
“Cuando escuché la sentencia por primera vez sentí que había pasado el resto de mi vida preparándome para ese momento y, aun así, fue como si el mundo se detuviera alrededor mío. Sentí miedo, alivio y rabia, todo al mismo tiempo”, confesó Johana Rojas, diseñadora colombiana y fundadora de la marca ‘Ocre & Arco’, en diálogo con Tatiana Franko en el pódcast Vos podés.
La charla se difundió en redes sociales el 5 de noviembre de 2025 y días después sigue dando de qué hablar, todo porque se dio al poco tiempo de emitida la sentencia (en primera instancia) por parte de la justicia colombiana en las que se declara culpable a su expareja Tomás Velasco por los delitos de acceso carnal violento agravado y agresión física.
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“Yo creía que nunca iba a poder nombrarlo. Pero ahora sé que hablar también es justicia”, dijo Rojas, que más adelante agregó: “Esto no me devuelve lo que perdí, pero sí me da la certeza de que mi voz puede ser escuchada. No solo la mía, la de todas”.
El caso, que ocurrió en 2019 y permaneció por mucho tiempo en silencio, se hizo público tras la denuncia de Rojas, que sentada frente a los micrófonos del pódcast, renueva el impulso para que otras mujeres no callen.
“A muchas les cuesta dimensionar el daño que dejan estos hechos. No es solo un episodio, es una herida que te acompaña todos los días. Intenté esconderme detrás de mi trabajo, pero mi cuerpo, mi mente, mi entorno, todo estaba marcado. Sentía vergüenza, culpa, y después un agotamiento inmenso”, comparte la diseñadora, que en los últimos años se ha convertido en una referente de sororidad y resiliencia en la industria creativa nacional.
El impacto personal y profesional tras la denuncia
Desde el primer momento en que Johana Rojas decidió acudir a la justicia, su vida se dividió en un antes y un después.
“Me preguntaron por qué no hablé antes, por qué seguí trabajando, por qué no reaccioné de otra forma. No hay respuestas sencillas para eso. El miedo es una pared invisible”, afirma.
La diseñadora cuenta que el ambiente laboral se transformó en un escenario de dudas y silencios incómodos. “La voz empieza a correrse entre pasillos, y se vuelve un rumor que pesa más que cualquier prenda que hayas cosido”, describe.
Aun así, su marca ‘Ocre & Arco’ se transformó en un refugio y, después, en una herramienta para resignificar lo vivido, ella contó: “Arrancar cada nuevo proyecto era una forma de demostrar —por lo menos a mí misma— que podía volver a empezar. A veces, la costura era lo único en lo que confiaba”.
No fue sencillo. El círculo profesional no siempre mostró apoyo.
“Algunas personas desaparecieron. Otras me cuestionaron, en silencio o abiertamente. Pero recibí también mensajes de mujeres que trabajan en el gremio, que me dijeron: ‘No estás sola’. Esos mensajes terminaron siendo una red que me sostuvo en los momentos más duros”, le mencionó Rojas a Franko, para mostrar cómo el costo personal fue inmenso, pero la experiencia resultó también en una alianza inesperada entre colegas.
“El mundo de la moda puede ser superficial, pero descubrí que, en el fondo, hay muchas que entienden lo que pesa el miedo”, afirmó la caleña.
El proceso legal y la sentencia en primera instancia: las lecciones de la justicia colombiana con las mujeres
Johana Rojas dejó una de las frases más polémicas en la entrevista porque no dejó bien parado al sistema judicial en Colombia al precisar: “Aprendí que el sistema no fue diseñado para protegernos, sino para ponernos a prueba una y otra vez”.
Lo anterior salió a flote luego de recordar la cantidad de veces que debió exponer su historia ante desconocidos en salas frías y silenciosas.
“Cada audiencia era como arrancar una costra. ‘¿Está segura?’, ‘¿No estaría exagerando?’, ‘¿Por qué lo permitió?’... Esas preguntas siguen lastimando, años después”, explica la diseñadora.
La declaración judicial en primera instancia fue otro capítulo de incertidumbre. “Escuchar que se reconocía mi verdad fue una mezcla brutal de emociones. Alivio, sí, pero también tristeza, porque entiendo cuántas no llegan hasta ahí”, dice Rojas.
Su experiencia con la justicia colombiana le dejó una visión crítica: “El proceso es hostil para la víctima. No se trata solo de contar lo que pasó, sino de demostrarlo como si uno estuviera en falta desde el inicio. El sistema replica la misma violencia en trámites, preguntas, plazos eternos”.
A pesar del fallo favorable, el sentimiento de reparación es relativo.
“No se trata solo de castigar a un culpable. Se trata de que nos crean, de que nos permitan ser personas íntegras después del daño. Eso todavía falta mucho en Colombia”, comenta la caleña, que puntualizó además lo crucial que es visibilizar estos procesos incluso si el costo emocional es alto: “Si no contamos lo que ocurre, la justicia sigue siendo solo para algunos”.

Romper el silencio: la decisión de hablar en público
Tomar la decisión de hablar en público fue para Johana Rojas, un salto al vacío que, como ocurre cuando se toma cualquier decisión trae consigo sus riesgos y consecuencias.
“Ni siquiera se lo conté a mi mamá al principio. Hablarlo con ella fue tan duro como decirlo por primera vez ante un juez”, le confesó la diseñadora a Franko.
La exposición pública trajo consigo no sólo el temor al juicio social; también una inesperada sensación de liberación. “Mientras callaba, sentía que él seguía teniendo poder sobre mi historia. El día que lo dije en voz alta, frente a un micrófono, recuperé algo que me habían quitado”.
La respuesta de su entorno, sin embargo, fue heterogénea. “Tuve amigas que dejaron de buscarme y otras que se transformaron en mi refugio. Recibí mensajes desconocidos de mujeres contándome sus propios miedos, sus abusos. Todo eso me confirmó que callar no servía para nada”, afirma.
Pero ella a su vez reconoció que la exposición la puso en riesgo, pero también le permitió tejer nuevas alianzas, al mencionar: “Que la gente sepa no lo cura todo, pero sí te da comunidad. Descubrí que hay muchas mujeres dispuestas a apoyarse, aunque nunca se hayan visto antes.”
El desafío más grande fue vencer el miedo al estigma. “El temor a las miradas, las preguntas, la duda de si me creerían… eso pesaba más que todo. Hasta que entendí que quedarme en silencio era dejar que el miedo decidiera por mí”, explica la diseñadora. Hablar públicamente fue, según sus palabras, un acto de justicia personal: “Hoy tengo claro que la valentía de nombrarlo no solo me sana a mí, también puede sanar a otras”.

Por último y mirando hacia adelante, Rojas no esconde que la sentencia en primera instancia es apenas un paso en un proceso largo y, a veces, incierto.
“Todavía queda mucho recorrido. Sé que este no es el final, pero por primera vez siento que hay un camino posible después de la violencia”, reconoció, y añadió: “Quiero que la marca que construí, ‘Ocre & Arco’, vuelva a ser mi razón de alegría, no solo una forma de sobrevivir a lo que pasó”.
Para las mujeres que atraviesan historias similares, Rojas tiene un mensaje lleno de empatía y fuerza: “No crean que están solas. El silencio es una trampa, pero hay salidas, y nunca son fáciles ni rápidas. Busquen ayuda, confíen en sus tiempos. Ningún proceso es igual a otro, y no está bien ni mal demorarse en hablar. Todo está bien si al final logran nombrar lo que pasó”.
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