papá desde España le había dicho que se ocupara de ella. Y Lola, con su inocencia lo siguió.
“Caminó con el hombre sin descanso hasta una calle de adoquines filosos, y entraron en una casa enorme y destartalada con patio a cielo abierto, compartido por varias familias. El hombre abrió una puerta que chirrió. Lola entró. (…) Por ahora, ayudas a Asunta con los niños. La pobre no sabe ni cómo cuidar a sus propios hijos. Lola miró con detenimiento. Sintió pena, asco, miedo. Pensó en su madre y en las voces alegres, en las flores que nunca faltaban sobre la mesa de la cocina. (…) Con 15 años y un viaje por el océano Atlántico como única experiencia de vida, supo que no debía permanecer allí. Esa misma noche, cuando todos dormían, huyó”. Y esta fue la primera huida de muchas. De la Coruña a Buenos Aires. De Buenos Aires a Punta Arenas (ya con dos hijos pequeños). De Punta Arenas a Buenos Aires (escapando de un abusador). En el medio, un viaje a Córdoba y luego de regreso a Buenos Aires. Y casi al final un viaje de regreso a la Coruña en busca de su hermana menor. Y por fin, otra vez en Buenos Aires, ya para quedarse. Un montón y todavía no les conté nada.

Dos mujeres, un destino
En Más allá del mar son las mujeres las que llevan adelante la historia. Hay hombres, claro. Y también son protagonistas, pero no pueden igualarlas en fuerza y empuje. Ya desde el inicio, cuando Lola tuvo que responder las preguntas en migraciones dijo algo que fue su sello personal y que, contra todo pronóstico, consiguió. “¿Nombre y apellido? Para la columna de ocupaciones, Lola respondió: ninguna. Era un lienzo en blanco. Tenía por delante la oportunidad de ser quien ella quisiera. Y Lola quería ser modista, vendedora, institutriz. O dueña. Nada más pensarlo se emocionó e imaginó que si quería tener su propio negocio, debía averiguar qué posibilidades tenía una joven española cuyo capital era ella misma y sus ganas de progresar”. Y esto recién empieza porque antes de ser “dueña”, algo impensado para una nena pobre, que llegaba sola a la Argentina, con una mano atrás y otra adelante, pasaron mil cosas. Cada una de ellas un poco peor que la anterior. Y así, como a los tumbos la chica que soñaba con ser “dueña” la fue peleando y no fue fácil. Pero fue.
Más adelante, en la novela aparece Rosa, la otra mujer de esta increíble historia. Dos absolutas desconocidas que terminaron en el mismo destino, siendo amigas y hasta parientes. Rosa venía huyendo de Italia, con sus 5 hijos – 4 mujeres y un varón- y su marido Arturo. Eran los Quarti. Ella no quería venir a la Argentina, no quería dejar Motta Baluffi, su pueblo en la provincia de Cremona. Pero no tuvo opción. Por temas políticos y al borde de la guerra, escaparon para instalarse en Buenos Aires. Y las vueltas de la vida hicieron que Inés, su hija menor y Ubaldo, el hijo varón de Lola se conocieran, se enamoraran y se casaran y también que pasara lo mismo con su hija Juana y Ottorino, el hijo varón de Rosa. En fin. Cosas que parecen de película, pero en este caso son la pura realidad. Rosa era poderosa en su silencio y Lola era mordaz. Pero las dos tenían la convicción de hacerse a sí mismas. Fueron emprendedoras cuando ni siquiera se hablaba de emprender como algo posible para el universo femenino. Defendían los ideales feministas desde el día uno y casi sin saberlo.
Clandestino, para toda la vida
Como sea, creo que lo mejor será que lean esta obra, porque vale mucho la pena, pero mientras tanto puedo sumar un par de temitas- a los ya revelados- que pueden motivar aún más esta lectura. Resulta que Lola, esta chica que llego sin nada y luego pasaron cosas vivió un amor clandestino. Al principio sin saberlo. Y hasta tuvo dos hijos con el galán en cuestión. Pero un día se supo y todo explotó. Igual, y así de furiosa como estaba, con el tiempo volvió con el tipo. Estamos hablando de Florentino Guevara, su único y gran amor. “Todo se volvió oscuro al confirmar las sospechas que su corazón negaba: Florentino Guevara tenía esposa. Se sintió la mujer más estúpida del mundo, la que nunca había querido ver más allá de sus pestañas. Cuando Florentino habló, juró que no podía seguir guardando el secreto, que esa doble vida lo estaba consumiendo. Lola no durmió ni esa noche ni las siguientes. Era una madre soltera en los albores del siglo XX, en una sociedad que no veía con buenos ojos a las mujeres jóvenes con hijos sin padres”.
Nunca se casaron, ni aun cuando Guevara se quedó viudo de su esposa. Y no porque él no quisiera. Fue la misma Lola la que eligió seguir así. “Un anillo de zafiros apareció ante Lola, que entrecerró los ojos. – Jamás Florentino- le dijo y lo besó tomando el anillo que calzó a la perfección en su dedo. No te apresures a decidir, esperamos tantos años. Lola (…) no tuvo dudas. Seguiría eligiendo esa relación prohibida que, como una marea, la mecía igual que aquel barco que le cambió la vida. Porque en ese momento a ella la envolvía una certeza más profunda, esencial. La certeza de que su felicidad no llevaba el nombre de Florentino, sino el suyo: Dolores Nuñez Rivas, Lola”. Fin.
¿Quién es Diana Arias?
♦ Diana Arias nació en Oriente, un pueblo de la provincia de Buenos Aires.
♦ Es licenciada en Comunicación y neuropsicoeducadora.
♦ Apasionada por las historias de amor reales, es una estudiosa del legado que se transmite de generación en generación, que es la base de la cultura argentina y una parte esencial de nuestro pasado.
♦ Publicó los libros Amores inmigrantes, Amores invencibles, Amores imperiales (el último en coautoría con Daniela Senés) y Kosaka Kazunori. Mi vida.
♦ Sus libros fueron declarados de Interés Cultural y para la Comunicación por el Congreso de la Nación, por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires y la provincia de Buenos Aires.
♦ Recientemente, su trabajo sobre el legado de las historias de inmigración fue reconocido en el Parlamento Europeo, en la ciudad de Bruselas. Más allá del mar es su primera novela.
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