
Colombia atraviesa un periodo de descenso sostenido en la natalidad, fenómeno que se cruza con una transformación en la composición de los hogares.
Un número creciente de familias está siendo encabezado por mujeres, quienes asumen responsabilidades en contextos marcados por mayores niveles de precariedad.
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De acuerdo con el informe más reciente elaborado por la Fundación WWB Colombia, basado en cifras de la Encuesta Nacional de Calidad de Vida del DANE correspondiente al año 2024, el 46,5 % de los hogares en el país son liderados por mujeres. Este indicador ha mostrado un incremento superior a diez puntos porcentuales en los últimos diez años.
Las mujeres que están al frente de estos hogares, en su mayoría solteras o sin pareja, enfrentan desafíos económicos y sociales más agudos que los hombres en condiciones similares.
El estudio muestra que el 37,7 % de estas jefas de hogar viven en condición de pobreza monetaria, una proporción más elevada que la registrada entre los hogares con liderazgo masculino, donde la cifra alcanza el 29,5 %.

Los ingresos también reflejan esta brecha. Los hogares encabezados por mujeres reciben, en promedio, 200.000 pesos menos que los liderados por hombres, lo que tiene implicaciones en su calidad de vida y en su capacidad para afrontar imprevistos o cubrir necesidades básicas.
A este panorama se suma el componente de inseguridad alimentaria. Más de 2,4 millones de hogares dirigidos por mujeres reportaron carencias en la cantidad de alimentos disponibles, y más de un millón de estos hogares llegaron a experimentar falta total de comida en algún momento. Además, el 44,1 % manifestó preocupación frecuente por no tener alimentos suficientes, frente al 37 % en hogares con jefatura masculina.
La Fundación WWB también destacó que cerca del 50 % de las jefas de hogar afrodescendientes, indígenas o con discapacidad dedican su tiempo principal a tareas domésticas no remuneradas. Esta tendencia representa una limitación importante para acceder a empleo formal o desarrollar actividades productivas.
Las tareas del hogar consumen una proporción considerable del tiempo de estas mujeres. En promedio, dedican 4 horas y 38 minutos más que los hombres al trabajo no remunerado. Este uso desigual del tiempo impacta directamente en sus posibilidades de obtener ingresos propios y romper ciclos de pobreza persistente.

Actualmente, solo el 47,3 % de las mujeres jefas de hogar puede dedicar su jornada a actividades que generan ingresos. El resto, en su mayoría, emplea la mayor parte de su tiempo en labores del hogar o en el cuidado de otras personas, lo que limita su inserción en el mercado laboral formal.
Este entorno social y económico ha comenzado a influir directamente sobre las decisiones en torno a la maternidad. Según los resultados de la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (2025), “tres de cada cuatro mujeres en Colombia no desean tener hijos, y solo una de cada seis expresa interés en la maternidad”.
Los datos del DANE respaldan esta tendencia. En 2024, el país registró 445.011 nacimientos, la cifra más baja desde 1998. Esta cantidad representa una disminución del 13,7 % con respecto a los nacimientos reportados en 2023.

Las condiciones de vida también son más adversas para grupos poblacionales históricamente discriminados. Mujeres indígenas, afrodescendientes y aquellas con discapacidad enfrentan tasas más elevadas de pobreza y mayores dificultades para acceder a servicios básicos, lo que refuerza la tendencia de aplazar o desistir del proyecto de maternidad.
Además de lo económico, el informe subraya que muchas de estas decisiones no deben entenderse como meramente individuales. El documento sugiere que el entorno en el que estas mujeres viven es el principal determinante de su decisión de no tener hijos. Según el análisis, “más que decisiones individuales, el informe plantea que este fenómeno es el resultado de un entorno económico y social restrictivo, que empuja a las mujeres a postergar o renunciar a la maternidad”.
Este proceso también revela una feminización de la pobreza, que se expresa en distintos indicadores, como la inseguridad alimentaria, la sobrecarga de trabajo no remunerado y las barreras estructurales para acceder al mercado laboral.
Los cambios en los patrones reproductivos y en la estructura familiar en Colombia se están dando en paralelo a profundas transformaciones económicas y sociales. Estos datos, que reflejan una baja sostenida en los nacimientos y un incremento en la jefatura femenina, son considerados por diversos sectores como un insumo clave para diseñar políticas públicas orientadas a la equidad de género y el bienestar de los hogares más vulnerables.
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