
La medida obligaría a cancelar miles de vuelos a partir del viernes, mientras el gobierno intenta presionar a los demócratas para que pongan fin al cierre.
El gobierno de Donald Trump anunció el miércoles que recortará el 10 por ciento del tráfico aéreo en 40 de los aeropuertos más concurridos de Estados Unidos, en una medida que, según los analistas, obligará a las aerolíneas a cancelar miles de vuelos mientras el gobierno intenta presionar a los demócratas para que pongan fin al cierre del gobierno.
El secretario de Transporte, Sean Duffy, dijo que las reducciones eran un intento de "aliviar la presión" sobre los controladores aéreos, quienes han estado trabajando sin remuneración desde el inicio del cierre y no han recibido una nómina desde mediados de octubre. Dijo que el gobierno anunciaría los mercados afectados el jueves, cuando se acerca la temporada de viajes más ajetreada del año.
Los recortes empezarían a surtir efecto el viernes, lo que podría obligar a cientos de miles de viajeros a cambiar de planes con poca antelación, ya que las compañías aéreas se ven presionadas para reducir drásticamente la capacidad de sus rutas. Representantes de varias aerolíneas importantes y de Airlines for America, una asociación comercial, afirmaron que trabajaban con la Administración Federal de Aviación (FAA, por su sigla en inglés) para comprender los detalles de los nuevos requisitos, pero que aún no habían hecho cambios.
La agitación en el sistema de transporte aéreo del país, que mueve a millones de pasajeros diariamente, se considera desde hace tiempo uno de los efectos potenciales más tangibles y perturbadores de los cierres del gobierno y, en consecuencia, uno de los mayores puntos de fricción para forzar un acuerdo. A pesar de que el cierre se prolongó el miércoles hasta alcanzar la cifra récord de 36 días, en gran medida, el sistema ha resistido hasta ahora, aunque ha mostrado algunos signos preocupantes de deterioro.
Duffy ha dado la voz de alarma sobre las presiones a las que se ve sometida la plantilla de controladores aéreos certificados de la Administración Federal de Aviación, la mayoría de los cuales ya trabajaban horas extras para cubrir unas 3000 vacantes entre sus 14.000 puestos antes del cierre. Los controladores, a quienes se exige que trabajen sin sueldo durante el cierre, se enfrentan el martes a su segunda paga perdida.
Duffy advirtió a principios de esta semana de un "caos masivo" si se prolongaba el cierre, y dijo que la FAA podría cerrar al tráfico partes del espacio aéreo nacional para evitar un colapso mayor. Su anuncio del miércoles supuso un paso en esa dirección, ya que tanto él como Bryan Bedford, administrador de la FAA, pronosticaron más restricciones si empeoraba la situación del personal.
"No vamos a esperar a que se manifieste realmente un problema de seguridad cuando los primeros indicadores nos dicen que podemos tomar medidas hoy", dijo Bedford en una conferencia de prensa con Duffy el miércoles, y añadió que los funcionarios iban a "buscar una reducción radical en estos 40 mercados".
El miércoles, la FAA comunicó a los responsables del sector aéreo que los recortes comenzarían el viernes con una reducción del 4 por ciento en los mercados afectados, e irían en aumento durante el fin de semana, hasta alcanzar la reducción del 10 por ciento la semana próxima, según una persona familiarizada con la discusión que no estaba autorizada a hablar públicamente sobre el asunto.
No quedó claro de inmediato qué había provocado el cambio de enfoque. Aunque las ausencias de los controladores provocaron una serie de retrasos importantes en Halloween y afectaron las operaciones de algunos aeropuertos grandes durante el fin de semana, las interrupciones han sido relativamente benignas desde el inicio de la semana laboral.
Sin embargo, Duffy ha intensificado progresivamente sus advertencias sobre la inminencia de una catástrofe, incluso al reconocer que los controladores aéreos han sobrellevado mejor el cierre actual que las anteriores congelaciones de fondos gubernamentales. Gran parte de su discurso ha estado dirigido a aumentar la presión sobre los demócratas, a quienes ha acusado de fomentar innecesariamente un "cierre sin sentido".
El martes, Duffy advirtió de que la semana que viene "habrá un caos masivo, retrasos masivos en los vuelos y cancelaciones masivas" si no se pone fin al estancamiento.
Aunque las advertencias de Duffy hasta la fecha han estado impregnadas de mensajes claramente políticos, el miércoles él y Bedford dijeron que la decisión de reducir los vuelos se basaba en datos y en el deseo de garantizar la seguridad del transporte aéreo.
Sin embargo, el anuncio no tardó en suscitar acusaciones políticas en otros rincones de Washington.
"Los demócratas juegan con fuego", escribió en las redes sociales el senador Ted Cruz, republicano por Texas y presidente del grupo del Senado que supervisa la FAA. Añadió que Duffy y Bedford "no tienen más remedio que empezar a restringir los viajes aéreos en todo el país".
Los demócratas, por su parte, expresaron su escepticismo ante la posibilidad de que el anuncio de Duffy y Bedford estuviera motivado únicamente por cuestiones de datos y seguridad.
"Cerrar partes de nuestro sistema nacional de espacio aéreo es una medida drástica y sin precedentes que exige más transparencia", dijo el representante Rick Larsen de Washington, principal demócrata del Comité de Transporte e Infraestructuras de la Cámara de Representantes. "La FAA debe compartir inmediatamente con el Congreso cualquier evaluación de riesgos para la seguridad y los datos relacionados en los que se basa esta decisión".
Pero Jennifer Homendy, presidenta de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte, respaldó el planteamiento de Duffy.
"Las presiones en el sistema van en aumento", escribió el jueves en una publicación en las redes sociales, y añadió que Duffy "no puede simplemente ignorarlo; tomó medidas para mitigar el riesgo y garantizar la seguridad".
Los analistas de la aviación dijeron que lo más probable es que las reducciones afecten a los centros de mayor actividad del país, algunos de los cuales han tenido dificultades para mantener sus instalaciones de tráfico aéreo dotadas de personal durante el cierre. Eso incluye la zona de Nueva York, donde la FAA informó el viernes que casi el 80 por ciento de los controladores aéreos estaban ausentes.
La FAA también dijo el viernes que la mitad de los 30 aeropuertos más activos --una lista que incluye los tres que sirven a Nueva York y los tres que sirven a Washington D. C.-- experimentaban escasez de personal. Es probable que muchos de esos mercados, si no es que todos, sufran restricciones en virtud de las nuevas limitaciones de la FAA, dijeron los expertos.
Las aerolíneas no disponen de mucho tiempo para realizar recortes, y las personas que tengan previsto volar este fin de semana tendrán aún menos tiempo para hacer planes de contingencia. Es probable que esto tenga repercusiones económicas, dijo Patrick Anderson, director ejecutivo de Anderson Economic Group, empresa consultora de Míchigan, ya que muchos de los aeropuertos más transitados del país desempeñan un papel importante en el impulso del comercio regional e incluso internacional.
"Los retrasos tienen lo que llamamos 'efectos de red' en economía empresarial", dijo en una declaración enviada por correo electrónico. "Si se retrasan varios aviones en un aeropuerto, se produce un efecto cascada en toda la cadena".
La Asociación de Auxiliares de Vuelo expresó una preocupación similar el miércoles por la noche, respondiendo al anuncio de Duffy con una petición a los legisladores para que pusieran fin al cierre.
"Sabemos lo que ocurre cuando se paran los aviones", dijo Sara Nelson, presidenta del sindicato, en un comunicado. "La gente no recibirá medicinas. No se entregarán paquetes. Los restaurantes y las tiendas de comestibles no tendrán comida. La gente no podrá recibir tratamiento médico ni acudir rápidamente al lado de un ser querido que sufra o se esté muriendo".
Pero en general, dijeron los expertos, es preferible que las compañías aéreas --e incluso los consumidores-- puedan planificar las cancelaciones en lugar de tener que lidiar con retrasos inesperados.
"Casi es mejor que se cancelen más vuelos", dijo Greg Raiff, director ejecutivo de Elevate Aviation Group, al explicar que las interrupciones imprevisibles son las más difíciles de superar para las compañías aéreas. "Una vez que empiezas a aumentar el número de vuelos cancelados, en realidad es mejor, porque el número de vuelos que se retrasan disminuye".
Las reducciones previstas no afectarán solo a los viajes comerciales. Los vuelos de carga y los aviones que dependen de instrumentos para la navegación se verán afectados, al igual que los lanzamientos espaciales y las aeronaves que navegan con referencias visuales en determinadas zonas. Aún no estaba claro si se restringirían los vuelos internacionales.
En una carta abierta a los empleados, Scott Kirby, director ejecutivo de United Airlines, dijo que los recortes no afectarían los vuelos internacionales de larga distancia de la compañía ni las rutas entre centros de operaciones. En cambio, las reducciones se centrarían en los vuelos regionales y otros vuelos nacionales operados por United.
Bedford, veterano de 35 años en el sector de la aviación, dijo que, en su experiencia, las medidas no tenían precedentes. Pero tampoco la situación los tenía, dijo.
"Estamos en un territorio nuevo en cuanto a cierres gubernamentales", dijo. Pero añadió que, tras un accidente aéreo ocurrido en enero frente al Aeropuerto Nacional Ronald Reagan de Washington, la vigilancia del espacio aéreo nacional había cambiado.
"Son tiempos inusuales, y esperamos que llegue el momento en que podamos volver a la normalidad", dijo Bedford.
Christine Chung colaboró con reportería.
Karoun Demirjian es reportera de noticias de última hora para el Times.
Christine Chung colaboró con reportería.
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