‘Armero Vive’: la historia del barrio y la fundación que nació en Soacha tras la tragedia: “Quedamos huérfanos”

En diálogo con Infobae Colombia, María Teresa Fuenmayor narró cómo fue crear una comunidad con sobrevivientes del 13 de noviembre de 1985

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Hubo advertencias sobre una posible
Hubo advertencias sobre una posible erupción del volcán Nevado del Ruiz que podría afectar a las poblaciones más cercanas. Armero quedó sepultado - crédito Colprensa

Tras más de 60 años de haber estado inactivo, el 13 de noviembre de 1985 el volcán Nevado del Ruiz entró en erupción, provocando inicialmente el derretimiento del 10% de los glaciares de la cumbre, que inundó gran parte del municipio de Armero, en el Tolima.

Minutos más tarde, se registraron flujos de lodo volcánico y escombros que terminaron tapando por completo el pueblo, un desastre natural en el que murieron más de 20.000 personas, además de una cifra que hasta la fecha sigue sin ser esclarecida de personas desaparecidas.

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Tras perder sus viviendas y la mayoría, a gran parte de sus familias, los sobrevivientes de Armero fueron reubicados en diferentes zonas del país, en donde tuvieron que aprender a vivir con el dolor de su tragedia.

Han pasado 40 años desde ese hecho, que pudo haber sido evitado por el gobierno de ese momento, que tenía conocimiento de la emergencia que podría desencadenarse cuando el volcán hiciera erupción.

La historia de Armero Vive, una comunidad forjada por sobrevivientes

María Teresa Fuenmayor perdió a
María Teresa Fuenmayor perdió a 13 familiares en la tragedia, hoy trabaja como líder social en una comunidad conformada por sobrevivientes - crédito Suministrada a Infobae / Colprensa

En Soacha, Cundinamarca, fueron reubicadas una gran cantidad de familias de Armero, que desde entonces mantienen el amor por su tierra, pero ahora desde Armerito, como se le conoce a su comunidad en San Mateo.

En diálogo con Infobae Colombia, María Teresa Fuenmayor, que sobrevivió a la tragedia y hoy es la representante de la fundación Armero Vive, recordó cómo fue su llegada al municipio de Soacha.

“Nacemos a raíz de la desaparición de Armero. Llegamos al municipio de Soacha y decidimos hacer una fundación ante la necesidad de la población, que estábamos desubicados con los niños, más que todo”, indicó Fuenmayor, que sigue sin olvidar a los seres queridos que perdió tras la erupción.

“Yo perdí a toda mi familia, mis padres, un hijo de siete años, 13 parientes en total. En el 86 llegamos acá, el barrio se construyó y en el 89 nos fueron entregando por sectores las casas”.

En la actualidad, la fundación
En la actualidad, la fundación se enfoca en trabajar con niños de la comunidad - crédito Fundación Armero Vive

María Teresa indicó que parte de las viviendas fueron entregadas a personas que no vivián en Armero, además, explicó que la labor social se volvió una necesidad para una población que seguía desconcertada y lejos de su lugar de origen.

“Creamos una junta de acción comunal y con ello empezamos a trabajar como un grupo, hacíamos actividades para ayudar a la comunidad. Siempre me gustó la labor social y desde entonces me dedico a eso. Era un barrio difícil, llegó gente que no era de Armero, había problemas y dificultades que hemos sacado adelante”.

Fuenmayor indicó que con el pasar de los meses, tras recibir las casas, entendieron que no podían quedarse en lamentar lo registrado en Armero.

“Al principio fue duro para las familias, todos se dieron cuenta de que había que salir adelante y que esto era lo que teníamos. Soacha nos recibió en su territorio y entre todos comenzamos a defendernos. Nos entregaron casas de pobres y entre todos las arreglamos”.

En 1989 se entregaron las
En 1989 se entregaron las viviendas que hoy siguen habitando sobrevivientes de la tragedia de Armero - crédito Suministrada a Infobae Colombia

Actualmente, la fundación no se enfoca en ayudar a las familias desamparadas o que siguen sin procesar de manera correcta su llegada a Soacha, sino en trabajar con las nuevas generaciones.

“Trabajamos con los niños, artes plásticas, queremos que sea una casa cultural en la que los menores puedan aprender. Acá quedan los hijos o nietos de los sobrevivientes, queremos que no se olvide la historia y lleven en su corazón a sus antepasados”.

Por último, María Teresa indicó que sufre cada 13 de noviembre, principalmente cuando piensa en las ruinas que se mantienen en lo que un día llamó hogar.

Es triste recordar la fecha, perdimos todo y quedamos huérfanos. Acá nos recibieron y los que estamos recordamos la tragedia, algo que nunca se nos va a olvidar. Sería lindo que Armero se hubiera reconstruido como un campo santo de verdad, porque allá todo sigue igual, solo arreglaron donde llegan los turistas”.