
Una voz si se quiere crítica de las ejecutorias del presidente de la República, Gustavo Petro, ha sido justamente uno de sus exministros: Alejandro Gaviria, que integró durante los primeros seis meses el gabinete del jefe de Estado; tiempo que resultó suficiente, a su parecer, para conocer un poco más de cerca el pensamiento del gobernante; también, los alcances de algunas de sus iniciativas.
En diálogo con Infobae Colombia, el exministro de Salud y de Educación, y precandidato presidencial, examinó detalladamente varios aspectos centrales del proyecto impulsado por el jefe de Estado, al que le faltan 341 días para finalizar su mandato. Y que ha dejado, hasta el momento, un balance negativo en varios aspectos, por más de que sus simpatizantes han destacado significativos progresos en otros.
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Infobae Colombia: ¿cómo ve el país en materia de seguridad en estos momentos tras la ola terrorista que ha afectado a regiones como Antioquia, Valle del Cauca y Cauca?
Alejandro Gaviria: Veo al país con preocupación, con un año que va a ser duro y la violencia política de nuevo acechándonos, con una pérdida de control territorial y cierta parálisis de la fuerza pública. Y con un debate electoral todavía muy confuso, incierto, lleno de preguntas y con problemas crecientes. Quizás los tres temas, que son los que se han reiterado como diagnósticos durante los últimos meses, como salud, seguridad y el tema fiscal, son los tres grandes problemas que va a heredar un próximo gobierno.
Infobae Colombia: ¿Desde el primer día vio que había esas ciertas diferencias con el presidente Gustavo Petro? ¿Usted hubiera pensado mejor la invitación de integrar ese gabinete?
Yo no diría desde el primer día, tal vez desde el segundo o tercer mes me di cuenta de que no había ese interés genuino. Ahora, es obvio que con la información que tengo ahora no lo hubiera aceptado. Pero esas son las cosas de la vida, ¿no? En el fondo, me parece también que muchos deberían reconocer que ese fracaso del pluralismo, del gabinete plural le sirvió al país también para advertir lo que estaba ocurriendo.

Infobae Colombia: Es decir, la prematura salida de usted, y de los exministros José Antonio Ocampo (Educación) y Cecilia López (Agricultura)...
El papel que nosotros jugamos, de poder llevar una discusión razonable y sensata sobre políticas públicas, el que hizo Jorge Iván González (exdirector del DNP) con el primer Plan de Desarrollo, el de José Antonio Ocampo, por ejemplo, en el nombramiento de Olga Lucía Acosta en la junta directiva del Banco de la República; en la Federación de Cafeteros, eso fue importante.
Mi discusión férrea sobre la reforma a la salud, mi llamado de atención sobre lo que estaba ocurriendo, mi insistencia sobre que Colombia tiene un sistema mixto de educación superior que debe protegerse, y que lo que quería hacer el presidente Petro en el Icetex (Instituto Colombiano de Crédito Educativo y Estudios Técnicos en el Exterior) no tenía sentido. Eso por lo menos aplazó la destrucción un año.
Infobae Colombia: ¿Cree usted que si Gustavo Petro hubiera escuchado sus consejos y de sus colegas estaremos en una situación quizá mucho mejor?
En algunos sectores, sin duda alguna.
Entre esos, en el sector educación en la que usted estuvo...
En salud y educación, al menos. También en energía y infraestructura y servicios públicos y vivienda, que son los otros sectores donde hay problemas.
¿Es Alejandro Gaviria de centro? así se autodefinió el exministro y precandidato presidencial
¿A los colombianos qué le podemos decir de la ubicación, si se quiere, suya, teniendo en cuenta que lo marca ese reciente paso por la administración Petro?
Mi posición política siempre ha sido clara. He sido un liberal y me gusta presentarme, a veces de manera grandilocuente, como un liberal humanista. Los liberales creemos en el cambio social, pero en el reformismo democrático, en la búsqueda de consensos, en la transformación en la sociedad basada en el conocimiento. En algunas ocasiones, los que se llaman los liberales y los progresistas pueden trabajar conjuntamente.
Intenté eso, no funcionó y tengo que ser consciente de que eso puede haber tenido un costo político para alguna gente. Una especie de coherencia absoluta es un valor político importante.

¿Usted cree en ese encasillamiento de derecha, izquierda y centro?
No del todo. Me parece una manera demasiado simplificada de definir la política. Hay diferencias. No me gusta mucho la palabra centro, ni esa búsqueda de una equidistancia, de estar en la mitad de todo, que es estar en ninguna parte. Algunas de las personas que dicen que el centro no existe pueden tener razón. Es decir, un centro puro que de alguna manera nos da cuenta de que la política es difícil y que hay que tomar decisiones y que muchas veces esas decisiones tienen un sentido trágico.
Porque usted podría tener como el pragmatismo o la experiencia técnica que vale a la derecha, pero los pensamientos liberales que pueden acercarse un poco al progresismo, ¿O no?...
Eso es lo que yo he tenido. A mí me gusta llamarlo a veces posibilismo. Es buscar soluciones concretas para problemas concretos, que fue lo que hice en el sistema de salud. La regulación de precios de medicamentos que impulsé en Colombia es un ejemplo para América Latina. A mí me han llamado muchos países de la región que quieren implementarla. Muchas de esas políticas tuvieron un éxito innegable. Y pocos funcionarios públicos pueden mostrar políticas concretas.
Usted, en la convención de Asobancaria hablaba de que el poder tiene límites y que los políticos no se dividen entre izquierda o derecha, sino por quiénes son demócratas y quiénes son autoritarios. ¿Cómo calificar entonces a Gustavo Petro?
Es autoritario. Le estorban los límites al poder y las instituciones. Cuando alguien en el gobierno le dice: ‘Esto debe hacerse de esta manera’ lo llama un enemigo interno. Creo que los autoritarios populistas que hoy en día gobiernan una parte del mundo se caracterizan también por transiciones democráticas caóticas. Y eso es lo que temo para el 2026, que no va a ser fácil. Petro está haciendo algo bastante complicado y es minando la confianza de la Registraduría y las autoridades electorales y eso, a puertas de una elección presidencial, es muy complejo. Y que sus credenciales democráticas están en cuestión, para decir lo menos.
¿Qué aprendió Alejandro Gaviria en esos ya casi cuatro años que han pasado desde el 2022?
¿Sabe que esta entrevista ocurre exactamente cuatro años después? Exactamente. Yo dejé la Universidad de los Andes y me lancé a la presidencia un 28 de agosto del año 2021. He aprendido mucho sobre ese arte imperfecto de la política, la dificultad en la toma de decisiones. Incluso sobre las diferencias entre lo que es hacer un debate de control político cuando uno es ministro en el Congreso y participar en la política electoral.
He aprendido sobre las relaciones interpersonales difíciles y la importancia de trabajar en equipo, de escuchar. Las dificultades de habitar un mundo político donde las emociones primarias priman, donde están ahí por todas partes.

El análisis de Alejandro Gaviria de la Paz Total del Gobierno
¿El concepto de la Paz Total de Gustavo Petro, o que ha querido implementar el presidente, que opinión le merece? ¿Valdría seguirle apostando a estas negociaciones?
Fui testigo de los primeros capítulos de la paz total. El plan de desarrollo de Gustavo Petro tuvo una discusión sobre dos nombres: Colombia, Potencia de la Vida y Paz Total. Manuel Tal estaba ahí. Estaba Danilo Rueda como consejero de paz, el que se encargaba de las negociaciones. Me llamó la atención desde esas primeras de cambio, esos primeros meses, la falta de cualquier planeación y de alguna idea.
La iniciativa que hoy repite el presidente, pero que no parecía estar en su mente entonces, de que las economías ilegales eran lo que estaban detrás de estas organizaciones y que cualquier negociación de paz tenía que estar pensando en eso. De que allí no había un ideal político y una negociación se iba a dar entonces, ¿sobre qué? Usted podría desmovilizar los jefes, pero las economías ilegales se iban a quedar ahí, muchas iban a ocupar ese espacio.Fracasó, claramente.
Considero que la pérdida de control territorial ha sido uno de los legados o va a ser uno de los legados más problemáticos del presidente Gustavo Petro. Negociar en esas condiciones no se puede. La Paz Total tenía lo que llamaba una utopía regresiva: suena bien y quién va a negarse a eso. Él quería una paz con todos los grupos al mismo tiempo, pero una paz que también atacara las causas subyacentes del conflicto.
Y tener un equipo sin tener una idea ni un documento. Yo había sido testigo durante el gobierno del presidente Santos de una estrategia de paz bien montada. Aquí fue todo lo contrario. O sea, este es el fracaso de una voluntad por allá difusa, sin ningún método, y ha hecho daño al país.
¿Y cuál sería su propuesta en ese sentido? ¿Cómo abordaría ese tema que es de preocupación para los colombianos?
La propuesta tiene que tener dos lineamientos que son obvios. El primero, cómo vamos a construir historias de desarrollo en la periferia de Colombia que le quiten espacio a las economías ilegales, que ha sido mi tema por siempre. Y la segunda, creo que uno tiene que tener una conversación honesta con las fuerzas armadas para tener un mapa y una geografía clara de cuáles son los problemas de pérdida de control territorial, dónde hay vacíos de las fuerzas armadas y cómo se puede hacer eso, qué presupuesto adicional se necesita.
Durante esta campaña va a haber mucha demagogia al respecto y todos los candidatos van a decir, quizás, que ese problema lo van a resolver en cuatro años. Tener una perspectiva amplia de que este es un problema complejo, de que el equilibrio de fuerzas ha cambiado cuando la tecnología llega a los grupos armados y que necesitan una estrategia a 10 o 15 años para ir ganando esto. Y se necesita ayuda internacional, porque hoy estas organizaciones operan simultáneamente en Colombia, Ecuador, México y demás.
¿La ayuda internacional sería en el mismo concepto que la contempla el expresidente Álvaro Uribe?
No, porque él la contempla como un Plan Colombia 2, y considero que más bien es cooperación con los países y tienen que estar los latinoamericanos ahí. O sea, no solamente en ese sentido.

¿Usted cree que las fuerzas militares se han debilitado en estos cuatro años?
Creo que sí. Yo creo que sí. Como han hablado poco y como este debilitamiento ha ocurrido de manera callada y soterrada, el país no tiene hoy, y no ha hecho parte del debate político, un diagnóstico preciso y certero de eso. Aunque la pregunta no es si se han debilitado o no, todos estaríamos de acuerdo en decir sí. El interrogante es qué tanto y cómo es esa geografía del debilitamiento donde están los grandes vacíos.
A nivel personal, ¿qué causó en su interior el manicidio de Miguel Uribe Turbay?
A nivel personal fue como tristeza y hartazgo de volver a vivir lo que yo había vivido siendo un joven universitario. La razón por la que yo dejé Medellín, por la que me quise alguna vez ir de Colombia, como volver a vivir eso, como que no lo puedo creer que estemos tantos años después, otra vez en lo mismo. La historia personal de Miguel Uribe, la de su hijo, que había sido la suya, y cómo intergeneracionalmente se repite, es triste... Dan ganas como de... de llorar de alguna manera. Es increíble que eso vuelva a pasar.
¿Y qué enseñanza nos puede dejar ese episodio negro en la historia del país?
Es una buena pregunta, porque hay experiencias traumáticas colectivas como esta que muchas veces no dejan enseñanzas distintas a la de que no vuelva a pasar. Tampoco me gusta cuando este tipo de eventos se traducen como una especie de culpa colectiva y que “todos somos culpables”. El lenguaje violento considero que es exagerado. No todos somos culpables.
En Colombia hay unos, que son minoritarios, que han convertido la violencia en una forma sistemática de actuar y están esperando a la reacción de la sociedad para justificar sus propios actos. O sea, el terrorismo tiene eso.Que no solamente atenta contra una vida, en el fondo quiere destruir cierta confianza y procesos de legitimidad en las sociedades. No caer en eso yo creo que es quizás la lección.
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