Así fue como se hizo el canticuento “la iguana tomaba café a la hora del té”, escrita por una chilena y grabada en CoDiscos en Medellín

El viaje de una familia y la mirada de una artista extranjera transformaron la manera en que los niños crecieron escuchando historias y personajes únicos

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Así fue como se escribió el canticuento "la iguana tomaba Café a la hora del té", escrita por una chilena y grabada en CoDiscos en Medellín

Una iguana con ruana que toma café a la orilla del río Magdalena es una de las imágenes más entrañables de la infancia en Colombia.

Detrás de esta y otras rondas infantiles que han acompañado a varias generaciones en el país, está la historia de Marlore Anwandter, una compositora, cantante y periodista chilena cuya creatividad transformó la música para niños en Colombia.

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Su llegada desde Chile y la manera en que la vida cotidiana y el realismo mágico local inspiraron sus canticuentos explican el origen de estas melodías que hoy forman parte del imaginario colectivo.

Las rondas infantiles ocupan un lugar especial en la memoria de quienes crecieron en Colombia. Canciones como la de La iguana tomaba café, Sammy el heladero o La bruja loca no solo entretuvieron a los niños, sino que también reflejaron escenas y personajes propios de la cultura colombiana.

La compositora chilena, Marlore Anwandter,
La compositora chilena, Marlore Anwandter, fue reconocida en Medellín por su aporte a la música infantil, cuyas canciones han marcado la infancia de generaciones y reflejan la cultura y el realismo mágico colombiano - crédito CoDiscos

El fenómeno tiene su raíz en la labor de Malore Anwandter y su familia, quienes, en los años sesenta, fundaron una escuela de música para niños en la sala de su casa en Chile. Allí, Anwanter comenzó a adaptar fragmentos de la música tradicional chilena a situaciones cotidianas, dando vida a las primeras composiciones infantiles que pronto se popularizaron, según compartió Andrés Salazar en un video informativo en Instagram.

El primer gran paso de este proyecto musical se dio en 1970, cuando las canciones creadas por Anwanter y su familia se grabaron bajo el título Minimonos Musicales, con el sello Emi Odeón.

El éxito local de estas grabaciones marcó el inicio de una trayectoria que, pocos años después, tomaría un rumbo diferente. En 1973, la familia Anwanter se trasladó a Colombia, motivada por una nueva oportunidad laboral para el esposo de Malore, Brian, y la promesa de una vida distinta en Bogotá.

El cambio de país resultó decisivo para la evolución de los canticuentos. Los paisajes, la cultura y las escenas cotidianas de Colombia ofrecieron a Anwanter una fuente inagotable de inspiración.

Durante sus recorridos por el país, la compositora se encontró con imágenes que pronto se transformarían en canciones: un tractor transportando caña de azúcar, un burro bajando leña por los cerros orientales o una serpiente cruzando una calle bogotana.

La llegada de Marlore Anwandter
La llegada de Marlore Anwandter y su familia a Colombia marcó un punto de inflexión en la música para niños, fusionando tradiciones y paisajes en relatos sonoros que reflejan la riqueza cultural del país - crédito CoDisco

Estas vivencias se tradujeron en melodías que, aunque nacidas de la observación directa, adquirieron un tono surrealista y profundamente local.

Entre las anécdotas que dieron origen a las canciones más recordadas, destaca la historia de la iguana con ruana. En uno de sus viajes por el río Magdalena, Anwanter presenció una escena que la marcaría: un niño, bajo una lluvia intensa, sostenía una iguana bajo el brazo.

La compositora, conmovida por la imagen, expresó su deseo de invitar al niño y a la iguana a tomar café y abrigarlos con una ruana. De esa experiencia surgió la letra que muchos colombianos conocen: “Una iguana con ruana que tomaba café a la hora del té mientras se peina la melena en el río Magdalena”.

La consolidación de este repertorio llegó en 1975, cuando las canciones fueron grabadas y editadas en Medellín por el sello Codiscos.

Un viaje familiar, la adaptación
Un viaje familiar, la adaptación de tradiciones y la observación de la vida cotidiana dieron origen a historias musicales únicas. El fenómeno de los canticuentos sigue vigente y evoluciona con nuevas propuestas - crédito CoDiscos

Desde entonces, los canticuentos de Malore Anwandter han acompañado a casi cuatro generaciones de colombianos, quienes han crecido cantando historias de animales, personajes fantásticos y escenas cotidianas convertidas en música. Temas como el de la iguana, el perezoso, la serpiente de tierra caliente o el heladero Sammy forman parte de la banda sonora de la infancia en el país.

Anwandter recibió en 2024 un reconocimiento especial de Codiscos en Medellín por su contribución a la música infantil, al serle entregado un disco de diamante que destaca su influencia en la educación y el desarrollo cultural de varias generaciones.

El proyecto más reciente de Anwandter, lanzado en abril del 2025 Mundo Canticuentos, incorpora actividades interactivas que promueven el aprendizaje a través del juego, con un enfoque en el arte, la cultura y la naturaleza.