
La llegada del ministro de Defensa, Pedro Sánchez, a la Casa de Nariño el pasado viernes 4 de julio, sin que estuviera incluida en la agenda oficial del presidente Gustavo Petro, no pasó desapercibida.
Su visita, sorpresiva y reservada, activó las alarmas dentro de las Fuerzas Militares, donde ya venían creciendo los rumores de una posible reestructuración en la cúpula.
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Lo que hoy inquieta a oficiales activos y retirados es si ese día se habría producido una reunión entre Petro, Sánchez y el general Luis Carlos Córdoba, actual comandante de la Fuerza Aérea, quien estaría buscando el máximo cargo castrense: la comandancia de las Fuerzas Militares, hoy en manos del almirante Francisco Cubides.
Según fuentes militares consultadas por Semana, Córdoba ha estado varias veces en el último mes en el Palacio Presidencial.
Lo han visto al menos en cuatro ocasiones, presuntamente solicitando reuniones directas con el presidente. Para varios oficiales, lo que está ocurriendo es evidente: Córdoba estaría haciendo lobby para que Petro lo nombre como nuevo comandante de las Fuerzas Militares.
El ambiente se caldeó aún más cuando se supo que el presidente pidió el escalafón de los oficiales, un paso previo que suele anticipar movimientos en la cúpula.

En los círculos militares ya se habla de posibles salidas y reemplazos en las tres ramas: Ejército, Armada y Fuerza Aérea. Pero la figura que más divide es Córdoba, según el medio citado. Su eventual ascenso generaría una ruptura en la tradición histórica de las Fuerzas Militares, donde el cargo más alto ha sido ocupado, casi de forma exclusiva, por oficiales del Ejército.
Desde 2011, solo tres almirantes y un general de la Fuerza Aérea han llegado a ese puesto. Por eso, un nombramiento que favorezca de nuevo a la Fuerza Aérea sería visto como una afrenta dentro de los cuarteles del Ejército.
Varios generales del Ejército consideran que la Fuerza Aérea está ganando poder político y recursos con el respaldo del Gobierno. La compra de una nueva flota para reemplazar los Kfir, anunciada recientemente, es una señal de esa tendencia.

Con el general Córdoba al frente del mando, temen que se priorice aún más a esa rama en el reparto de presupuesto, mientras el Ejército calcula que necesita más de 20 billones de pesos para modernizarse.
La figura del ministro de Defensa, Pedro Sánchez, también genera desconfianza.
Aunque ha pedido públicamente que no se politicen las Fuerzas Militares, varios oficiales lo ven alineado con Córdoba, con quien trabajó hasta febrero y comparte formación en la Fuerza Aérea.
Según fuentes consultadas por la fuente citada, el ministro estaría impulsando su nombramiento ante el presidente Petro, lo que lo alejaría de una posición neutral.
En este escenario, ya se habla de posibles renuncias en el Ejército si Córdoba es elegido.
¿Choque de visiones?
El general Luis Carlos Córdoba se ha convertido en el centro de gravedad de una disputa que sacude a la cúpula militar.
Como comandante de la Fuerza Aérea, ha liderado operaciones clave contra estructuras criminales y ahora su nombre suena con fuerza para asumir la comandancia de las Fuerzas Militares, en reemplazo del almirante Francisco Cubides.
Pero su posible ascenso no solo divide a las ramas: también reabre tensiones sobre el rumbo estratégico de la Fuerza Pública.
Córdoba ha ganado protagonismo dentro del Gobierno por su papel en la ofensiva contra el Clan del Golfo. En febrero de 2025, tras un bombardeo conjunto en los departamentos de Córdoba y Antioquia, la operación fue presentada como un éxito contundente.

“Estos hombres eran básicamente incapaces de sostener un enfrentamiento militar. Quedaron disueltos y espero que así sea de manera permanente”, celebró el presidente Petro en ese momento.
Ese operativo, liderado en el componente aéreo por Córdoba, fue visto como el inicio de una nueva etapa en la lucha contra el crimen organizado.
Según el balance oficial, dejó varios muertos en las filas del Clan y obligó al repliegue de sus estructuras en la zona. Aun así, la amenaza persiste, especialmente en regiones como Cauca y Catatumbo, donde se disputan el control del narcotráfico disidencias de las Farc y el ELN.
Frente a este escenario, Córdoba ha sido enfático: los bombardeos no están prohibidos, aunque sí restringidos en zonas donde hay presencia de menores.
En los últimos dos años, según explicó, se han ejecutado al menos cinco bombardeos controlados, bajo protocolos estrictos para evitar afectaciones a la población civil.
El general también ha insistido en adaptar la doctrina militar al nuevo tipo de conflicto, donde las agrupaciones armadas ya no operan como ejércitos sino como células ocultas en áreas urbanas.
“Ese conflicto donde había acumulación de combatientes ya prácticamente no se da. Hoy el objetivo es afinar inteligencia para evitar daños colaterales”, ha afirmado Córdoba, defendiendo una estrategia basada en trabajo con la comunidad y precisión operativa.
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